ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 16 de octubre de 2013

La frase del día

'Dios nos sorprende siempre, rompe nuestros esquemas, pone en crisis nuestros proyectos, y nos dice: 'Fíate de mí, no tengas miedo, déjate sorprender, sal de ti mismo y sígueme'.


El papa Francisco

 


El papa Francisco

Francisco en la audiencia:' Para ser apóstol hay que rezar y anunciar el Evangelio'
En la plaza de San Pedro, saluda a los presentes, y recuerda al beato Juan Pablo II

Texto de la homilía de la audiencia. La Iglesia es apostólica
Subraya la relación constitutiva con los apóstoles que nos conectan con su testimonio a Jesús

El papa a la FAO: el escándalo del siglo XXI, que aún exista hambre y desnutrición
Mensaje leído por el observador vaticano en la sede FAO. No olvidar a la familia rural y superar la cultura del descarte

Son 70 años de la deportación de los judíos de Roma. El papa le escribe al rabino
Leen la carta en el Templo Mayor durante la ceremonia. No bajar la guardia contra el antisemitismo

Cuando Bergoglio bautizó a Federico, de familia judeo-católica
En Buenos Aires, el arzobispo superó la burocracia y le recomendó que no se olvide de sus raíces judías

Mirada al mundo

Un sobreviviente de la shoah en la misa del papa Francisco
En Italia debaten ley penal sobre negacionismo. Priebke acogido por los lefebristas se queda sin funerales. El obispo Semeraro: 'la Fraternidad S.Pio X está afuera de la Iglesia'

Puerto Rico: Tolerancia cero de los obispos ante abusos sexuales
La Conferencia Episcopal reiteró su posición y da los teléfonos para llamar ante dudas o alertar sobre posibles casos

Catequesis para la Familia

Perdón que lleva a la paz y conversión que crea fraternidad
Catequesis para la familia, semana del 13 de octubre de 2013

SANTOS Y BEATOS: EPOPEYAS DE AMOR. EJEMPLO DEL DÍA

San Gerardo María Mayela
«Joven redentorista, pronto en el seguimiento, obediente, confiado en la voluntad divina. Su vida está plagada de hechos extraordinarios, bendecida con gracias sobrenaturales. Es protector de las embarazadas y parturientas»

Foro

Juan Pablo II, Benedicto XVI, Francisco: 35 años de papado "en las periferias"
El signo fundamental común de los tres últimos pontífices y la esperanza de una Iglesia cada vez más apostólica y evangelizadora

Guerras, mártires, perdón... siempre la cruz
Los mártires españoles canonizados en Tarragona, ajenos a los odios que surgieron entre vecinos y colectivos concretos


El papa Francisco


Francisco en la audiencia:' Para ser apóstol hay que rezar y anunciar el Evangelio'
En la plaza de San Pedro, saluda a los presentes, y recuerda al beato Juan Pablo II

Por Rocío Lancho García

CIUDAD DEL VATICANO, 16 de octubre de 2013 (Zenit.org) - Eran las 9.50 de esta mañana cuando el santo padre ha hecho su entrada en la abarrotada plaza de San Pedro despertando el entusiasmo de los fieles allí reunidos. Este miércoles el sol ha permitido que el tiempo que el papa ha pasado saludando haya sido más tranquilo. En una ocasión, incluso se ha detenido con el papa móvil delante de un grupo de peregrinos de un cuerpo de vigilancia uniformados, y el papa Francisco se ha puesto el casco, lo que ha provocado la sonrisa y aplausos de todos. Francisco ha bendecido con calma a los niños que le acercaban al jeep y ha saludado, con esa sonrisa que ya le caracteriza, a los peregrinos venidos de los cinco continentes.

Hoy la catequesis del santo padre se ha centrado sobre el significado de la Iglesia "apostólica". Ha mencionado el papa que al venir a Roma, quizá se piensa más en la importancia de los apóstoles. Pero es más que esto, ha dicho el papa, "significa subrayar la unión constitutiva que la Iglesia tiene con los doce hombre que Jesús un día llamó por su nombre".

Y ha explicado sobre los apóstoles y la misión que hoy en día tienen sus sucesores, los obispos,  mientras dobla el folio en el que tiene escrito su discurso y habla de forma improvisada. Y lo hace en varias ocasiones a lo largo de la catequesis, profundizando en cada idea con detalle, añadiendo palabras y ejemplos al discurso inicial.

En el resumen de la catequesis del santo padre en lengua española ha dicho:

"Queridos hermanos y hermanas:

En el Credo decimos que la Iglesia es 'apostólica', expresando así el profundo vínculo que tiene con los doce apóstoles, a los que Jesús llamó para que estuvieran con Él y para enviarlos a predicar. 'Apóstol' es una palabra griega que significa 'mandado', 'enviado'. Y aplicada a la Iglesia, puede tener tres significados. En primer lugar, la Iglesia es apostólica porque está edificada sobre el cimiento de los apóstoles, sobre su testimonio y sobre la autoridad que Cristo mismo les ha dado. En segundo lugar, la Iglesia es apostólica porque 'guarda y transmite, con la ayuda del Espíritu Santo que habita en ella, la enseñanza, el buen depósito, las sanas palabras oídas de los apóstoles', conserva el precioso tesoro de la sagrada escritura, la tradición apostólica, los sacramentos que nos permiten ser fieles a Cristo y participar de su misma vida. Y, en tercer lugar, la Iglesia es apostólica porque en ella pervive el mandato misionero que el Señor confió a los Apóstoles. La Iglesia continúa en la historia la tarea de llevar el Evangelio a todo el mundo.

Dirijo un cordial saludo a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España, Argentina, México y los demás países latinoamericanos. Invito a todos a ser testigos auténticos de Cristo Resucitado y a anunciar el evangelio a todas las gentes en comunión con los obispos, sucesores de los apóstoles. Muchas gracias".

 En el saludo que el santo padre ha hecho a los peregrinos de lengua polaca, ha recordado que hoy en Katowice se celebra un importante evento cultural-religioso: una sacra representación sobre la vida y sobre la espiritualidad de san Francisco, con la participación de cientos de actores y miles de espectadores. Así, el papa ha deseado que "a los organizadores y a los participantes deseo que este encuentro artístico con el pobrecillo de Asís suscite en los corazones de todos el amor por Dios creador, el respeto por la creación y la activa caridad por aquellos que necesitan de la ayuda espiritual y material". Y ha añadido que "a todos vosotros aquí presentes y a vuestros seres queridos confío a la celeste intercesión del beato Juan Pablo II, en el 35º aniversario de la elección a la cátedra de Pedro".

Y al finalizar los saludos en las distintas lenguas, y la bendición final, el papa ha continuado entre la gente. Saludando primero a los sacerdotes, y obispos que se encontran en el palco y después, bajando a pie a la plaza ha acariciado, charlado y bendecido a los enfermos.

