15.01.14

 

Tristes. Muy tristes novedades en lo concerniente a la exposición en Vigo sobre madre Teresa de Calcuta. Ya nos dijeron ayer que había levantado ampollas en los sectores laicistas y radicales porque veían el asunto como apología del catolicismo.

Pues acabo de ver la noticia aquí mismo de que se ha llegado a una solución de compromiso que consiste en quitar de la exposición unos cuantos símbolos religiosos para que nadie se moleste. Pues qué bien. Eso es lo que se llama cargarse una exposición, falsear la realidad, faltar al respeto a la beata Teresa y difuminar el fundamento de su vida y su labor: el amor a Cristo.

Va a quedar una exposición falsa, adulterada, absurda, ininteligible y vergonzante, eso sí, políticamente correcta, de pasteleo, de te quiero me quieres, amigos for ever.

Me duele en el alma porque esto no es más que una prueba más de cómo nos movemos como Iglesia: acogotaditos por el qué dirán, capaces de hacer imposibles equilibrios para no ofender a quien se ofenderá de cualquier modo, e incapaces de ser fieles a la misma beata Teresa de Calcuta, a los católicos que quieren recordar a la beata ENTERA y más incapaces aún de evangelizar, ya que si en su vida quitamos a Cristo, en lugar de presentar los frutos de una vida entregada al Señor, lo que se hace es explicar una ONG más que llevaba una señora vestida con sari.

Me imagino el asunto. Los radicales, esos que protestan por todo y además agriamente en señal de respeto a lo ajeno, montan la bronca. Los políticos, que por un voto pierden el trasero, se ponen de los nervios y ay, ay, ay y ahora qué hacemos. Llamada a los responsables de la exposición para ver cómo se bajan los pantalones sin que se note mucho. Para llegar a la conclusión de que sí, se queda la exposición, pero por la cosa de llevarnos bien suprimiendo los símbolos religiosos ¡en Teresa de Calcuta! Y alguien, supongo que en nombre de la Iglesia, dice que vale y todos felices.

Pues sepan que servidor no está feliz, aunque en Vigo la opinión de un párroco de la periferia de Madrid les importe un bledo, y que si para hacer una exposición sobre Teresa de Calcuta en un centro oficial, es decir, de todos, TAMBIÉN DE LOS CATÓLICOS, hay que falsear su vida, su motor, su centro y su todo, pues que no merece la pena.

¿Qué se hace en estos casos? No sé. Pero si a mí me pasara, y tuviera que tomar la decisión, lo tendría claro: nota oficial denunciando presiones, retirada de la exposición del lugar donde está ubicada ahora mismo y traslado a la mismísima catedral.

Seguro que muchos me dirán que no hay que ponerse así, que mejor quitar algunos símbolos religiosos, que no hay que ser tan radical, que así no llegaré a parte alguna. Puede ser. Pero es que la experiencia me dice que admitir un chantaje tiene como consecuencia vivir en la permanente bajada de pantalones. Y con los bajos de servidor no se juega.