19.11.13

Un amigo de Lolo - Lo que Dios quiere de nosotros

A las 1:24 AM, por Eleuterio
Categorías : General, Un amigo de Lolo

Presentación

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infringían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

Lo que Dios quiere de nosotros

“Si haría fácil Dios la Encarnación que apenas le bastó con ‘sí’”
Manuel Lozano Garrido, Lolo
Bien venido, amor (877)

Se ha dicho muchas veces y escrito otras tantas que los santos no son personas que, haciendo cosas muy especiales o grandes alcanzan tal grado de vivencia espiritual. No es que no hagan cosas importantes sino que, a lo mejor, les ha bastado con comprender lo que Dios quería de ellos y, ¡hala!, van y lo cumplen.

Algo así pasa con nosotros que, en demasiadas ocasiones, esperamos que Dios espere de nuestro actuar gesta propias de caballeros andantes de antaño o, como poco, de héroes de los más inverosímiles cómics.

Sin embargo, no es poco cierto que el Creador no ha querer, de nosotros, más que lo que Él mismo nos da para llevar a cabo. Y eso ha de ser así porque el Padre, que nos ha creado y mantiene en este valle de lágrimas como peregrinos, sabe hasta dónde nos puede exigir y de donde, es verdad, no se puede sacar más de lo que Él sabe que se puede sacar.

Dios exige. Sí. Pero no lo hace como un negrero o como un señor de los siervos de la gleba muy ajenos, ambos, a la dignidad de la persona pero, sobre todo, al qué puede, cada uno, dar como respuesta a lo que se le pide.

Dios nos conoce. Sabe, por tanto (como se dice en la parábola del sembrador) que, aunque nos haya regalado muchos dones, muchos hijos suyos seremos torpes y no los haremos rendir como él quiere que rindan y hasta es posible que los escondamos (como la luz bajo el celemín) para que nadie sepa que los tenemos no vaya a ser que nos exijan ponerlos en práctica. Tibieza espiritual se le puede llamar a eso.

De todas formas, el Creador, como pasó en el episodio de la aparición de Gabriel a la joven María, tampoco nos pide mucho. Tan sólo que le escuchemos y que llevemos a la práctica lo que nos dice que llevemos a la práctica. Es bien cierto, sin embargo, que muchas veces nos consideraremos incapaces de hacerlo pero eso es porque no comprendemos que Dios sólo nos pide lo que sabe que podemos hacer.

Nosotros, que somos libres por gracia de Dios, contemplamos excesivamente los pasos que vamos a dar si se refieren, los mismos, a causas del prójimo o, por decirlo con toda claridad, cuando debemos dar de nosotros más de lo que nuestro humano egoísmo nos permite dar. Entonces sí que damos vueltas a la noria para concluir, la mayoría de las veces, que tampoco va a ser eso, que Dios, a lo mejor, se conforma con un poco menos…

Un “sí” es suficiente, la mayoría de las veces, para dar con el mazo mientras rogamos a Dios (como dice el dicho) pero también es cierto que la boca pequeña la ponemos en demasiadas cosas cuando se trata de permanecer junto a quien nos necesita porque siempre tenemos cosas más importantes que hacer que ser asidero o mano que sujeta a quien la necesita.

Tan poco pide Dios y tan poco damos a sabiendas de que nos mira un tan gran Señor…

Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, ruega por nosotros.

Eleuterio Fernández Guzmán