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Texto de la homilía de la audiencia. La Iglesia es apostólica
Subraya la relación constitutiva con los apóstoles que nos conectan con su testimonio a Jesús

Por Francisco papa

CIUDAD DEL VATICANO, 16 de octubre de 2013 (Zenit.org) - Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Cuando recitamos el Credo decimos "Creo en la Iglesia una, santa, católica y apostólica". No sé si alguna vez han reflexionado sobre el significado que tiene la expresión "la Iglesia es apostólica". Quizás alguna vez, viniendo a Roma, han pensado en la importancia de los apóstoles Pedro y Pablo, que aquí dieron sus vidas para llevar el Evangelio y dar testimonio.

Más aún. Profesar que la Iglesia es apostólica, significa hacer hincapié en la relación constitutiva que esta tiene con los apóstoles, con ese pequeño grupo de doce hombres que un día Jesús llamó a Él, los llamó por su nombre, para que permanecieran con Él y para enviarlos a predicar (cf. Mc. 3,13-19). "Apóstol", de hecho, es una palabra griega que significa "mandado", "enviado". Un apóstol es una persona que es enviada, y enviada a hacer algo; y los apóstoles fueron escogidos, llamados y enviados por Jesús para continuar su obra; es decir para rezar --ese es la primera tarea de un apóstol--, y segundo, para proclamar el Evangelio. Esto es importante, porque cuando pensamos en los apóstoles, podríamos pensar que ellos fueron enviados solo para anunciar el Evangelio, para hacer muchas obras. Pero en los primeros días de la Iglesia había un problema porque los apóstoles debían hacer muchas cosas y luego formaron a los diáconos, para que los apóstoles tuvieran más tiempo para orar y proclamar la Palabra de Dios.

Cuando pensamos en los sucesores de los apóstoles, los obispos, incluido el papa, porque él también es un obispo, debemos preguntarnos si este sucesor de los apóstoles primero que todo ora y luego proclama el Evangelio: esto es ser apóstol y por esta razón la Iglesia es apostólica. Todos nosotros, si queremos ser apóstoles como explicaré luego, debemos preguntarnos: ¿rezo por la salvación del mundo? ¿Predico el Evangelio? ¡Esta es la Iglesia Apostólica! Es una relación constitutiva que tenemos con los apóstoles.

A partir de esto me gustaría hacer hincapié muy brevemente en tres acepciones del adjetivo "apostólica", tal como se aplica a la Iglesia.

1 . La Iglesia es apostólica porque está fundada en la oración y la predicación de los apóstoles, en la autoridad que les fue dada por el mismo Cristo. San Pablo escribe a los cristianos de Éfeso : "Ustedes son conciudadanos de los santos y miembros de Dios, edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, teniendo como piedra angular al mismo Cristo Jesús" (2, 19-20). Compara, es decir, a los cristianos con piedras vivas que forman un edificio que es la Iglesia, y este edificio está fundado sobre los apóstoles, como columnas, y la piedra que sostiene todo es Jesús mismo.

¡Sin Jesús no puede existir la Iglesia! ¡Jesús es la base misma de la Iglesia, el fundamento! Los apóstoles vivieron con Jesús, escucharon sus palabras, compartieron su vida, sobre todo han sido testigos de su muerte y resurrección. Nuestra fe, la Iglesia que Cristo quiso, no se basa en una idea, no se funda en una filosofía, se fundamenta en el mismo Cristo. Y la Iglesia es como una planta que ha crecido a lo largo de los siglos, se ha desarrollado, ha dado sus frutos y sus raíces están firmemente plantadas en Él, y la experiencia fundamental de Cristo que han tenido los Apóstoles, elegidos y enviados por Jesús, permanece hasta nosotros. Desde esa pequeña planta hasta nuestros días: así es la Iglesia en todo el mundo.

2. Pero preguntémonos: ¿cómo es posible para nosotros conectarnos con ese testimonio? ¿Cómo puede llegar hasta nosotros lo que han experimentado los apóstoles con Jesús, lo que han oído de Él? Este es el segundo significado del término "apostólicidad”. El Catecismo de la Iglesia Católica afirma que la Iglesia es apostólica porque «conserva y transmite, con la ayuda del Espíritu Santo que habita en ella, la enseñanza, el buen depósito, las palabras sanas oídas a los apóstoles» (n. 857). La Iglesia conserva a través de los siglos este precioso tesoro, que es la Sagrada Escritura, la doctrina, los sacramentos, el ministerio de los pastores, para que podamos ser fieles a Cristo y participar de su vida misma. Es como un río que fluye en la historia, se desarrolla, irriga, pero el agua que fluye es siempre la que comienza desde la fuente, y la fuente es el propio Cristo: Él ha resucitado, Él es el Viviente, y sus palabras no pasan, porque Él no pasa, Él está vivo, Él está con nosotros hoy aquí, Él nos oye y nosotros hablamos con él y Él nos escucha, está en nuestro corazón. ¡Jesús está con nosotros hoy! Esta es la belleza de la Iglesia: la presencia de Jesucristo en medio de nosotros. ¿Pensamos acaso lo importante que es este don que Cristo nos ha dado, el don de la Iglesia, donde lo podemos encontrar? ¿Pensamos acaso cómo es la misma Iglesia, en su camino a lo largo de estos siglos --a pesar de las dificultades, los problemas, las debilidades, nuestros pecados--, la que nos transmite el auténtico mensaje de Cristo? ¿Nos da la confianza de que lo que creemos es realmente lo que Cristo nos dijo?

3 . El último pensamiento: la Iglesia es apostólica porque es enviada a llevar el Evangelio a todo el mundo. Continúa en el camino de la historia la misma misión que Jesús confió a los apóstoles: «Vayan, pues, y hagan discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a observar todo cuanto les he mandado. Y he aquí que yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo» (Mt. 28,19-20). ¡Esto es lo que Jesús nos dijo que hiciéramos! Insisto en este aspecto de la actividad misionera, porque Cristo invita a todos a "ir" al encuentro de los demás, nos envía, nos pide movernos para llevar la alegría del Evangelio!

Una vez más debemos preguntarnos: ¿somos misioneros con nuestras palabras, pero sobre todo con nuestra vida cristiana, a través de nuestro testimonio? ¿O somos cristianos encerrados en nuestro corazón y en nuestras iglesias, cristianos de sacristía? ¿Cristianos solo de palabras, pero que viven como paganos? Debemos hacernos estas preguntas, que no son un reproche. Yo también, me lo digo a mí mismo: ¿cómo soy cristiano, realmente con el testimonio?

