¿Se
puede dialogar con las sectas agresivas? Es la pregunta que se ha
planteado el portal católico Aleteia
, abordando cómo ha de situarse el
católico ante el fenómeno del proselitismo religioso. La respuesta
está a cargo del sacerdote mexicano Jorge Luis Zarazúa,
miembro de la fraternidad Apóstoles de la Palabra y de la Red
Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES). Reproducimos a
continuación el artículo.
Premisas
La declaración conciliar
Dignitatis humanae (de la dignidad humana) presenta dos
principios funda- mentales, que están a la base de toda relación
con gente de otras creencias religiosas:
- Libertad de conciencia: Todos
los seres humanos tienen el derecho y el deber de buscar la verdad
según sus propias capacidades. Nadie tiene derecho a imponer a
otro una determinada creencia religiosa.
- Libertad religiosa: Todo ser
humano tiene derecho a profesar públicamente su fe; ninguna
autoridad tiene derecho a impedírselo.
1. Cómo relacionarse con los que
no son católicos
- Tolerancia religiosa: Respetar a
todos, más allá de cualquier diferencia en campo político,
filosófico o religioso. Para el cristiano auténtico, más que
hablar de tolerancia, sería mejor hablar de amor hacia todos.
- Diálogo: Se realiza entre gente
dispuesta a compartir la propia manera de ver las cosas y al mismo
tiempo respetuosa de la manera de ser y pensar de los demás. Se
trata de escuchar y hablar, dar y recibir, compartir. *Ecuménico,
cuando se realiza entre cristianos, en busca de la unidad querida
por Cristo (Jn 17,21). *Interreligioso, cuando se realiza con
gente no cristiana, subrayando el esfuerzo común por descubrir el
misterio de Dios. Se privilegian las religiones monoteístas:
judaísmo e islamismo. *Atrio de los gentiles, cuando se realiza
con gente no creyente, preocupada por la búsqueda del sentido
último de las cosas.
- Apologética (defensa de la fe):
No todos están dispuestos al diálogo. Hay gente, cuya única
preocupación es la conquista de los demás, utilizando todo tipo de
métodos, lícitos e ilícitos. Quieren hablar y no están dispuestos
a escuchar. Con relación a estas personas, es oportuno utilizar
los recursos que ofrece una sana apologética, cuyo objetivo
fundamental consiste en fortalecer la fe del católico, teniendo en
cuenta la realidad concreta en que se encuentra cada uno, de
manera tal que no se deje confundir por los que tratan de alejarlo
de la Iglesia (no es propio de la apologética enseñar a pelear
contra los que tienen creencias religiosas diferentes).
Para lograr esto, es importante
que cada católico sepa lo siguiente:
* Identidad católica: La Iglesia
Católica es en plenitud aquella única Iglesia que fundó Cristo
personalmente cuando vivió en este mundo y llegará hasta el final
de los tiempos; las demás organizaciones religiosas fueron
fundadas por hombres pecadores a lo largo de los siglos por
circunstancias diferentes y, aunque contengan muchos elementos
positivos, de todos modos, en su conjunto, no alcanzan la misma
plenitud de verdad y medios de salvación, presente en la Iglesia
Católica por tener a Cristo como fundador.
* Respuesta a los ataques: Para
cada objeción o ataque contra la Iglesia Católica existe en la
Biblia una respuesta apropiada.
2. Cómo enfrentar el problema del
proselitismo religioso
En realidad, se trata de lo que
más nos está afectando actualmente de una manera especial en
Latinoamérica. Pues bien, para enfrentar con éxito este fenómeno,
necesitamos saber manejar suficientemente sea la Biblia que la
apologética.
- Biblia: Puesto que la Biblia
representa el arma principal, que utilizan los grupos
proselitistas para confundir y conquistar a los católicos, es
importante que todo católico sepa utilizar suficientemente la
Biblia para no dejarse apantallar por los que lo quieren enredar,
haciendo de ella un uso inapropiado.
- Apologética: En la misma Biblia
el católico encontrará los fundamentos de su fe (identidad
católica) y al mismo tiempo la respuesta a las objeciones o
ataques de los grupos proselitistas.
¿Cómo lograr que el católico común
logre fortalecerse en la fe mediante la Biblia y la apologética?
Utilizando la Biblia y la apologética en todo el quehacer
eclesial, especialmente en la:
* Catequesis presacramental.
Puesto que la mayoría de los católicos está acostumbrada a
prepararse para hacer la Primera Comunión y recibir la
Confirmación, ¿por qué no aprovechar de estos sacramentos para
fortalecerlo en la fe, haciendo en toda su preparación un uso
abundante de la Biblia y al mismo tiempo poniéndolo en guardia
contra el peligro representado por el proselitismo religioso? Lo
mismo se puede hacer con relación a los papás y padrinos, para que
estén en condiciones de apoyar adecuadamente a sus hijos y
ahijados.
