16.11.13

José Valencia Janices, primer mártir de Paracuellos

A las 12:06 AM, por Santiago Mata
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Entre los seis beatificados que nacieron un 16 de noviembre, están el primero de Paracuellos, José Valencia Janices, y el segundo más joven de todos los 1.523: Federico Cobo Sanz, de 16 años.

Dos maristas del colegio de Chamberí
El hermano Benigno José, que es como se llamaba Valencia en la congregación de los Hermanos de las Escuelas Maristas (F.M.S.), tenía 29 años, ya que nació en Artajona (Navarra) en 1906, y comparte el título de primer mártir de Paracuellos con otro marista, Manuel Llop Plana (hermano Adrián, de 40 años; ambos han sido beatificados el 13 de octubre de 2013).

Valencia y Llop trabajaban en el colegio “externato Chamberí” de la calle Cisne (Eduardo Dato) número 3, escuela primaria y secundaria con 693 alumnos y una comunidad de 15 hermanos, ocho de los cuales residían en un apartamento en la Calle Modesto Lafuente. El hermano Benigno estuvo hasta el 26 de julio de 1936 en el colegio, pero ese día los echaron y se refugió en la residencia de la calle Modesto Lafuente, n. 7. “Optimista y atrevido, valiente y arriesgado”, según lo define el texto publicado por el obispado de Lleida, visita en la cárcel de las Ventas al hermano Bruno, su director, que ya había sido detenido y encarcelado.

A pesar del aviso del portero de que la policía controlaba a los hermanos, cierto día Valencia volvió a la residencia, con el hermano Adrián, a buscar comida. Los milicianos se enteraron y cuando los dos hermanos iban a empezar a comer, entraron, los detuvieron, los amordazaron y, entre insultos, se los llevaron, al parecer, a la checa de Bellas Artes y de allí, el mismo día 11 de agosto a Paracuellos de Jarama, donde les dieron muerte.

Mártir con su otro hermano salesiano

Federico Cobo Sanz, nacido en 1919 en Rábano (Valladolid), postulante salesiano de la comunidad de Carabanchel Alto (Madrid), estaba con su hermano Esteban (de 30 años), seminarista salesiano de la comunidad del colegio de San Miguel Arcángel (Paseo de Extremadura).

Esteban profesó en 1925 e hizo prácticas pedagógicas en la madrileña Ronda de Atocha de 1927 a 1931. A continuación estudió teología en Carabanchel Alto y en 1935 fue destinado al colegio de Paseo de Extremadura. Repetía con frecuencia que sería feliz si Dios lo elegía como mártir, y que si esos eran los designios de Dios, daría la vida con alegría por Él; que los enemigos de la Iglesia no sabían lo que hacían, y debía perdonarlos porque no habían recibido educación religiosa.

Federico llevaba en Carabanchel Alto tres cursos cuando ese seminario salesiano fue asaltado (el 20 de julio). Lo llevaron con sus compañeros al colegio militar Santa Bárbara. De donde lo sacó al día siguiente su hermana Cristina.

Estando en casa de ella, en el número 20 de la calle García de Paredes, solía ir a la Biblioteca Nacional, como su hermano, para evitar los registros y aprovechar el tiempo estudiando.

El 22 de septiembre, a las 7,30, cuatro milicianos invadieron el apartamento. A los dos los metieron en un coche y dijeron que los llevaban a la Dirección General de Seguridad, pero los fusilaron en Puerta de Hierro. Fueron beatificados el 28 de octubre de 2007.

Otros cuatro mártires nacidos un 16 de noviembre
Alfonso López López, sacerdote franciscano menor conventual de Granollers, nacido en 1878 en Secorún (Huesca), tenía 57 años cuando lo mataron en Samalús (Cànoves i Samalús, Barcelona) el 3 de agosto de 1936, junto con Miguel Remón Salvador, de 28 años. Los dos son los primeros de los conocidos en esa congregación como mártires de Granollers. Hizo los estudios eclesiásticos en Italia, tras su ordenación sacerdotal, estuvo tres años de confesor en el Santuario de Loreto (1912-1915) y pasó el resto de su vida en Granollers (Barcelona) como docente y director espiritual. Fue beatificado el 11 de marzo de 2001.