La Iglesia tiene sus raíces en la enseñanza de los apóstoles, verdaderos testigos de Cristo, pero mira hacia el futuro, tiene la firme conciencia de ser enviada --enviada por Jesucristo--, de ser misionera, llevando el nombre de Jesús a través de la oración, el anuncio y el testimonio. Una Iglesia que se cierra sobre sí misma y en el pasado, una Iglesia que ve solo las pequeñas reglas de hábitos, de actitudes, es una Iglesia que traiciona a su propia identidad; ¡una Iglesia cerrada traiciona su propia identidad! Por ello, ¡descubramos hoy toda la belleza y la responsabilidad de ser Iglesia Apostólica! Y recuérdenlo: Iglesia Apostólica porque oramos -- primera tarea--, y porque proclamamos el Evangelio con nuestra vida y con nuestras palabras.

Traducido del original italiano por José Antonio Varela V.

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El papa a la FAO: el escándalo del siglo XXI, que aún exista hambre y desnutrición
Mensaje leído por el observador vaticano en la sede FAO. No olvidar a la familia rural y superar la cultura del descarte

Por Rocío Lancho García

CIUDAD DEL VATICANO, 16 de octubre de 2013 (Zenit.org) -  "El desperdicio de alimentos no es sino uno de los frutos de la «cultura del descarte» que a menudo lleva a sacrificar hombres y mujeres a los ídolos de las ganancias y del consumo; un triste signo de la «globalización de la indiferencia», que nos va «acostumbrando» lentamente al sufrimiento de los otros, como si fuera algo normal".

Este es uno de los párrafos más impresionantes del mensaje que el santo padre Francisco ha enviado con ocasión de la Jornada mundial de la Alimentación, que este año tiene por tema "Sistemas alimentarios sostenibles por la seguridad alimentar y la nutrición".

El mensaje fue enviado al director general de la FAO, ente de la Organización de las Naciones Unidas que se ocupa de  alimentación y la agricultura, el brasileño José Graziano da Silva, y la misiva ha sido leída por el Observador Permanente de la Santa Sede en la FAO, monseñor Luigi Travaglino, durante la solemne ceremonia que ha tenido lugar esta mañana en la sede de la Organización en Roma.

En el texto, el santo padre destaca que la Jornada Mundial de la Alimentación "nos pone ante uno de los desafíos más serios para la humanidad: el de la trágica condición en la que viven todavía millones de personas hambrientas y malnutridas, entre ellas muchos niños". Y advierte el papa que "esto adquiere mayor gravedad aún en un tiempo como el nuestro, caracterizado por un progreso sin precedentes en diversos campos de la ciencia y una posibilidad cada vez mayor de comunicación".

Así mismo, el santo padre advierte en el texto que "es un escándalo que todavía haya hambre y malnutrición en el mundo". Señalando que no se trata sólo de responder a las emergencias inmediatas, sino de afrontar juntos un problema que interpela nuestra conciencia personal y social, para lograr una solución justa y duradera. También subraya la paradoja que vivimos, en un "momento en que la globalización permite conocer las situaciones de necesidad en el mundo y multiplicar los intercambios y las relaciones humanas, parece crecer la tendencia al individualismo y al encerrarse en sí mismos, lo que lleva a una cierta actitud de indiferencia"

El hambre y la desnutrición es algo a lo que nos hay que acostumbrarse, advierte del mismo modo Francisco. Y propone una solución "creo que un paso importante es abatir con decisión las barreras del individualismo, del encerrarse en sí mismos, de la esclavitud de la ganancia a toda costa; y esto, no sólo en la dinámica de las relaciones humanas, sino también en la dinámica económica y financiera global". Ha indicado también que es necesario "educarnos en la solidaridad, redescubrir el valor y el significado de esta palabra tan incómoda, y muy frecuentemente dejada de lado, y hacer que se convierta en actitud de fondo en las decisiones en el plano político, económico y financiero, en las relaciones entre las personas, entre los pueblos y entre las naciones".

En una segunda parte del texto, el santo padre habla sobre el tema elegido por la FAO para la celebración de este año habla de «sistemas alimentarios sostenibles para la seguridad alimentaria y la nutrición». Así, ha señalado que en este lema, le parece leer "una invitación a repensar y renovar nuestros sistemas alimentarios desde una perspectiva de la solidaridad, superando la lógica de la explotación salvaje de la creación y orientando mejor nuestro compromiso de cultivar y cuidar el medio ambiente y sus recursos, para garantizar la seguridad alimentaria y avanzar hacia una alimentación suficiente y sana para todos".

Francisco recuerda en el texto que los datos proporcionados en este sentido por la FAO indican que aproximadamente un tercio de la producción mundial de alimentos no está disponible a causa de pérdidas y derroches cada vez mayores. Bastaría eliminarlos para reducir drásticamente el número de hambrientos.

Por esto, señala que "el desperdicio de alimentos no es sino uno de los frutos de la «cultura del descarte» que a menudo lleva a sacrificar hombres y mujeres a los ídolos de las ganancias y del consumo; un triste signo de la «globalización de la indiferencia», que nos va «acostumbrando» lentamente al sufrimiento de los otros, como si fuera algo normal".

El reto del hambre, ha explicado el papa,  no tiene sólo una dimensión económica o científica, sino también " ética y antropológica". De este modo explica que "educar en la solidaridad significa entonces educarnos en la humanidad: edificar una sociedad que sea verdaderamente humana significa poner siempre en el centro a la persona y su dignidad, y nunca malvenderla a la lógica de la ganancia".

Y finalmente, el pontífice ha recordado que estamos ya a las puertas del Año internacional que, por iniciativa de la FAO, estará dedicado a la familia rural. Por eso, el tercer punto de reflexión en el discurso ha sido "la educación en la solidaridad y en una forma de vida que supere la «cultura del descarte» y ponga realmente en el centro a toda persona y su dignidad, como es característico de la familia". De la familia, ha explicado el papa, "es la primera comunidad educativa, se aprende a cuidar del otro, del bien del otro, a amar la armonía de la creación y a disfrutar y compartir sus frutos, favoreciendo un consumo racional, equilibrado y sostenible". Y por eso ha invitado a "apoyar y proteger a la familia para que eduque a la solidaridad y al respeto es un paso decisivo para caminar hacia una sociedad más equitativa y humana".

Para concluir el mensaje, Francisco señala que la "Iglesia Católica recorre junto con ustedes esta senda, consciente de que la caridad, el amor, es el alma de su misión" a la vez que ha invitado a que la celebración de hoy no sea una simple recurrencia anual, sino una verdadera oportunidad para apremiarnos a nosotros mismos y a las instituciones a actuar según una cultura del encuentro y de la solidaridad.

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Son 70 años de la deportación de los judíos de Roma. El papa le escribe al rabino
Leen la carta en el Templo Mayor durante la ceremonia. No bajar la guardia contra el antisemitismo

Por Redacción

CIUDAD DEL VATICANO, 16 de octubre de 2013 (Zenit.org) - El santo padre Francisco ha enviado una carta al rabino jefe de Roma, Riccardo Di Segni, en ocasión del 70 aniversario de la deportación de los judíos romanos. La carta ha sido leída esta mañana, a las 11.30 en el Templo Mayor durante la ceremonia a la cual el papa indicó su deseo de unirse, "con la cercanía espiritual y la oración".

