24.11.13

 

Todavía hay ingenuos que se piensan que la culpa del no entendimiento entre la iglesia y los partidos políticos de izquierda la tiene la propia iglesia por ir por la vida de prepotente, lista, dogmática y nada proclive al diálogo. Anda que no habremos escuchado eso de la actitud de superioridad del beato Juan Pablo II, el dogmatismo de Benedicto XVI y, especialmente en España, lo de Rouco situándose por encima del bien y del mal, incluso en actitud abiertamente beligerante, a lo que se añadía la guinda de un Martínez Camino reconozcamos que poco dotado para suscitar simpatías.

Y claro, aquí nos venían los catoliquitos de buena voluntad diciéndonos eso tan viejo de que para entrar en diálogo con el mundo lo que hace falta es ir nosotros por la vida con otro “talante” (¿les suena?), con la ingenua pretensión de que el día en que tuviéramos un papa y unos obispos amables, simpáticos, cariñosos y preocupados por los pobres, la relación de la iglesia con el mundo, y especialmente con los políticos de izquierda sería por fin la de “amigos para siempre” y “vamos amarraditos los dos espumas y terciopelo". Ja.

Parece, dicen, que las cosas están cambiando en la Iglesia. Ha llegado la primavera con el papa Francisco, el efecto “franciscano” se va extendiendo por el mundo, y en la Iglesia española se acaba de producir un primer cambio en el secretario y portavoz de la conferencia episcopal en la persona de José María Gil Tamayo, un buen sacerdote, periodista, de buen carácter y que de momento ha caído bien parece que a todo el mundo (o casi, que no hay que exagerar).

Pues como prueba de que el problema era el “talente episcopal”, acaba de salirnos nada menos que el secretario de organización del PSOE, Oscar López, diciendo a la Iglesia eso tan bonito de “¿por qué no te callas?” y recordando que las leyes las hace el parlamento, como si Gil Tamayo se creyera que las hacen los partidos en sus trastiendas, qué cosas.

Aquí da igual Juan Pablo II, Benedicto XVI o el bonachón de Francisco. Lo mismo me da que me da lo mismo Martínez Camino que Gil Tamayo. Para el PSOE, que en esto está siendo fidelísimo a sus principios, la Iglesia que se calle porque para legislar está el parlamento. Es verdad que en otras ocasiones el PSOE dice que hay que escuchar la voz de la calle, tener en cuenta a los del 15 M, atender a los indignados, pero evidentemente no es lo mismo.

No se engañen. Pablo Iglesias, el fundador del PSOE lo tuvo muy clarito: “El partido que yo aquí represento aspira a concluir con los antagonismos sociales,… esta aspiración lleva consigo la supresión de la magistratura, la supresión de la iglesia, la supresión del ejercito…” y que yo sepa de esto no han renegado nunca. Más aún, el PSOE tiene un concepto de legalidad muy suyo: “Este partido está en la legalidad mientras la legalidad le permita adquirir lo que necesita; fuera de la legalidad cuando ella no le permita realizar sus aspiraciones“.

Por tanto el que se crea que el problema con un partido como el PSOE está en el “talante” de obispos y de la Iglesia en general, es que está más ciego que Rompetechos en un eclipse de sol.

Lo llevan en los genes. Se camuflan, disimulan, sonríen… pero a la Iglesia ni agua. Por más primavera que pueda barruntarse.