Haciendo esto, aparte de
fortalecer la fe del católico ante el embate de los grupos
proselitistas, se garantiza en él una mejor vivencia de la fe y un
aumento de su autoestima.
* Religiosidad Popular (Viacrucis,
posadas, rosario, novenario de difuntos, etc.): ¡Qué diferencia
entre un acto de piedad, realizado a la luz de la Palabra de Dios,
y otro teniendo en cuenta otra perspectiva de tipo personal o
social, al margen del dato revelado! Es que la Palabra de Dios
tiene algo especial, que no tiene la palabra humana. Al mismo
tiempo se da una respuesta a la objeción de los detractores de la
Religiosidad Popular, que ven en ella un simple reflejo de las
costumbres, que por lo general contienen elementos contrarios a la
fe.
* Enseñanza católica en
seminarios, institutos bíblicos o teológicos, escuelas para
agentes de pastoral, colegios católicos, etc.: Tendría que ser
totalmente bíblica y apologética con miras a formar a verdaderos
católicos, firmes en su fe. ¡Qué triste es ver a un agente de
pastoral, acomplejado ante los cuestionamientos de alguien que lo
ataca en su fe! Al contrario, ¡qué grande satisfacción para un
feligrés ver a un agente de pastoral, seguro en su fe y siempre
dispuesto a darle una mano en los momentos de dificultad a causa
de la presencia de los grupos proselitistas!
- Reestructuración general del
aparato pastoral: Es un hecho que muchos católicos hacen caso a
las invitaciones de los grupos proselitistas por sentirse
abandonados por la Iglesia. Por lo tanto, es urgente reorganizar
el aparato pastoral de la Iglesia de manera tal que todos los
católicos puedan ser atendidos personalmente a la luz de la
Palabra de Dios. A este propósito, es oportuno reflexionar acerca
de la figura del buen pastor, que conoce a sus ovejas una por una
y es conocido por ellas (Jn 10, 1ss) y las busca cuando se
extravían (Lc 15, 4-7).
3. Diferencia entre ecumenismo y
apologética
- Unidad entre los discípulos de
Cristo: En el fondo se trata de dos caras de la misma moneda. Su
objetivo es la unidad: una unidad perdida que se quiere recuperar
(ecumenismo) y una unidad que se quiere preservar (apologética).
- Diálogo-defensa: Los
destinatarios son los mismos católicos, que se capacitan para
dialogar con los cristianos no cató- licos en busca de la unidad
(ecumenismo) o para de- fenderse ante los que tratan de apartarlos
de la Iglesia, aumentando las divisiones (apologética).
Evidentemente, no puede haber un verdadero ecumenismo, si se
desconocen las bases de una sana apologética, so pena de enredar
más las cosas y causar más divisiones.
4. Fallas de origen
Lamentablemente ni el documento
conciliar sobre el ecumenismo (Unitatis redintegratio =
restablecimiento de la unidad) ni la encíclica del Papa Juan
Pablo II sobre el mismo tema (Ut unum sint = que todos
sean una sola cosa) aclaran que su contenido tiene que ver
solamente con los que tienen la disposición al diálogo y no tiene
nada que ver con los que tratan de desprestigiar o atacar la fe
católica.
Bastaba una frase explicativa para
aclarar esto. No se hizo. Por eso muchos, imaginándose que la
receta ecuménica era suficiente para enfrentar en general el
problema de la división religiosa entre los que creen en Cristo,
dejaron al pueblo católico completamente desprotegido ante el
acoso sistemático de los grupos proselitistas, con las
consecuencias que todos conocemos.
Ni modo. La historia enseña que
los errores se pagan. Me pregunto: ¿a qué se debió un descuido tan
grande en documentos eclesiásticos de tan alto nivel? Posiblemente
se debió a las siguientes causas:
- Euforia: En aquel momento
parecía que la receta ecuménica y del diálogo interreligioso era
suficiente para resolver cualquier problema relacionado con el
asunto de las divisiones o las diferencias en el campo religioso.
Por eso, se hizo todo lo posible para injertar este tema en todos
los documentos de la Iglesia.
- Triunfalismo: En lugar de
fijarse en la realidad eclesial, muy poco halagadora, se prefirió
dar la impresión de la seguridad. Una manera recurrente de
exorcizar el miedo, causado por la constatación de la ignorancia
generalizada en las masas católicas.