Al volver con la memoria a estas trágicas horas de octubre de 1943, indica el santo padre, "es nuestro deber tener presente delante de nuestros ojos el destino de aquellos deportados, percibir su miedo, su dolor, su desesperación, para no olvidarlos, para mantenerlos vivos, en nuestro recuerdo y en nuestra oración, junto a sus familias, a sus parientes y amigos, que han llorado la pérdida y quedaron temerosos ante la barbarie a la que puede llegar el ser humano".

Pero hacer memoria de un evento no significa solamente tener un recuerdo, explica el pontífice en su carta, "significa sobre todo esforzarse por comprender cuál es el mensaje que eso representa para nuestro hoy, para que la memoria del pasado pueda enseñar al presente y ser luz que ilumina el camino del futuro".

Francisco ha mencionado también palabras de sus predecesores en la barca de Pedro, al recordar que el beato Juan Pablo II escribía que "la memoria está llamada a desarrollar un rol necesario en el proceso de construcción de un futuro en el cual la iniquidad indecible de la Shoah no sea posible nunca más" y recordó también las palabras de Benedicto XVI en el campo de concentración de Auschwitz: "El pasado no es nunca solamente pasado. Nos afecta y nos indica los caminos: que No hay que tomar y los que sí hay que tomar".

Por eso, el santo padre afirma que la conmemoración de hoy podría definirse como "una memoria futura, una llamada a las nuevas generaciones a no aplanar la propia existencia, a no dejarse llevar por ideologías, a no justificar nunca el mal que encontramos, a no bajar la guardia contra el antisemitismo y contra el racismo, cualquier que sea su procedencia".

Para concluir, el obispo de Roma añade que "el recuerdo de las tragedias del pasado sea para todos un compromiso de unirse con todas nuestras fuerzas al futuro que Dios quiere preparar y construir para nosotros y con nosotros".

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Cuando Bergoglio bautizó a Federico, de familia judeo-católica
En Buenos Aires, el arzobispo superó la burocracia y le recomendó que no se olvide de sus raíces judías

Por Redacción

CIUDAD DEL VATICANO, 16 de octubre de 2013 (Zenit.org) - Nuestro lector el Dr. Eduardo Rivero ha compartido con ZENIT un hecho del cardenal Bergoglio en Buenos Aires, sucedido con su amigo porteño, que tenemos el gusto de presentarles a continuación. 

Eduardo, su esposa, su hijo Eduardo, su hija Emilie vivía en Canadá desde hace tres años por temas laborales. Hace 6 meses decidieron bautizar a su hija en Argentina y querían que el padrino fuera Federico A., cuñado de Eduardo.

Cuando le preguntaron a Federico, dijo que le encantaría que pero antes él necesitaba bautizarse para ser padrino. La familia de su esposa es una familia mixta judeo-católica, ya que la madre es judía y el padre es católico y los papás siempre les dieron a ellos la opción de elegir su religión.

La esposa de Eduardo eligió la religión católica; la hermana Carolina, la religión judía y el hermano  Federico, siempre estuvo más cerca del catolicismo, pero nunca se bautizó.

Entonces, el ser padrino se convirtió en una buena oportunidad para hacerlo. Comenzó a informarse para bautizarse en varias iglesias y todas le pedían cursos o trámites burocráticos para hacerlo. Por ese motivo, Federico llamó a su hermana y a su cuñado y les agradeció que lo eligieran como padrino, pero que no se había podido bautizar por las trabas que había encontrado para hacerlo y que, dado el corto tiempo que faltaba para el bautismo, iba a ser imposible.

Eduardo cuenta que su esposa --no resignándose-- decidió llamar a la arquidiócesis de Buenos Aires para intentar hablar con Bergoglio, en aquel entonces era cardenal (eso fue aproximadamente  el 15 de noviembre de 2012). Pudo hablar con la secretaria de Bergoglio quien escuchó atentamente toda la historia y le dijo que se lo iba a trasmitir al cardenal. Unos 15 minutos más tarde sonó el teléfono y era el mismo arzobispo que llamaba para preguntarnos en qué les podía ayudar. "No lo conocíamos, no nos conocía y sin embargo nos llamó", afirma Eduardo.  

Su esposa le contó nuevamente lo que pasaba y la historia familiar, y Bergoglio le dijo que con mucho gusto iba a bautizar a Federico, que fueran ese mismo sábado a la catedral y que él mismo lo iba a bautizar.

"Cuando Bergoglio termino el bautizó, a Federico le dijo que jamás se olvide de sus raíces Judías. Además, el cardenal se ofreció a bautizar a la niña", indicó Eduardo.

Y concluye contanto que para el bautizo de la pequeña, "el cardenal se tomó la molestia de venir desde su casa a la iglesia de San Martin de Tours, un sábado por la tarde a bautizar especialmente a nuestra hija sin conocernos y con la humildad de un grande".

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Mirada al mundo


Un sobreviviente de la shoah en la misa del papa Francisco
En Italia debaten ley penal sobre negacionismo. Priebke acogido por los lefebristas se queda sin funerales. El obispo Semeraro: 'la Fraternidad S.Pio X está afuera de la Iglesia'

Por Redacción

ROMA, 16 de octubre de 2013 (Zenit.org) - Uno de los judíos que sobrevivió al campo de concentración de Auschwitz, Enzo Camerino , participó esta mañana a la misa del papa Francisco en la capilla de la residencia de Santa Marta. Es uno de los 16 sobrevivientes de los 1.021 judíos deportados a Auswitch de Roma durante la ocupación alemana de la segunda guerra mundial.

A las 5,15 de la mañana del 16 de octubre de 1943, las SS cercaron el barrio de los judíos, el Ghetto de Roma y rastrillaron todas las casas. Solamente una mujer y quince hombres sobrevivieron. De los doscientos niños que fueron llevados por los nazis a los campos de concentración, ninguno regresó.

El diario del Vaticano, el Osservatore Romano indica que Camerino "hoy ha querido unirse a los que participan a la solemne conmemoración que ve reunidos en Roma a diversas componentes de la sociedad civil y religiosa. A comenzar por el papa Francisco”.

El periódico de la santa sede la define como “una presencia significativa en un día significativo” en el aniversario del rastrillaje del Ghetto de Roma. 

En Italia, donde la fecha que es muy sentida -también porque hay muchos que vivieron de cerca ese tremendo momento y dan su testimonio- vio el en Senado la propuesta de un decreto ley para castigar penalmente a quienes nieguen el extermino de los judíos provocado por los  nazis en la segunda guerra mundial y conocido con la palabra shoah. Hoy la propuesta no fue aprobada y el debate continuará.

