Una fe misionera

 

La Iglesia no es una organización asistencial, una empresa, una ONG, sino que es una comunidad de personas, animadas por la acción del Espíritu Santo, que han vivido y viven la maravilla del encuentro con Jesucristo y desean compartir esta experiencia de profunda alegría

19/10/13 8:07 PM


Dentro de este recorrido que estamos haciendo en el año de la Fe, tenemos la cita anual que nos recuerda nuestra condición misionera que se deriva de nuestra identidad cristiana, sea cual sea nuestra vocación y quehacer en la vida y en la comunidad eclesial. La Jornada del Domund no se ciñe solamente a una colecta a favor de nuestros misioneros y de la obra evangelizadora que ellos llevan adelante. Por supuesto que haremos esa recogida de donativos para sostener a estos hermanos y hermanas que han sabido darse a sí mismos al Señor y a los que Él les enviaba. También rezaremos por ellos para que sean verdaderamente anunciadores de la Buena Noticia de Jesucristo, instrumentos de la paz y constructores de la Iglesia del Señor allí donde se encuentran. Y reconoceremos la labor educativa y social que ellos llevan adelante en tantos puntos escondidos de nuestro mundo aunque no sean primera noticia en los informativos del día.

Nuestros misioneros son testigos de la fe en los lugares más insospechados, en medio de las situaciones humanas, sociales y culturales a veces más complicadas y devastadas. Pero ese testimonio de la fe sabe despertar la esperanza en los corazones cuando con los gestos del amor cristiano logran relatar el por Quién lo hacen, dado que semejante y tamaña entrega se hace posible mirando al crucificado por amor, que dio la vida hasta el extremo, que resucitó de su muerte y de la nuestra, para regalarnos la indómita aspiración de llegar a ser hijos de Dios, siéndolo de esta Iglesia y en medio de nuestro mundo actual.

El lema de este año reza precisamente así: fe y caridad, hacen la misión. Es decir, no somos un extintor que sólo actúa en caso de incendio; no somos el gran gendarme en el barrio de la humanidad, sino gente sencilla que busca a Dios, que se deja encontrar por Él, y que apoyados en su gracia y cercanía, logra transformar el pequeño trozo de mundo que tenemos bajo los pies.

El Papa Francisco, que tantas veces nos ha invitado a salir de nosotros mismos, a despojarnos de todo lo mundano que nos hace extraños cristianos, a aventurarnos en las periferias de nuestro tercer y cuarto mundo, nos ha dejado también un hermoso mensaje para esta Jornada del Domund. Él dice cómo «vivimos en una época de crisis que afecta a muchas áreas de la vida, no solo la economía, las finanzas, la seguridad alimentaria, el medio ambiente, sino también la del sentido profundo de la vida y los valores fundamentales que la animan. La convivencia humana está marcada por tensiones y conflictos que causan inseguridad y fatiga para encontrar el camino hacia una paz estable. En esta situación tan compleja, donde el horizonte del presente y del futuro parece estar cubierto por nubes amenazantes, se hace aún más urgente el llevar con valentía a todas las realidades el Evangelio de Cristo, que es anuncio de esperanza, reconciliación, comunión; anuncio de la cercanía de Dios, de su misericordia, de su salvación; anuncio de que el poder del amor de Dios es capaz de vencer las tinieblas del mal y conducir hacia el camino del bien.

El hombre de nuestro tiempo necesita una luz fuerte que ilumine su camino y que solo el encuentro con Cristo puede darle. La Iglesia no es una organización asistencial, una empresa, una ONG, sino que es una comunidad de personas, animadas por la acción del Espíritu Santo, que han vivido y viven la maravilla del encuentro con Jesucristo y desean compartir esta experiencia de profunda alegría. En esta vivencia estamos, unidos a nuestra misión diocesana en Benin. Una fe misionera. Este es el anuncio sencillo y audaz que queremos dar allá donde estamos.

 

+ Jesús Sanz Montes, ofm, arzobispo de Oviedo