15.10.13

Un amigo de Lolo - Dios es Todo de todo pero no todo es Dios

A las 12:32 AM, por Eleuterio
Categorías : General, Un amigo de Lolo

Presentación

Manuel Lozano Garrido

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infringían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

Dios es Todo de todo pero no todo es Dios

“¡Qué inmensa fuente de energías Aquella que puede dar su poder al rayo, la ola, el viento, los átomos y el sol! ”
Manuel Lozano Garrido, Lolo
Bien venido, amor (1)

Existe la idea panteísta según la cual todas las realidades son Dios. Sin embargo, bien sabemos que eso no es cierto por una razón tan sencilla como es, por ejemplo, en el hombre, la existencia del pecado y en el resto de seres, la simple imperfección en su esencia y su existir.

Todo, eso sí, parte de Dios y se mantiene, también, por el mismo Creador que, a diferencia de lo que se pueda pensar, no se quedó a descansar para siempre en el famoso séptimo día en el que, después, de Crear (con mayúscula) tomó tan sabia decisión de dejar que lo creado actuase por sí mismo llevado de la libertad (racional o irracional en el sentido de instintiva) como don de Dios.

En realidad, si bien lo pensamos es bastante cómodo para nosotros creer, porque es cierto, que Dios da a todo lo que existe una razón para existir, una forma de existir y, en fin, un modo de conducirse. Es cómodo, decimos, porque nos evita tener que estar, continuamente, justificando esto o lo otro. Todo es parte de la Providencia del Todopoderoso y a ella nos debemos.

Seguramente no es muy común, en ciertos espíritus formados sí, reflexionar acerca del poder intrínseco de Dios que se manifiesta extra sí mismo en lo que hace y manifiesta con su hacer. Lo que significa que lo tiene todo y que, a pesar de los alejamientos voluntarios de muchos hijos suyos, sigue siendo Su mano la que dirige, Su corazón quien nos Ama y Su justicia la que, cuando eso llegue, nos dirá a qué parte de su ser nos quedamos: derecha, vida eterna; izquierda, muerte.

A nuestro parecer es tan importante como esencial darse cuenta de que si no somos nada ante Dios es porque Él lo es todo y su totalidad lo es en un sentido muy preciso: crea pero no todo lo creado es Dios mismo pues, de ser así, carecería de sentido un poder total que está en todo. Es poder porque, tras crear, sigue teniéndolo intacto y no ha cedido nada del mismo a lo que crea para que, digamos, lo creado sea el Creador mismo. Y esto queda muy alejado de quien cree que Dios es Padre y nosotros, hijos pero no descendencia como si fuéramos Dios que fue la trampa que el Maligno puso a nuestros primeros padres para tentarlos y, así, hacer que la muerte entrara en el mundo con aquella manzana que, aunque simbólica, dejó el corazón del hombre carcomido por el pecado, el original, el primero y decisivo en la existencia de toda la humanidad hasta que llegó Jesucristo a enmendar aquello.

Eso, pues, debería estar más que clarificado en nuestro corazón pues, de otra forma, podemos caer en aquel intento, conseguido, por parte del Mal, de hacernos creer que si somos creación de Dios también seremos Dios mismo pues, en cierto modo, hemos comido del árbol de la fe que da la vida eterna. Fe que, sin embargo, no nos capacita para ser Dios sino, en todo caso, para ser hijos fieles y, como mucho, a saber que llavamos en nuestro corazón, como templo, el Espíritu divino y, acto seguido, a no olvidarnos nunca de lo llevamos en vasijas de barro.

Y eso, para nuestro mal, ya sabemos qué quiere decir.

Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, ruega por nosotros.

Eleuterio Fernández Guzmán