El presidente italiano Giorgio Napolitano, al salir del acto de conmemoración que se realizó esta mañana en la sinagoga consideró que el delito de negacionismo "será aprobado por el Parlamento, dando ejemplo también a otros países".

Entretanto la propuesta de castigar con la cárcel a quienes nieguen los hechos históricos, encuentra resistencia entre diversos juristas e intelectuales, que consideran que es mucho más oportuno responder con las armas de la cultura que con un castigo, lo que pondría en discusión la libertad de opinión. En particular haciendo conocer la historia a las generaciones más jóvenes, y promoviendo iniciativas como las visitas a los campos de concentración de delegaciones de escolares.

De otro lado, ayer por la tarde se suspendió el funeral del ex oficial delas SS Eric Priebke, que falleció el 11 de este mes. El oficial nazi fue el responsable de la matanza de 335 italianos, en una represión por la muerte de 33 soldados alemanes. Priebke fue condenado a cadena perpetua pero debido a su edad se quedó, como indica la legislación italiana, en arrestos domiciliarios. La diócesis de Roma negó funerales públicos, desde Argentina y Alemania no quisieron saber de recibirlo. En cambio la fraternidad lefebrista en Albano, situada a pocos quilómetros de Roma, aceptó acoger al difunto para los ritos fúnebres. 

A causa de los disturbios que se generaron a las afueras de la mansión de la Fraternidad San Pío X, el funeral fue suspendido y el cajón con los restos mortales llevado a un cuartel militar. Será la familia quien deberá decidir que hacer con el cuerpo de su pariente. 

El obispo de Albano, Marcello Semerano, ha señalado que "los lefebvristas tienen una sede aquí en Albano desde tiempos del cisma", y que dicha comunidad "no depende de mi: no son de la Iglesia Católica".

Monseñor Semerano, persona muy cercana al papa Francisco y secretario de Consejo de los ocho cardenales, reitera en una entrevista publicada hoy por el diario italiano el Corriere della Sera, que los lefebristas no están en comunión con la Iglesia católica. Aunque se levantó la excomunión de los cuatro obispos lefebvrianos, y a pesar de los intentos de Benedicto XVI de que se acercaran a la Iglesia, la Fraternidand de San Pío X sigue sin aceptar el Concilio Vaticano II.  "No están en comunión con el sucesor de Pedro, sus actos eran y siguen siendo ilegítimos, como lo es la suspensión a divinis" dijo.

El obispo de Albano también explica que el Vicariato no había excluido la oración de sufragio, de forma discreta y privada, "pero la ley canónica prohíbe el funeral, que es un acto litúrgico público, a los pecadores 'manifiestos' que no hayan dado signos de arrepentimiento".

Y al atardecer, en el barrio romano de Trastevere se realizó un cortejo silencioso con velas encendidas por las calles en donde fue el rastrillaje nazi. El evento fue organizado por la comunidad de San Egidio junto a la comunidad judía de la ciudad. 

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Puerto Rico: Tolerancia cero de los obispos ante abusos sexuales
La Conferencia Episcopal reiteró su posición y da los teléfonos para llamar ante dudas o alertar sobre posibles casos

Por Redacción

ROMA, 16 de octubre de 2013 (Zenit.org) - Los Obispos de la Conferencia Episcopal Puertorriquena divulgaron hoy un documento sobre su polltica de cero tolerancia hacia el abuso de menares y que fuera aprobado por todos los Obispos el pasado 29 de septiembre en presencia de los delegados a la Asamblea Nacional de Pastoral. 

En dicho documento, los obispos expresan estar comprometidos con la transparencia, "agilizando los procesos e implementando el protocolo de abuso de menores en todas las diócesis , aplicando y continuando la formación del clero, religioso, fieles y público en general en el Protocolo presentado por la Conferencia Episcopal Puertorriquena (CEP) y aprobado por la Santa Sede, respetando a todas las personas para que tengan un proceso justo, de acuerdo a la ley canónica, estableciendo programas de prevención y creando en la CEP un registro de las personas halladas culpables de abusos sexuales de menores".

Ademas de comprometerse a la transparencia, los obispos piden perdón "por las víctimas que no se hayan sentido debidamente atendidas y por esta razon siguen sufriendo" y lamentan "las heridas causadas por cualquier acto destructivo cometido por personas del clero o agentes de pastoral".

Finalmente, los obispos exhortan a que cualquier persona que tenga alguna querella que las presente al Vicario Judicial de su respectiva Diocesis"

El comunicado trae los teléfonos de las diversas diócesis a los cuales se puede llamar por dudas o señalaciones sobre el tema.

El comunicado concluye recordando que "esta política fue aprobada por todos los obispos de Puerto Rico en la Casa Manresa, Aibonito, en Puerto Rico, en el Tercer Encuentro de la Asamblea Nacional de Pastoral, 29 de septiembre de 2013". 

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Catequesis para la Familia


Perdón que lleva a la paz y conversión que crea fraternidad
Catequesis para la familia, semana del 13 de octubre de 2013

Por Luis Javier Moxó Soto

TOLEDO, 16 de octubre de 2013 (Zenit.org) - Esta semana ha comenzado con el recuerdo de la beatificación de 522 mártires del siglo XX en España. En la ceremonia, tanto el Papa como el cardenal Angelo Amato han remarcado de estos testigos de la fe que fueron cristianos hasta el final y que hemos de imitarles muriendo un poco cada día a nuestros egoísmos, perezas, tristezas y bienestar. Ellos nos invitan a perdonar y llevar paz a los corazones. Además, nos animan a ir contracorriente, a la conversión a Dios, que crea fraternidad en los demás.

Si reconocemos en la experiencia de la entrega de su vida el agradecimiento de su vocación, la alegría de su don a todos, no podemos estar más que agradecidos. En ellos, como si se tratara de extranjeros de la patria celeste en una cultura de persecución y odio a la fe, se cumplió la condición de profetas no acogidos o no bien recibidos, y de testigos de Jesucristo vivo, muerto y resucitado. En su tiempo fueron la Iglesia entera porque entre ellos estaban seglares, religiosos y sacerdotes.

¿Cómo podemos llevar a nuestro entorno concreto su lección de fidelidad, entrega, alegría y paz? La reciente beatificación ha hecho que fuera reciente no tanto una guerra fratricida injustificada e incomprensible para las personas de buena voluntad, sino la radicalidad, hasta el final, en el seguimiento a Jesucristo, obediente hasta la muerte y una muerte de cruz.

¿Qué quieren trasmitirnos los mártires del siglo XX en esta época que vivimos a cada uno de los padres y madres de familia, educadores en la fe, sacerdotes, religiosos, catequistas, etc? Cada uno de nosotros tiene ante sí el camino de Jesucristo, la aventura tan humana del encuentro con Él, Su mirada y Su voz concretas a través de las circunstancias mediante las que le hemos hallado. Así, desde Él, la relación con la realidad es verdadera, completa y nueva. Cada situación es, o puede ser, un motivo de esperanza para encontrar más certezas y más atractivo en la vida.