- Baja autoestima: Se prefirió
quemar etapas, empujando al católico hacia el diálogo, sin
preocuparse primero por educarlo adecuadamente en la fe, una tarea
que aún ahora para muchos parece imposible. De ahí la exaltación
de los valores presentes en la Religiosidad Popular, hasta
considerarla como un camino paralelo de salvación, eximiéndose de
la obligación de formar adecuadamente a los propios feligreses.
- Globalización: En lugar de ver
cómo enfrentar el problema de la división religiosa, teniendo en
cuenta las distintas circunstancias concretas, se prefirió ofrecer
una receta única para todas las enfermedades. Y no resultó.
- Peligro del ateísmo militante:
Ante los avances del ateísmo militante, se vio oportuno unir todas
las fuerzas de los creyentes para no sucumbir ante el peligro
común.
De todos modos, una vez
resquebrajado el sistema comunista especialmente con la caída de
la Unión Soviética, que representaba la base del ateísmo
militante, hubiera sido oportuno revisar todo el asunto de la
división religiosa para tomar nuevas medidas, teniendo en cuenta
de una manera especial los avances de los grupos proselitistas,
que se habían aprovechado de la buena fe de las iglesias
históricas para atacarlas sin piedad y sacar provecho.
No se hizo nada, posiblemente para
no cuestionar las decisiones tomadas anteriormente a tan alto
nivel, y ahí están las consecuencias.
5. Confusión interna
Aparte de los descuidos, señalados
anteriormente, hubo otras causas, que empeoraron la situación:
- Ecumenismo tipo protestante: En
muchos casos, se abandonó la concepción católica del ecumenismo
(restablecimiento de la unidad) para aceptar la protestante, que
consiste esencialmente en dejar a un lado las divergencias
doctrinales, para enfocarse en los aspectos prácticos en la línea
de la promoción humana.
- Búsqueda de la verdad y problema
de la salvación: Dos problemas totalmente diferentes. De todos
modos, no faltó gente de Iglesia que enredó las cosas (pretexto:
¿acaso se salvan solamente los católicos?), para concluir que, en
el fondo, todo es lo mismo y por lo tanto no hay una grande
diferencia entre una denominación y otra, como si el asunto se
redujera a una simple cuestión de nombre.
- Relativismo: Se confundió la
libertad de conciencia con el libro albedrío, concluyendo que cada
uno es libre de escoger la religión que más le agrade, sin tener
que responder por ello (relativismo total).
- Cambio de vagón: Estando así las
cosas, no han faltado en la Iglesia gente disque preparada, que
sostiene que el cambio de religión no tiene importancia alguna,
puesto que se puede comparar a un simple cambio de vagón. El tren
es el mismo y va hacia el mismo destino, que es Dios; lo que
cambia es el vagón. Algo intrascendente, según ellos.
- Cristo no fundó ninguna Iglesia:
¿Qué está al fondo de todo este proceso de disgregación de la
unidad, querida por Cristo? La idea de que Cristo no fundó ninguna
Iglesia. “Cristo vino para establecer el Reino de Dios –dicen
algunos disque teólogos- y salió la Iglesia”. Estando así las
cosas, ¿qué sentido tiene hablar de Iglesia, proselitismo
religioso o evangelización? Todo es lo mismo. Lo que vale es el
bienestar, el progreso de la humanidad, la paz y la felicidad en
este mundo. ¿Y lo demás? Cada quien piense y haga lo que quiera.
Cancha abierta al proselitismo religioso.
6. Aclaración: Dominus Iesus
En este maremágnum de confusión,
llegó la Declaración de la Congregación para la Doctrina de la Fe,
titulada Dominus Iesus, del 6 de agosto del año 2000, que
vino para aclarar las cosas. Lástima que muy pocos le hicieron
caso. Y sigue la confusión con la consecuencia que está a la vista
de todos: el proselitismo religioso, más fuerte que nunca, avanza
a pasos agigantados, sin encontrar de parte nuestra una
resistencia significativa.
Conclusión
Si queremos fortalecer la fe del
católico, teniendo en cuenta de una manera especial el fenómeno
del proselitismo religioso, es necesario elevar el tono de nuestro
catolicismo, haciendo todo lo posible por purificar muchas
costumbres presentes en nuestra Iglesia y al mismo tiempo luchando
por evangelizar seriamente a nuestras masas católicas. De otra
manera, seguiremos perdiendo gente al por mayor, engañada por los
amigos de la competencia o deseosa de algo mejor, más allá de la
así llamada Religiosidad Popular, en la que ha sido relegada por
descuido o desorganización pastoral.
De todos modos, sea para dialogar
con quien sea como para no dejarse confundir por nadie, se
necesita un buen manejo de la Palabra de Dios y al mismo tiempo un
esfuerzo sincero por conocer y vivir la propia fe. O todo se
vuelve en pura demagogia, con las consecuencias que todos
conocemos.
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