25.10.13

¿Darwin tenía razón? –3

A las 10:21 AM, por Daniel Iglesias
Categorías : Creación y Evolución

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5. Desafíos al darwinismo desde la teoría de la información

Los cuerpos animales están repletos de órganos que requieren una coordinación muy ajustada de partes complejas para poder cumplir sus funciones. ¿Cómo tales órganos pueden haberse formado mediante una enorme cantidad de variaciones aleatorias pequeñísimas, cada una de ellas favorable para la especie? Por ejemplo, ¿para qué sirve el 5% de un ojo? Richard Dawkins respondió que puede servir para tener un 5% de visión. Pero es una falacia suponer que el 5% de un ojo implica un 5% de visión normal.

La teoría darwinista implica una enorme sucesión de hechos improbabilísimos. Lo menos que se puede decir es que el cálculo de probabilidades arroja muy serias dudas sobre esa teoría. En 1967, un encuentro en Filadelfia entre biólogos darwinistas y matemáticos dio lugar a una agria confrontación acerca de la plausibilidad de la evolución darwinista. Matemáticos como Ulam y Schützenberger concluyeron que el tiempo disponible desde el origen de la vida no era ni remotamente suficiente para que la evolución darwinista pudiera haber tenido lugar. La respuesta de los darwinistas fue dogmática: dado que la evolución darwinista de hecho ocurrió, las dificultades matemáticas se resolverán de un modo u otro.

Consideremos el número que el matemático William Dembski denomina “límite de probabilidad universal”. El valor que Dembski dio originalmente a ese límite es de 1 en 10 exp 150. Ese número es el inverso del producto de las siguientes cantidades aproximadas:

• 10 exp 80, el número de partículas elementales en el universo observable.
• 10 exp 45, la máxima tasa por segundo a la cual pueden ocurrir las transiciones en los estados físicos (es decir, el inverso del tiempo de Planck).
• 10 exp 25, mil millones de veces más que la edad estimada típica del universo en segundos.

10 exp 150 = 10 exp 80 × 10 exp 45 × 10 exp 25. Este valor representa un límite superior del número total de eventos físicos posibles de la historia cósmica, es decir de los eventos que podrían haber ocurrido desde el Big Bang.

El descubrimiento más comprometedor para las teorías materialistas o naturalistas de la evolución (como el darwinismo) es que los sistemas biológicos contienen información. La información biológica está contenida fundamentalmente en las moléculas de ADN (Ácido Desoxirribo-Nucleico). El ADN almacena las instrucciones para ensamblar proteínas, que constituyen el principal componente de las células. Esta información está representada bajo la forma de un código de cuatro caracteres: A, G, C y T, que corresponden respectivamente a la adenina, la guanina, la citosina y la timina, cuatro sustancias llamadas “bases”. El genoma de un virus puede estar compuesto, por ejemplo, por unas 20.000 bases. La cantidad total de permutaciones posibles de 20.000 bases es 4 exp 20.000, que equivale aproximadamente a 10 exp 12.041. Por su parte, el genoma humano está compuesto por unos 3.000.000.000 de bases, por lo cual la cantidad total de permutaciones posibles es 4 exp 3.000.000.000 = 10 exp 1.806.180.000 (aproximadamente). Más allá de estos dos ejemplos, las cantidades totales de permutaciones posibles de las bases del genoma de cualquier especie son números inconcebiblemente inmensos.

Comparando esos números con el “límite de probabilidad universal” podemos intuir fácilmente que la probabilidad de que esta información biológica (tan genial como la información contenida en una obra maestra literaria) sea únicamente producto del azar (por medio de mutaciones genéticas aleatorias) es tan abismalmente baja que debe ser despreciada. Es importante tener en cuenta que tanto en el caso de la información literaria como en el caso de la información genética, la cantidad de permutaciones “inútiles” supera enormemente a la cantidad de permutaciones “útiles”; y también que, en general, las distintas permutaciones “útiles” forman algo así como “islas” separadas por grandes océanos dentro de los respectivos espacios probabilísticos. A partir de aquí se puede inferir que afirmar que el azar es la única causa positiva del origen del genoma, a la manera neodarwinista, requiere una credulidad casi ilimitada. La reflexión acerca de estos datos de la ciencia contemporánea fue la razón fundamental que impulsó al filósofo británico Antony Flew (1923-2010), uno de los principales defensores del ateísmo, a cambiar de idea y anunciar que creía en la existencia de Dios, el Creador del mundo, de la vida y de la información genética contenida en los seres vivientes.

El mismo Dembski ha propuesto un criterio de detección del diseño inteligente basado en lo que él llama “información compleja y especificada” o “complejidad especificada”. La complejidad especificada está presente en un sistema o configuración si éste cumple las siguientes dos condiciones: a) es complejo, es decir: tiene una probabilidad de ocurrencia suficientemente baja, menor que el “límite de probabilidad universal”; b) es especificado, es decir: puede ser descrito por medio de un patrón especificado de forma independiente del sistema o configuración considerado.

Los siguientes ejemplos de Dembski ilustran este concepto: “Una sola letra del alfabeto es especificada sin ser compleja. Una frase larga de letras aleatorias es compleja sin ser especificada. Un soneto de Shakespeare es a la vez complejo y especificado.”

Según la experiencia humana universal, todos los sistemas con información compleja y especificada tienen causas inteligentes (no hay “falsos positivos”). En cambio el mismo criterio puede dar “falsos negativos”: algunos sistemas diseñados por agentes inteligentes no exhiben complejidad especificada; por ejemplo, porque un agente inteligente puede simular la acción de una causa no inteligente.

El criterio de la “complejidad especificada” fue planteado por Dembski en 1998 en una monografía titulada “La inferencia de diseño”. Dembski constata que diversas ramas de la ciencia (por ejemplo, la medicina forense, la arqueología, la criptografía, la inteligencia artificial, la búsqueda de inteligencia extraterrestre, etc.) son capaces de detectar un diseño inteligente. La teoría de la complejidad especificada justifica esos esfuerzos científicos sobre una base más general.

Dembski demuestra que los mecanismos naturales de la ley física (la necesidad) sólo pueden conservar o perder información, pero no producirla; y también muestra que el azar puede producir información compleja y no especificada o información simple y especificada, pero no información compleja y especificada. Por último, demuestra que la necesidad y el azar, trabajando juntos, tampoco pueden generar información compleja y especificada. A través de este proceso de eliminación, Dembski concluye que la complejidad especificada sólo puede ser debida a la inteligencia y es por lo tanto un indicador confiable de diseño. Dado que la complejidad especificada es una propiedad observable en los seres vivos (por ejemplo en el ADN), se infiere que los seres vivos no pueden haber surgido por medio de una evolución “no guiada”, sino que son el resultado de un diseño inteligente. (Continuará).

Daniel Iglesias Grèzes