En este sentido, tenemos en la semana, junto a nuestros beatos mártires, unos días especiales en los que alabar a Dios por otros profetas y mártires, cruentos e incruentos, de la caridad de Cristo.

San Calixto I, papa y mártir, cuya memoria celebramos el lunes 14 tuvo a su cuidado el cementerio de la vía Apia que lleva su nombre, donde dejó para la posteridad las memorias de mártires. El martes 15 es la fiesta de santa Teresa de Jesús, virgen y doctora, que llegó a ser madre y maestra de una observancia más estrecha de la Orden Carmelitana, y a causa de la reforma de dicha Orden hubo de sufrir dificultades que superó con ánimo esforzado. El jueves 16 tenemos la memoria de san Ignacio de Antioquía, obispo y mártir, que habiendo sido condenado al suplicio de las fieras en Roma, en tiempo del emperador Trajano, exhortaba a las siete Iglesias a servir a Dios unidos al obispo y que no le impidiesen poder ser inmolado como víctima por Cristo. La fiesta de san Lucas, evangelista, del viernes 19, nos recuerda también el carácter expiatorio de esta semana, pues el evangelio que lleva su nombre está representado por un ternero o buey, animal sacrificial de la sinagoga judía, con el sacerdote Zacarías, esposo de santa Isabel y padre de san Juan Bautista. Terminamos la semana el sábado 19 con la memoria de varios mártires jesuitas del siglo XVII, san Juan de Brébeuf e Isaac Jogues, presbíteros y compañeros mártires.

Pidamos, por intercesión de los beatos y santos mártires, conmovernos por la pertenencia a Cristo y mirar toda circunstancia como una forma nueva de estar con Él en la realidad, siendo testigos valientes y alegres de Su Presencia en nuestro mundo.

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SANTOS Y BEATOS: EPOPEYAS DE AMOR. EJEMPLO DEL DÍA


San Gerardo María Mayela
«Joven redentorista, pronto en el seguimiento, obediente, confiado en la voluntad divina. Su vida está plagada de hechos extraordinarios, bendecida con gracias sobrenaturales. Es protector de las embarazadas y parturientas»

Por Isabel Orellana Vilches

MADRID, 16 de octubre de 2013 (Zenit.org) - «¡Oh Dios mío, si pudiera convertir a tantos pecadores cuantos son los granos de la arena del mar y de la tierra, las frondas de los árboles, las hojas de los campos, los átomos del aire, las estrellas del cielo, los rayos del sol y de la luna, todas las criaturas de la tierra!»… era la oración que inundaba el corazón de este insigne apóstol redentorista. Nació en Muro, Italia, el 6 de abril de 1726. Sus padres eran pobres. Fue siempre un modelo de virtud. Sus 29 años de vida están plagados de hechos extraordinarios y sobrenaturales que se hicieron manifiestas como algo natural antes de tener uso de razón. A los 8 años cumplió su deseo de recibir la primera comunión mediante un favor singular. Su llanto al serle negado el Pan divino por razones de edad, fue recompensado con la presencia del arcángel san Miguel que le concedió esa gracia.

Perdió a su padre con 12 años y comenzó a formarse como aprendiz junto a un sastre bueno, pero uno de los empleados le infligió pésimos tratos. Tres años más tarde, esta misma o mayor rudeza la halló junto al prelado de Lacedogna, de difícil carácter, a quien sirvió hasta su muerte en 1745. En este tiempo transcurrido con uno y otro nunca se quejó; creyó estar cumpliendo la voluntad de Dios. Volvió a Muro y se estableció como sastre viviendo con su madre y hermanas. Pero no le compensó económicamente porque su generosidad no tenía fondo, y además de repartir lo que ganaba entre su madre y los pobres, destinaba el resto a misas para rescate de las almas del purgatorio. Sus jornadas estaban presididas por la oración y severas disciplinas.

En 1749 la Misión Popular de los redentoristas llegó a la localidad y pidió ser admitido en la Orden. Era de complexión débil y parecía que no fuera a soportar el rigor de la regla; por eso, el P. Cáfaro no lo acogió, para gozo de su madre que no quería verlo partir. El religioso, al ver la insistencia del joven, aconsejó a la madre que lo encerrara. Pero Gerardo se descolgó con una sábana por la ventana dejando este mensaje en su habitación: «Voy a hacerme santo».

Cuando dio con los misioneros, pidió una oportunidad. Si no valía, dijo, que lo echaran a la calle. Antes de enviarlo al convento de Deliceto, el P. Cáfaro observó signos edificantes en él; lo vio perfectamente adaptado a la vida de un peregrino, durmiendo en el suelo, solícito en realizar lo que se le pedía. Así que viendo que quizá podría soportar el rigor conventual, le abrió la puerta de la comunidad. Eso sí, advirtiendo en una nota que le entregó para que la mostrase al llegar: «Te envío a un hombre inútil». Un craso error, como él mismo constataría al llegar a Deliceto para asumir la rectoría ese mismo año de 1749.

Gerardo era un trabajador nato, admirable por su caridad y generosidad. Sus gestos de desprendimiento, la disponibilidad para ayudar a todos, su celo apostólico y tantas virtudes que se apreciaban en él ponían de manifiesto que era un alma santa, llena de inocencia. Era un gran asceta perseguido por el diablo y mimado por Dios, con quien desde niño se había acostumbrado a mantener un diálogo familiar tal que muchos de sus prodigios se producían en el contexto de situaciones propiciadas por él como si fueran lo lógico. Con esa confianza rogó ayuda a una imagen del Niño Jesús para recuperar las llaves de la casa del prelado para el que trabajaba que se le cayeron al pozo. Y el Niño Dios las extrajo del mismo. Y es solo un ejemplo.

Profesó en 1752. Fue siempre ejemplar modelo de obediencia, caridad y humildad. Desarrolló con toda puntualidad labores de jardinería, cocina, enfermería, carpintería, albañilería, sastrería y también fue limosnero, aunque lo que le llenó de gozo fue actuar como sacristán. Se quedaba extasiado ante el Santísimo Sacramento y meditaba en la Pasión. Ésta le conmovía y quiso emularla antes de su ingreso en el convento, para lo cual pidió a un amigo que lo azotara. Él mismo se infligió penitencias en las que no faltaron los cilicios. Una vez, orando ante el Sagrario, prisionero del amor divino, le oyeron decir cándidamente: «Señor, déjame que me vaya, te ruego, pues tengo mucho que hacer».