Josep Pla Arasa, sacerdote operario diocesano nacido en 1888 en Santa Bárbara (Tarragona), tenía 47 años cuando fue asesinado el 11 de septiembre de 1936 en Tortosa. Beatificado en Tarragona el 13 de octubre de 2013. Se dio la circunstancia de que un natural de ese pueblo, con su mismo nombre y apellidos, vivió como él en Zaragoza y Madrid, y sus familiares (de hecho descendientes) fueron contactados por si tuvieran que ver con el sacerdote, próxima su beatificación. Un botón de muestra sobre el grado de olvido en que han caído los mártires y sus familias.

Leandro Aloy Doménech hospitalario nacido en Bétera (Valencia) en 1872, tenía casi 64 años cuando lo mataron el 4 de octubre de 1936 en la playa de la Malvarrosa (episodio ya narrado en este portal) y fue beatificado en Tarragona el 13 de octubre de 2013. Aloy hizo la profesión solemne en 1903. No omitió, ni aún durante el dominio de los comunistas, sus rezos y prácticas piadosas. Estaba en la despensa y allí encerrado hacía sus ejercicios espirituales. Un día, ya había sido desmantelada la Iglesia, estaba en el coro haciendo sus rezos y lo vio un comunista. Profiriendo blasfemias, como un energúmeno, subió al coro para ver qué secreto llevaba entre manos el hermano. Con increpaciones le preguntó qué hacía allí; Aloy con entera serenidad contestó que rezar. Llenó de furor al comunista esta respuesta y echando mano a la pistola, se disponía a pegarle un tiro. El hermano aguantaba en silencio el chaparrón de improperios y solo replicó para decir a su enemigo: “Si Vd. me mata será por decir la verdad de lo que estaba haciendo”. Eran frecuentes en este hermano las invocaciones al Señor y suspiros que le salían del hondo del alma. “¡Hasta cuando Señor…!”. Cuando fueron detenidos para ser conducidos al suplicio decía exclamaciones muy fervorosas.

José Leoncio (padre Eladio) López Ramos, sacerdote de los Sagrados Corazones que trabajaba en la iglesia madrileña de Cristo Rey; nacido en Lacoro (Ourense) en 1904, tenía 31 años cuando lo mataron en Madrid el 8 de agosto de 1936. Tenía un hermano sacerdote en la misma congregación y una hermana religiosa. Profesor de niños en Madrid, en febrero de 1936 ingresó en la Cartuja Aula Dei de Zaragoza, pero por falta de salud volvió a Madrid. Al estallar la revolución, se refugió en una pensión, declarando que era sacerdote y que estaba dispuesto a realizar el sacrificio de su vida, si el Señor se lo pedía. La dueña era católica practicante, pero tenía a su servicio a una muchacha que decía que a los sacerdotes había que matarlos a todos, y que denunció al padre Eladio a milicianos de un Ateneo Libertario (CNT) que se presentaron el 7 de agosto en la pensión preguntando por los tres sacerdotes que había en ella. Se los llevaron y los dejaron en libertad, de momento, pero volvieron por ellos al día siguiente. Cuando fueron a su habitación, el padre Eladio confesó llanamente que no tenía documentación y que era sacerdote, que podían hacer con él lo que quisiesen. Esa misma noche fue condenado a muerte y fusilado, apareciendo su cadáver en la mañana del día 8 de agosto de 1936. Fue reconocido por su Superior Provincial, en el Depósito Judicial.

Más sobre los 1.523 mártires beatificados, en “Holocausto católico”.