10.01.14

 

Cuando ayer escribí un artículo sobre el P. Ignacio Peries señalando algo tan obvio como que no puede ser que un cura católico dedique un programa de televisión a poner como ejemplo de familia ideal a parejas homosexuales, algunas con niños, dije que era la primera vez que había oído hablar de ese sacerdote. Pero resulta que es toda una celebridad en Argentina. El caso es que varios lectores, de cuya ortodoxia no tengo la menor duda, me advirtieron que no estamos ante el típico cura progre, heterodoxo y dedicado a arremeter a todas horas contra la fe de la Iglesia.

Valga un ejemplo de ese tipo de comentarios:

Este sacerdote ha hecho mucho bien, he tenido tiempo de sobra de observarlo cuando he ido a buscar turno para un enfermo y de conversar con los que van a buscar sanación. Muchos son personas alejadas de la Iglesia, que pasan horas esperando y compartiendo entre si sus pesares y miedos, escuchan una misa por primera vez en años, comparten con personas de fe la Adoración al Santísimo, el rezo del rosario. Luego se van a sus casas, y rezan por meses las oraciones que les dio el Padre. Gente que por ahí no rezaba desde hace años lo hacen y perdonan a aquellos que los han herido, se amigan con personas con las cuales no se hablaban, etc. Y luego un día comienzan a ir a misa todos los domingos.

Una hermana en la fe argentina me ha enviado enlaces a varios vídeos sobre el P. Ignacio en Youtube en el que se señala el hecho de que tiene el don de sanación:
http://www.youtube.com/watch?v=G7Z231F-njM
http://www.youtube.com/watch?v=edZNdZj87Pg
http://www.youtube.com/watch?v=x1NN7z4NFeY

Pues bien, lejos de tranquilizarme toda esa información, creo que hace mucho más grave lo ocurrido. Para que ustedes me entiendan, vean la forma en que lo presentan en este medio digital argentino: “Es necesario que se acepte la hermosa realidad que viven”. Lean ustedes bien lo que aparece ese enlace, porque no tiene desperdicio. A mí me llama especialmente la atención lo que dicen la pareja de lesbianas:

“Nosotras no somos practicantes católicas, es más, yo vengo de una Iglesia Evangélica. Pero nos parece súper-valorable que un representante de la Iglesia nos convoque. Nos va a beneficiar a todos como sociedad y va a aliviar a mucha gente que se siente oprimida, que lo mantiene en secreto o que son rechazados por la familia por cuestiones religiosas. Es un honor. Fue un privilegio estar ahí ayudando a este paso”, dijo Loreley. Ni ella ni Alejandra pensaron alguna vez en ser entrevistadas por un cura. Sin embargo, para ellas es más bien una apertura de una persona que de la religión en sí. “Es valorable porque él convoca multitudes, es como un rockstar y colabora a que la gente se abra. Todavía hay parte de la sociedad reticente hasta a las leyes mismas. Gracias a actos como el de Ignacio, la gente está más abierta. La discriminación es mucho menor y casi podría decirse que es moda tener amigos gays, ser «gay friendly»”, señaló la pareja.

La “católica practicante” que viene de una “iglesia” evangélica no lo dice, pero sospecho que en su anterior comunidad eclesial le debieron decir que eso de ser cristiana y lesbiana “practicante” no cuela. Y lo que no cuela en un grupo evangélico, al parecer sí cuela en la Iglesia Católica. En realidad no cuela, pero ella cree que sí. Y el P. Ignacio Peries también lo cree.

El problema es que el P. Peries, como dice la otra lesbiana, es “como un rockstar y colabora a que la gente se abra“. ¿Y a qué se tiene que abrir la gente? A aceptar que dos mujeres se casen y tengan hijos adoptados o por fecundación in vitro. La fama notoria del cura hará que muchos fieles, no especialmente bien formados en la fe -o sea, la inmensa mayoría-, piensen que si incluso el P. Ignacio Peries piensa así, la Iglesia está a un tris de aceptarlo. Y como hasta el momento en que estoy escribiendo este post, nadie con autoridad en la Iglesia ha salido a decir que es intolerable que un cura católico haga eso -y ya han pasado 17 días desde el programa-, ¿qué hacemos? ¿Decimos aquello de “aquí paz y después gloria"?.

Demos por hecho que el P. Ignacio era hasta ahora un santo varón, sacerdote ejemplar, evangelizador, sanador, etc. ¿Convierte eso en bueno la barbaridad que ha cometido? Más bien lo contrario. Dice el libro del Ecclesiastés: “Una mosca muerta estropea el ungüento del perfumista, y un poco de locura puede pesar más que la sabiduría y la honra” (Ecc 10,1). ¿Se ha vuelto loco el P. Peries de forma que acepta ahora lo que a los ojos de Dios es una aberración (Romanos 1,26-27)? ¿ha sido engañado por algún espíritu inmundo, de esos que andan buscando a quién devorar (1ª Ped 5,8)? No lo sé. Lo que sí sé es que cada minuto que pasa sin arrepentirse y pedir disculpas y cada hora que pasa sin que alguien con autoridad en la Iglesia le conmine a rectractarse, el escándalo crece. Y el daño causado aumenta. Es un daño muy superior al que provocan aquellos sacerdotes y religiosos que se caracterizan por burlarse del magisterio de la Iglesia cada vez que abren la boca. El programa el P. Ignacio Peries es más peligroso que viente libros del P. Juan Masiá o Sor Teresa Forcades. De estos ya sabemos lo que se puede esperar.

Desgraciadamente en los últimos años hemos asistido a escándalos protagonizados por sacerdotes muy famosos. Ahí están los casos de Alberto Cutié, el P. Corapi o el mismísimo Maciel. Cuanto más mediático es un cura, más expuesto está a ser tentado por el príncipe de este mundo. Líbrenos Dios de la fama mundana y carnal, sobre todo si está disfrazada de espiritual.

Toca rezar mucho por el P. Peries, para que el Señor le conceda la gracia de arrepentirse y pedir perdón. Creo que está en juego la salvación no solo de su alma, sino de la de muchos fieles. Desde luego, la de las parejas homosexuales que fueron a su programa, que han sido “vacunadas” contra la verdad por medio de un jarabe de veneno mortal, aromatizado con el buen sabor de palabras falsamente misericordiosas y comprensivas. Habrá muchos a quien ese peligro les dé igual. Habrá muchos que piensen que exagero. Que soy un agonías. Incluso que soy juez implacable, tocanarices, inquisidor, chivato, el que tira la primera piedra, etc. Llevo años leyendo ese tipo de opiniones sobre mi actividad pública. Pues bien, sé que lo va a hacer, pero pido a Dios que me juzgue según yo “juzgo” -más bien opino- esta situación. Prefiero condenarme en el infierno por pasarme de rosca que por ser cómplice del mal, del error y de la apostasía.

Kyrie eleison.

Luis Fernando Pérez Bustamante