Una joven lo acusó ignominiosamente de haber faltado contra la castidad con una virtuosa mujer. Y Gerardo, viviendo la regla al pie de la letra, no se defendió. Con toda humildad aceptó las disposiciones de san Alfonso María de Ligorio que incluyeron para él una de las peores penitencias: quedar privado de la comunión. Dos meses más tarde la acusadora confesó su culpa, y su fundador quedó más conmovido aún por la virtud de Gerardo. Éste recibió numerosos dones sobrenaturales: discernimiento de conciencias, profecía, ciencia infusa, bilocación, dominio de los animales… Con firmeza, instando a muchos al arrepentimiento y sincera conversión de sus pecados, que él conocía por la gracia que se le dio de penetración de espíritus, logró numerosas conversiones. Cuando le atribuían milagros que ciertamente había obrado, recordaba: «Es fruto de la obediencia».

Añoró morir de una enfermedad contagiosa que lo mantuviese desamparado de todos. En agosto de 1755, enfermo del pulmón, sufrió una hemorragia y colocó este cartel sobre el dintel de su celda: «Aquí se hace la voluntad de Dios, como Dios quiere y hasta cuando Él quiera». Se le reveló la fecha de su muerte: el 8 de septiembre de ese año. Pero momentáneamente surtió efecto la carta de su director espiritual pidiéndole que sanase. Gerardo decía: «El día 8 había de morir, pero lo impidió el P. Fochi». Sus sufrimientos duraron hasta la madrugada del 16 de octubre. Antes vaticinó la hora exacta de su deceso, que se produjo en la casa de Materdómini (Avellino), hallándose solo, como deseaba, porque el hermano que le asistía había saldo a tomar un vaso de agua. Por equivocación del responsable de tocar la campana del convento, que estaba imbuido por la emoción de la pérdida del santo, el tañido fue de gloria, no de difuntos. León XIII lo beatificó en 1893. Pío X lo canonizó el 11 de diciembre de 1904.

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Foro


Juan Pablo II, Benedicto XVI, Francisco: 35 años de papado "en las periferias"
El signo fundamental común de los tres últimos pontífices y la esperanza de una Iglesia cada vez más apostólica y evangelizadora

Por Luca Marcolivio

ROMA, 16 de octubre de 2013 (Zenit.org) - Juan Pablo II ha establecido un nuevo récord: será el primer papa a ser beatificado y canonizado por sus dos inmediatos sucesores. ¿Cuál es el hilo conductor que une a los tres últimos pontificados? El denominador común se encuentra de forma particular en el concepto de periferia.

"¡Abrid, más todavía, abrid de par en par las puertas a Cristo! Abrid a su potestad salvadora los confines de los Estados, los sistemas económicos y los políticos, los extensos campos de la cultura, de la civilización y del desarrollo". Hoy, a exactamente 35 años de distancia, esas palabras del papa Wojtyla, a la luz de la experiencia sucesiva, resultan cada vez más claras. Es más: han sido el verdadero programa de los últimos tres pontificados.

Abrir las puertas a Cristo representaba el verdadero mensaje reflejo del espíritu del Concilio Vaticano II. Si durante quince años la Iglesia - con mucho esfuerzo y no sin vacilaciones y errores - había buscado su camino para abrirse al mundo, el recién elegido papa Juan Pablo II indicaba un objetivo nuevo y, al mismo tiempo, muy antiguo: evangelizar la humanidad, invitándola a no tener miedo de Cristo.

Los dos mensajes no eran contradictorios entre ellos, pero ambos profundamente coherentes con la realidad de los cristianos "en el mundo pero no del mundo".

Solamente un papa que tenía experiencia de la persecución anticatólica comunistas, podía despertar en los corazones el verdadero amor por Cristo, fundado sobre el triunfo de Su Cruz y Resurrección, no el Cristo domesticado e ideologizado, reducido a "icono pop", en el panteón efímero de los mitos seculares de cada tiempo. 

Era necesario recordar al mundo la existencia de una Iglesia realmente periférica: la de Europa del Este y de ese mundo que sufría y no se rendía nunca. Una cachetada moral y un signo de contradicción para quien, más allá del telón de acero, hijo de una Iglesia "intelectualizada", predicaba sobre tantas discutibles experimentos, del brazo con el espíritu del tiempo.

Durante el papado de Wojtyla han surgido por tanto las periferias "geopolíticas" y, más genéricamente, geográficas de la Iglesia. Durante casi un siglo, la barca de Pedro estaba atrapada en el muelle estrecho de una moral relacionada a los Estados Pontificios en la que su tripulación se atrincheró tras el choque de muchas derrotas.

De esa prisión más o menos dorada era necesario salir y era necesario un pontífice no italiano para recordar al mundo la catolicidad, o la universalidad de la institución.

A fin de cuentas, tocaba hacer lo que había hecho el primer papa, junto a los otros once apóstoles y a san Pablo. Eh aquí por lo tanto el sucesor de Pedro con la intención de llevar a Cristo a cada periferia del mundo, "a los confines de la tierra".

Había aún otra periferia más que el papa polaco había tenido la previsión de explorar, haciendo discernimiento: la de tantos movimientos y nuevos carismas nacidos a partir del Concilio, que esperaban solamente el abrazo y la bendición del obispo de Roma.

Con el pontificado de Benedicto XVI ha surgido una nueva frontera eclesiástica: la de las "periferias intelectuales". De experto teólogo como es, papa Ratzinger ha comenzado un diálogo con la cultura laica y con las otras religiones, a partir de la verdad sobre el hombre y de la razón.

También este asunto es un fruto del Concilio Vaticano II que el pontífice emérito ha llevado a plena maduración. En tal sentido los "valores no negociables" y el repasar el concepto de "ley natural" representan una matriz común y dos mundo aparentemente inconciliables y son lo que, de hecho, ha permitido la evangelización del mundo en cada época.

Allí donde hay valores fundamentales de una sociedad y de una civilización, hay siempre algo que le trasciende y que le supera y, de tal forma, los hombres serán llevados a buscar a Dios.

Benedicto XVI ha llevado a sus últimas consecuencias el diálogo interreligioso, ya comenzado por su predecesor: fuerte cercanía con los ortodoxos, reconciliación completa con una parte de los anglicanos y de los luteranos, una intento sufrido y lleno de incógnicas pero más que legítima con la Fraternidad San Pío X.

Por no hablar del memorable ( ¡y muy mal entendido!) discurso de Ratisbona, que ha sido seguido poco después,  del no menos importante viaje a Estambul con la oración en la Mezquita Azul que ha marcado el punto más alto de la amistad entre el mundo cristiano y el mundo islámico.

Venido "casi del final del mundo", papa Bergoglio ha introducido un tipología más: las periferas existenciales y de la fe.

El mensaje de Francisco se caracteriza por ser Evangelio el estado puro: Cristo es llevado en primer lugar en las situaciones de marginalidad, de desesperación, de luto, de enfermedad, que - por supuesto - no afectan solamente a "los pobres" o a los "últimos de la tierra", pero indican la pobreza espiritual existente en cada uno de nosotros, la muestra más o menos vistosa "perifericidad" respecto a la centralidad de Dios.

