6.01.14

Las mujeres aullaban pidiendo que los fusilaran

A las 12:01 AM, por Santiago Mata
Categorías : Lugares: Barbastro (Huesca), Lugares: Santander, Lugares: Ciudad Real

No hay beatos del siglo XX español que padecieran martirio entre el 5 y el 13 de enero, así que para el día de Reyes hay que elegir a los tres nacidos un 6 de enero: dos claretianos y un marista.

Con el claretiano que rezaba una parte del rosario cada hora de cautiverio por orden cronológico de martirio, el primero es un estudiante claretiano asesinado en Fernán Caballero (Ciudad Real) el 28 de julio de 1936: Angel Pérez Murillo, de 21 años y natural de Montánchez (Cáceres, beatificado con sus 15 compañeros el 13 de octubre de 2013 en Tarragona.

El segundo es un alumno de teología también claretiano, asesinado en Barbastro el 18 de agosto de 1936: Jaime Falgarona Vilanova (izquierda en la imagen), de 24 años y natural de Argelaguer (Girona), beatificado en 1992 con sus 50 compañeros. Él y Atanasio Vidaurreta Labra (derecha), de 25 años, fueron los últimos estudiantes claretianos asesinados en Barbastro, que se salvaron de ir antes a la muerte por estar en el hospital, junto con el hermano Joaquín Muñoz. Pronto se pusieron bien, pero los médicos, que sabían estaban condenados, alargaron su permanencia lo que pudieron, hasta que el 15 de agosto, por la tarde, tuvieron que darles de alta, y sus guardianes los llevaron a la cárcel. El anciano Hermano Muñoz se pasaba el día rezando rosarios, pues se había propuesto rezar una parte por cada hora de cautiverio, según la biografía publicada por Hispania Martyr.

El terror imperaba en la cárcel por las noches. Los bocinazos del camión de la muerte a su llegada a la plaza; los ruidos de los cerrojos de las puertas vecinas; la lectura de las listas; la saca de los llamados. Al amanecer del día 18, se abrió la puerta de su celda y les despertó la voz del carcelero que tras los nombres de los sacerdotes Miguel Charles y los hermanos López, leyó el de los tres misioneros claretianos. Al Hermano Muñoz tuvieron que bajarlo entre dos. Al verlo tan achacoso y herniado, los milicianos se dijeron en voz alta: “¿Qué vamos a hacer con este viejo trasto inútil?”, y lo apartaron, volviéndole a subir a la celda. Él contó la vida en prisión.

Los estudiantes Jaime Falgarona y Anastasio Vidaurreta rindieron sus vidas bajo los faros cegadores del camión, en el mismo lugar que sus hermanos, en la carretera hacia Sariñena y Berbegal. Antonio Pueyo lo confirmó, porque se lo dijo Florencio Salamero, el hijo de la muda, del Comité Antifascista de Barbastro. Francisco Santaliestra fue testigo ocular: “Un día, fusilaron a tres y estuvieron los cadáveres hasta las ocho de la mañana. Quedó un rastro grande de sangre, tan grande que hicieron venir a uno para que picase la tierra. La cruz que han levantado luego está, exactamente, en el sitio en que estuvo la sangre”.

Compañeros del primer mártir de la revolución
El tercer y último mártir nacido el día de Reyes es el marista Leonardo (hermano Egberto) Arce Ruiz, de 29 años y natural de Arcellares (Burgos), asesinado el 23 de octubre de 1936 y beatificado en Tarragona el 13 de octubre de 2013. Como Martín Erro Ripa (hemano Teófilo Martín), de 22 años, el hermano Egberto trabajaba en la escuela de Barruelo de Santullán (Palencia) donde habían matado, en la madrugada del 6 de octubre de 1934, al hermano Bernardo (Plácido Fábrega Juliá).

Junto con otro de los cuatro maristas, al estallar la guerra, y con autorización de sus superiores, Arce y Erro tomaron el tren hacia Burgos, pero en la estación de Quintanilla de las Torres, según la información de su proceso de beatificación, “unos empleados del ferrocarril los reconocieron y algunas mujeres se pusieron a aullar y a pedir que los fusilaran. Los milicianos los detuvieron, los llevaron a Reinosa y los encerraron en la cárcel”. Allí, según un superviviente, “el viernes, 23 de octubre, a las 10 de la mañana, se abre la puerta del sótano: llaman a Martín Erro Ripa y a Leonardo Arce Ruiz. Nos separamos para no volverlos a ver. Por la cerradura pudimos ver cómo los esposaban; los hicieron subir a un coche y desaparecieron. Nos hicieron creer que los llevaban a Santander”. Tras la conquista de Santander, el 14 de octubre de 1937, en el Monte Saja, a 40 Km. de Reinosa, se descubrió una fosa común con 43 víctimas, entre ellas los dos maristas. Los cuerpos mostraban señales de mutilación, y de haber sido maniatados con alambres y cuerdas.

Más sobre los 1.523 mártires beatificados, en “Holocausto católico”.