IGLESIA EN ESPAÑA

Mons. Sanz Montes: “El mejor cartel vocacional lo hace nuestra propia vida”


 

Las vocaciones y las nuevas formas de vida consagrada en la Iglesia centran esta segunda parte de la entrevista realizada por Agencia SIC a Mons. Jesús Sanz Montes. El Arzobispo de Oviedo, franciscano, subraya un aspecto clave para despertar la inquietud vocacional: la vivencia alegre, sincera y unida a Dios de la propia vocación es, como él mismo afirma “el mejor cartel vocacional”. 

P.- España es una tierra tradicionalmente rica en vocaciones religiosas, sin embargo, en los últimos años, las respuestas a la llamada a una consagración en la vida religiosa parecen haber experimentado un descenso en nuestro país  ¿Cómo podemos recuperar esta sensibilidad social y eclesial para el fomento de las vocaciones a la vida consagrada? ¿Cómo despertar el interés vocacional en una sociedad cada vez más secularizada?

R.- Hace tiempo que escuché de un sabio jesuita que si para vivir como yo vivo no hace falta vocación de Dios, entonces Él no la concede. Aquello lo oí cuando yo era seminarista y jamás lo he olvidado. Porque en medio de las dificultades demográficas, sociológicas, y dentro de la misma sociedad secularizada, hay seminarios o noviciados que están muy precarios y casi vacíos, mientras que dentro de ese mismo panorama hay otros seminarios o noviciados que tienen gente. La pregunta yo no la lanzaría a los factores externos (que también cuentan, lógicamente), sino a los factores internos de la comunidad cristiana, los conventos, las parroquias, etc.

Cuando hay un religioso o un sacerdote que vive con ilusión, con fidelidad, con alegría su propia vocación, en torno a esas personas habrá otras que se interrogarán con inquietud vocacional. Así nos ha sucedido a algunos. El mejor cartel vocacional lo hace nuestra propia vida, y cuando aparece una religiosa o un sacerdote que vive con esa entrega al Señor, con una comunión sincera con la Iglesia, con un servicio  de veras hacia los hermanos, entonces surgen en torno a ellos las vocaciones. Porque la vocación la concede Dios, pero la pro-vocación nos la ha querido confiar a nosotros. Si nuestra vida no pro-voca es más difícil que Dios pueda llamar a través nuestro.

P.- En los últimos años, especialmente tras el Concilio Vaticano II han surgido variadas formas de consagración dentro de la Iglesia así como nuevos carismas religiosos que tienen numerosas vocaciones  ¿Cómo ve las nuevas formas de Consagración que surgen en la iglesia?

R.- Cada generación tendemos a olvidar las palabras que nos dijo Jesús y que custodia la Iglesia santa. Entonces Dios suscita nuevos carismas a través de los cuales se nos recuerda lo que estábamos olvidando o traicionando. Siempre resulta un aldabonazo el momento de estreno fundacional de estos caminos nuevos. Así ha sido siempre en la historia de la Iglesia: San Benito y sus monjes, San Francisco y sus frailes, San Ignacio y sus compañeros, Santa Teresa y sus hermanas, etc.

Las nuevas formas de consagración que van apareciendo a través del tiempo de la Iglesia representan la creatividad del Espíritu de Dios que para cada época suscita modos nuevos para vivir y testimoniar lo que no tiene tiempo pero que es preciso que se vuelva a escuchar y a contemplar. Estas novedades tienen al principio una gran cantidad de seguidores, y con el tiempo viene la solera humilde de crecer también en calidad aquilatando mejor cada vez la llamada recibida y aprendiendo incluso de algunos errores iniciales. Pero representan una verdadera gracia de Dios para nuestro tiempo.

(Mª José Atienza / Agencia SIC)