30.10.13
La izquierda europea le consideraba como el mejor presidente que podía tener EE.UU. Pensaban que con él, la nación norteamericana perdería los tics típicos de su pasado imperialista. Creían que podría domar a la bestia. El proverbial anti-americanismo presente en el viejo continente estaba pasado por sus momentos más bajos.
Ahora se ha comprobado que Obama es un vulgar espía de tres al cuarto. Un James Bond a lo yankee. Un traidor que pincha los teléfonos de todo lo que se mueve por el mundo, lo que incluye Europa. Si a los gobiernos europeos les quedara un poco de dignidad, hoy estarían de vuelva a su casa todos los embajadores estadounidenses. Pero nada de eso ocurrirá. Fruncirán un poco el ceño, dirán algo tipo “qué traviesos habéis sido” y dentro de un par de semanas, aquí paz y después gloria. Habrá quien piense que todos se espían a todos, lo cual seguramente no está muy lejos de la realidad.
Obama también espió el Vaticano. Pincharon el teléfono del papa Francisco en Roma, antes del cónclave, cuando todavía era el “cardenal Bergoglio". Dadas las querencias telefónicas del Papa argentino, es bastante probable que todo lo que lograran fuera captar sus conversaciones con su familia, con algún cura de Buenos Aires o con la señora de la limpieza de su casa en la capital argentina. Sin duda también habrán intervenido las líneas de otros cardenales. Pues vale, que lo disfruten.
Dice el P. Lombardi que el tema no le preocupa gran cosa. A mí tampoco. Pero no estaría de más decirle a Obama que es un miserable. Que esas cosas no se hacen. Que deja en evidencia su verdadera naturaleza. Y que ya está bien de pisotear la dignidad del resto del mundo.
Luis Fernando Pérez Bustamante