Ya que toda la humanidad es digna de ser salvada, papa Francisco invoca una Iglesia finalmente inclusiva, definitivamente fuera del propio caparazón clerical, intelectualista o autorreferencial; una Iglesia lista a ponerse en juego y a evangelizar de una vez por todas, incluso a costa de encontrarse "incendiada".

Una objeción que a menudo se hace al papa actual es la de transmitir una imagen demasiado "popular" o peor aún de buscar el consenso de la opinión pública, lo que para el vicario de Cristo en la tierra sería imperdonable. 

O telefonear cada día a personas que han visto al algún ser querido ser asesinado, a madres con hijos tóxico dependientes o discapacitados, a mujeres que están pensando a abortar, y encontrar para ellos palabras de consuelo y ánimo, no es fácil, ni es algo para todos. Así como no se puede dar por descontado charlar con el fundador del periódico laico y anticlerical más grande de Italia.

El papa Francisco, sin embargo, se está revelando un pontífice profundamente atento también al "centro" de la Iglesia: su reforma de la Curia Romana, a partir del Consejo de los Ocho Cardenales, es un signo de como hoy la Iglesia es vista por su más alto representante en la tierra, como un verdadero y propio cuerpo humano y divino (como humano y como divino es Jesús), en la que si un miembro sufre, todo el organismo sufre de alguna manera.

Del centro a las periferias, llevando la Verdad revelada de Dios hecho hombre, muerto y resucitado por amor de la humanidad; como Jesús hizo, llevando el amor del Padre allí donde no estaba, así sus vicarios en la tierra y así cada cristianos. Hasta el final de los tiempos.

Traducido del italiano por Rocío Lancho García

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Guerras, mártires, perdón... siempre la cruz
Los mártires españoles canonizados en Tarragona, ajenos a los odios que surgieron entre vecinos y colectivos concretos

Por Isabel Orellana Vilches

MADRID, 16 de octubre de 2013 (Zenit.org) - Vaya por delante el recordatorio de que en toda guerra, en los bandos opuestos, siempre hay indefensión, víctimas que dejan un reguero de sangre y de sufrimiento inconmensurable. Entre ellas se cuentan por mayoría los inocentes; los que nada tuvieron que ver con el origen de la misma. Se vieron obligados a convivir con el horror y las heridas de una masacre sin sentido. Tanto, que aún pasando las décadas, como el tatuaje que dejaron en el corazón de los supervivientes es tan profundo, hasta parece que se hereda genéticamente y se transmite de generación en generación. Da la impresión de que es imposible que cicatrice.

En medio de esta barbarie se hallaban los que derramaron su sangre en defensa de la fe, habiendo sido ajenos a los odios que surgieron entre sus vecinos, colectivos concretos que arrastraron consigo en su tenebrosa sinrazón aldeas, ciudades, países enteros… Un río de intolerancia tan poderoso en el que jamás se sopesó la angustia, el horror, la miseria y los campos segados por la muerte que arrasarían sin piedad cuanto tuvieran delante.

Indudablemente muchos de los hombres, mujeres y niños que sucumbieron víctimas de una guerra no han sido elevados a los altares. No hay que restarles su mérito. El sufrimiento, con sus peculiares matices, se extiende sobre unos y otros, sin distinción. Ahora bien, si se confronta la multitud de seres anónimos que han sido atropellados por sus congéneres con los integrantes de la vida santa, lo que se tiene en cuenta es el testimonio de fe que dieron. Primeramente, porque fueron objetivo de sus verdugos por esa única razón. En segundo lugar, porque la sostuvieron de forma consciente y explícita hasta el final, negándose a abjurar de ella, aún a sabiendas de que por eso serían ajusticiados impunemente. Conviene quedarse con esta idea. No empuñaron arma alguna. Tenían sus familias, sus proyectos, sus profesiones… No hicieron mal a nadie. Sus convecinos sabían que prodigaban el bien a manos llenas, que ayudaban a hombres, mujeres y niños, sin excepción, sin hacer acepción de personas. En la sección “santos y beatos” de ZENIT han ido desfilando prelados, sacerdotes, religiosos, científicos, docentes, padres y madres de familia, trabajadores humildes, brillantes profesionales que habían obtenido un alto nivel social con su trabajo y esfuerzo, jóvenes soñadores, altruistas, audaces, llenos de ideales… y cayeron por su fe. Ponían de manifiesto con su conducta que Cristo estaba en la cúspide de su corazón y quehacer. Pero un día, fueron acusados falazmente. ¿De qué? De su fe. Este es el hecho, no hay que darle más vueltas. La Iglesia cuando beatifica reconoce la virtud de estas personas, ve en ellas un modelo, al menos, para los creyentes.

A tenor de la gran beatificación que tuvo lugar en España el pasado domingo, ciertos medios de comunicación en los que continúan dando espacio a la noticia, la sostienen críticamente. La tesis que esgrimen en contra gravita exclusivamente sobre un polo: el perdón. Y justamente en él está la otra poderosa razón, definitiva, porque subraya el cariz espiritual de los mártires a los que la Iglesia ha venido encumbrando a los altares sean oriundos o no de España, ya que se hallan en todos los continentes: que perdonaron de corazón, a conciencia, amando en Cristo a quienes arrebatándoles la vida les impulsaban a llegar al cielo. Muchos tuvieron tiempo de expresar esta manifestación de la gracia divina en sus corazones antes de exhalar el último suspiro. Pero todos, que no se olvide, atravesaron las fronteras de este mundo abrazados a la cruz. Y en ella, el Redentor, el único inocente en términos absolutos de la historia de la Humanidad, lanzó al mundo este impresionante alegato de amor y misericordia: «¡Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen…». La cruz y el perdón están indisolublemente unidos. El que no perdona, no ama.

Dicen algunos que la Iglesia debía haber pedido perdón. Pero, ¿quién es la Iglesia? ¿A qué iglesia se refieren? Estos mártires eran Iglesia; la componemos todos los que nos sentimos sus hijos. Y, repito, ellos perdonaron. Luego la Iglesia, aunque se sobreentiende que estos críticos aluden a la jerarquía, perdonó. Cada uno de los mártires que estuvieron agraviados al punto más alto que se puede llegar, que es verse privado del don de la vida, y que eran miembros de la Iglesia, perdonaron. Más aún, muchos de sus familiares también lo hicieron. Y por si fuera poco, hay pontífices -y de todos es conocido y si no, ahí están las hemerotecas- que han pedido perdón por conflictos gravísimos de la historia.

La masacre siempre es tan dolorosa que cada vez que se intente remover, la ciénaga que la envuelve regresa a la superficie queriendo impregnar la sociedad con su nauseabundo olor. Ante la muerte violenta, injusta, de una persona de auténtica fe, que perdona –una gracia divina que no se puede improvisar, un don que se debe pedir de corazón–, se perfila siempre la cruz de Cristo y ahí está el amor con mayúsculas.

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