27.11.13

 

Hoy en Europa se abortan embriones y fetos humanos por el delito de venir con enfermedades. Hoy en Europa se puede aplicar la eutanasia a quienes consideran que la vida no es digna de ser vivida si se padece dolor y sufrimiento. Hoy en Europa se va a poder matar a un niño con el consentimiento de los padres por la misma razón.

Hoy en Europa no se puede denunciar la discriminación de los cristianos en sus lugares de trabajo. Hoy en Europa puedes acabar en la cárcel si se te olvida borrar un comentario ofensivo en el medio de comunicación digital que diriges.

Hoy en Europa eres un bicho raro si te parece mal que dos señores se casen. Hoy en Europa se quita la patria potestad a los padres que osan querer educar a sus hijos en casa -lo cual es algo habitual en otras naciones-, sin que ello signifique que no deban examinarse para comprobar que están recibiendo la formación adecuada.

Hoy en Europa se puede citar la encílica Mit brennender Sorge de Pío XI contra el nazismo de forma que parezca actual. Todo ello después de que hace cincuenta años otro Papa dijera esto:

No es que falten doctrinas falaces, opiniones y conceptos peligrosos, que precisa prevenir y disipar; pero se hallan tan en evidente contradicción con la recta norma de la honestidad, y han dado frutos tan perniciosos, que ya los hombres, aun por sí solos, están propensos a condenarlos, singularmente aquellas costumbres de vida que desprecian a Dios y a su ley, la excesiva confianza en los progresos de la técnica, el bienestar fundado exclusivamente sobre las comodidades de la vida. Cada día se convencen más de que la dignidad de la persona humana, así como su perfección y las consiguientes obligaciones, es asunto de suma importancia. Lo que mayor importancia tiene es la experiencia, que les ha enseñado cómo la violencia causada a otros, el poder de las armas y el predominio político de nada sirven para una feliz solución de los graves problemas que les afligen.

Eso sí, los profetas de calamidades están muy mal vistos. Tienen la manía de decir que es evidente que Satanás sigue siendo el príncipe de este mundo.

El problema es que el tiempo, independientemente del papel que se ocupe en la sociedad o en la Iglesia, pone a todos en su sitio.

Sigue siendo válido el mensaje de Cristo en el comienzo de su predicación pública:

“Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mateo 4:17).

Tener el Reino de los cielos a mano para esconderlo en el humo de Satanás del buenismo no puede dar buenos frutos. Quien, buscándolo o no, se encuentra con el aplauso fácil del mundo debería tener esto en cuenta:

No te complazcas en el aplauso de los impíos (Sir 9,17)

Y

Si fueseis del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, sino que yo os escogí del mundo, por esto el mundo os aborrece. (Jn 15,19)

Seamos fieles a Dios y atendamos el mandato de su Sabiduría en este tiempo de tinieblas: “Sea con los discretos tu trato, y tu conversación toda según la ley del Señor” (Sir 9,23).

Paz y bien a todos,

Luis Fernando Pérez Bustamante

PD: Estaré unos días sin escribir. No es por nada malo así que no me enviéis emails preguntando dónde ando, :D