13.01.14

Actualidad de la encíclica Mystici Corporis

A las 8:00 AM, por Germán
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El Papa Pío XII, promulgó la encíclica Mystici Corporis Christi hace un poco más de 70 años, el 29 de junio de 1943. En ella el Pontífice saliendo al paso de interpretaciones parciales, explana una síntesis del misterio de la Iglesia para afirmar que la Iglesia es una misteriosa analogía con el Verbo Encarnado, humana, divina, espiritual y temporal.

La Mystici Corporis imprimió una «nueva conciencia en la Iglesia y produjo en su época un fervor y un estudio crecientes de la eclesiología», es «por ello un documento de alcance verdaderamente histórico».

Santo Tomás de Aquino había afirmado que la doctrina del Cuerpo Místico de Cristo, es la doctrina central de la Iglesia, de ahí que, esta doctrina debe ocupar su debido lugar, «bien se la pudiera llamar el alma de las demás doctrinas».

La analogía que hace san Pablo del cuerpo humano con la Iglesia nos da un concepto claro de su unidad, diversidad e interdependencia: Rom 12; 1Cor 12; Ef. 1, 3-3, 21; Col 1, 3-29. Para comprender toda la belleza de la Iglesia y de nuestra personal relación con Cristo y con nuestros hermanos, san Pablo nos presenta la comparación del cuerpo humano. Somos un mismo cuerpo con Jesús que es la cabeza y nosotros los miembros. Noción que no es una teoría abstracta y sí un evento que se concreta en los sacramentos del Bautismo y de la Eucaristía.

Empero, como todos los pasajes del Evangelio, todas sus afirmaciones, todas sus enseñanzas son discutidas y negadas, también sobre esta bella descripción del Cuerpo Místico según san Pablo, se ha querido arrojar la sombra de que no hizo sino copiar una afirmación de la filosofía estoica.

Pero es totalmente falsa la afirmación, por más que sea repetida, de que Pablo no habría hecho otra cosa que aplicar a la Iglesia una alegoría difundida en la filosofía estoica de su tiempo,

La alegoría estoica compara el Estado a un organismo, en el cual todos los miembros deben cooperar. La idea del Estado con el organismo es una metáfora para indicar la dependencia de todos con todos, y, por consiguiente la importancia de las diversas funciones que están en el origen de la vida de la colectividad. Cada órgano tiene su particular importancia. Es insensato que todos quieran ser una misma cosa porque entonces en vez de llegar a ser algo más elevado se rebajan todos y se destruyen mutuamente.

Esta comparación era utilizada para calmar a las masas agitadas y llamarlas al cumplimiento de sus funciones.

No se puede negar que Pablo se sirvió de ideas reinantes para convertirlas en realidades diversas, más hondas, más dependientes de la Divinidad. Por eso san Pablo dice a los corintios divididos entre ellos, que sería necio si de repente el pie quisiera ser mano, o el oído quisiera ser ojo. Si todo el cuerpo fuese ojo ¿dónde estaría el oído? Si todo el cuerpo fuese oído ¿dónde estaría el olfato? Pero Dios ha dispuesto los miembros, de modo distinto en el cuerpo, como ha querido. Muchos son los miembros pero uno solo es el cuerpo.

No importa de dónde haya tomado Pablo la comparación porque él le da un sentido nuevo, En cuanto el cuerpo no se forma en una institución judicial y civil cual es el Estado, sino en torno a Dios, cuyos miembros verdaderos resultan los bautizados.

Si un cuerpo natural funciona sólo en parte, lo pagará con un desastre parcial o total. Un cuerpo medio vivo o medio muerto falla en su funcionamiento de dar vida a la cabeza. Ninguna parte del cuerpo puede actuar independientemente, la acción de cada uno de los miembros afecta a los demás en una forma tal que basta que uno solo falle para que todos los otros sientan una pérdida.

La razón es que las acciones de los hombres que no están en gracia de Dios, aunque tengan su valor, como enseña el Vaticano II, no rebasan los límites de lo humano. En cambio, cuando un hombre está en gracia de Dios es miembro del Cuerpo Místico de Cristo, y entonces sus obras, por sencillas que sean, pertenecen a un plano sobrenatural, infinitamente superior a todo lo humano (Para Salvarte, Jorge Loring S.I., pág. 140, 34ª edición).

Una vez finalizado el Concilio Vaticano II la eclesiología sufrió un proceso de protestantización y politización, se buscó una redefinición de Iglesia, una recreación (Boff), una «nueva eclesiología», proceso en el que a la Teología de la Liberación la cupo un papel descollante propiciando una Iglesia=«comunidad revolucionaria».

«La Iglesia tiene que ser la comunidad revolucionaria y quebrantar las leyes que destruyen las personas» (Teología negra de la liberación, James Cone, pág. 162). Del Cuerpo Místico de Cristo, digamos que, una vez anulada por la Teología de la Liberación toda dualidad de naturaleza y gracia, una vez absorbida la gracia en la historia “total” de la humanidad, ese Cuerpo (la Iglesia) ya no tiene razón de ser: es cósmico y lo abarca todo (Iglesia, carisma y poder, Leonardo Boff, pág. 241), «la Iglesia de los pobres significa una Iglesia de clase, que ha tomado conciencia de las necesidades de la lucha revolucionaria como etapa hacia la liberación, y que celebra esta liberación en su liturgia»  (Instrucción sobre algunos aspectos de la «Teología de la liberación», X, 10).

Quizás a esas «recreaciones eclesiales» se refería el Venerable Fulton Sheen:

El, (Satán) formará una contra-iglesia que será el mono de la iglesia, porque el diablo es el mono de Dios. Tendrá todas las características de la Iglesia, pero a la inversa y vaciadas de su contenido Divino. Será el cuerpo místico del Anticristo, tan parecido externamente al Cuerpo Místico de Cristo. Luego se verificará una paradoja: las mismas objeciones con que los hombres del último siglo rechazaron la iglesia, serán las razones por las que aceptarán la contra-iglesia (El comunismo y la conciencia de Occidente, (Bobbs-Merrill, 1948), páginas 24 – 25)

la «recreada» Iglesia «cuerpo político de los pobres».