22.01.14

El Cardenal Fernando Sebastián y los límites

A las 12:11 AM, por Eleuterio
Categorías : General, Defender la fe

Fernando Sebastián

Los sociatas, los bienpensantes y los políticamente correctos, están que trinan. No admiten que nadie les lleve la contraria ni que se manifieste quien quiera que sea en contra de lo que su malsana ideología establece como bueno para la humanidad. No soportan que se digan las verdades como puños pues son ellos los que están acostumbrados a sostener lo que les place sin que se les pueda achacar maldad alguna.

En realidad, ahora la han tomado con el cardenal electo que fuera Arzobispo de Pamplona (además de otras diócesis, claro, de las que también fue pastor) don Fernando Sebastián. Según parece, que el buen hombre diga lo que piensa sobre asuntos “intocables” para los progres (políticos y eclesiales) no ha caído demasiado bien.

Dice, por ejemplo, la portacoz socialista en el Ayuntamiento de Málaga, María Gámez, que “El cardenal se ha saltado los límites”.

¡Uhhhh! ¡Qué miedo! El cardenal ha osado sobrepasarse y, haciendo uso de no sé qué libertad que crea tener, se ha manifestado por encima de aquello que, según esta persona (que ha conseguido con esto sus cinco minutos de gloria) no está bien manifestarse.

Lo que pasa es que, en democracia, en “esta” democracia, lo que está bien o está mal siempre lo establecen los políticos de izquierdas y sus cofrades los cobardes de supuestas derechas. Y, claro, tales límites no conviene sobrepasarlos pues, de inmediato, te ponen en la hoguera para quemarte o a los pies de los caballos para que te pisoteen. Aunque, en realidad, en esto no han innovado nada estos politiquillos dictadorzuelos porque en otras épocas de la historia eso mismo ya lo hicieron los antepasados de su misma ideología. Nihil novum… pues.

Pero lo bien cierto es que, hasta que se le entregue el anillo cardenalicio a Fernando Sebastián le van a estar dando, como se dice popularmente, “hasta en el cielo de la boca” porque está en la naturaleza, podrida, de los progres actuar así. No lo pueden evitar. Es escuchar algo sobre la homosexualidad o sobre al mujer que no concuerde con sus aberrantes ideas y, iso faito (como diría el nunca suficientemente admirado Cantinflas) empiezan a salivar como el perros de Pavlov que, como sabemos, era un médico ruso que se dio cuenta de que los canes que tenía en su laboratorio comenzaban a salivar tan sólo con escuchar los pasos de la persona que les llevaba la comida. Y no es que quiera llamar perros a los que tienen ideología socialista pues tengo un amor grande por tales animales y no merecen determinadas asimilaciones. No se trata de eso… sino de lo que se trata.

-Bueno, bueno, todo esto está muy bien pero ¿Qué ha dicho el cardenal?

-No sea usted impaciente. Ahora viene eso.

Al parecer, mucho que no ha gustado. Esto, por ejemplo:

Cuando le preguntan esto: ¿Entiende como tal la homosexualidad desde el punto de vista de la moralidad?

Dice esto:

Sí. Muchos se quejan y no lo toleran, pero con todos los respetos digo que la homosexualidad es una manera deficiente de manifestar la sexualidad, porque ésta tiene una estructura y un fin, que es el de la procreación. Una homosexualidad que no puede alcanzar ese fin está fallando. Eso no es un ultraje para nadie. En nuestro cuerpo tenemos muchas deficiencias. Yo tengo hipertensión, ¿me voy a enfadar porque me lo digan? Es una deficiencia que tengo que corregir como pueda. El señalar a un homosexual una deficiencia no es una ofensa, es una ayuda porque muchos casos de homosexualidad se pueden recuperar y normalizar con un tratamiento adecuado. No es ofensa, es estima. Cuando una persona tiene un defecto, el buen amigo es el que se lo dice.

Pues no. Al parecer no se puede decir que la homosexualidad es una anormalidad o algo antinatural porque lo normal y lo natural es que cada ser sea lo que es: el hombre es hombre y la mujer es mujer y han de cumplir con aquello que Dios, en la naturaleza, estableció como propio para cada uno de ellos. ¿Es eso falso?

También sabemos que los partidarios de la llamada “ideología de género” repudian todo aquello que sea natural porque les gusta manipular todo lo que sea posible la naturaleza de las cosas, de determinadas cosas y, al parecer, escoger el sexo de la persona cuando a ella le parezca es lo que creen fetén, perfecto y moderno.

Pero nada de eso tiene que ver con la verdad que es, sencillamente, la que apunta el cardenal Fernando Sebastián.

Y, cuando le preguntan, sobre al aborto, si es que le inquieta todo lo que se está suscitando en torno a este asunto, dice que

Me inquieta que la sociedad española haya asimilado la normalidad del aborto. Es un debate mal planteado. Se elude la verdad del aborto. No es la interrupción del embarazo, es la interrupción de la vida de un ser humano incipiente que está en el vientre de su madre. A partir de ahí podemos discutir si es lícito o despenalizado. ¿Una mujer sensata y normal es capaz de reclamar el derecho a acabar con la vida del hijo que lleva dentro? No tiene sentido políticamente ni antropológicamente hacer del aborto una bandera de modernidad. Es un tema de reflexión más humanista que religiosa.

A este respecto, dice la portacoz citada arriba que no le parecen muy bien estas palabras porque “iguala a la mujer que decide sobre su cuerpo con una mujer insensata y anormal”.

Sin embargo, lo que pasa es que la portacoz socialista parece que no entiende que no se trata de que la mujer decida sobre “su cuerpo” como si decidiera cortarse las uñas o el pelo sino que decide “sobre otro cuerpo” que es el del ser vivo, humano a más señas, que lleva dentro de su seno. No es “su” cuerpo sino “otro”, otro, otro, otro, otro, otro, otro, otro, otro y otro cuerpo. ¿O es que cree esta señora que el ser humano que surge tras la fecundación es como una víscera de su cuerpo o como un brazo? ¿No sabe que tiene sus células tal ser, que tiene sus brazos, sus piernas, sus ojos, su nariz, sus órganos sexuales, sus intestinos, su corazón, su hígado o, en fin, todo lo que constituye y forma un ser humano? ¿Es que es tan zote esta señora como para querer que comulguemos con tales ruedas de molino? ¿Es que no se puede decir que eso no puede ser y que, además, es imposible? ¿Es que no comprende que las cosas no son como ella quiere que sean por mucho que quiera que así sean y que son como son?

Pues nada, ahí están arreándole mandobles al próximo cardenal. Y el bueno hombre, a sus muchos años al servicio de la Iglesia católica ha de soportar que haya personajillos como, por ejemplo, esta portacoz socialista de Málaga, una chiquilicuatre de la política sociata, que salgan a enmendarle la plana.

¡Ah, bueno, se me olvidó decir que el cardenal electo se atrevió a hacer algo que, al parecer nunca debía haber hecho!

En una ocasión, ante la situación por la que pasa la llamada “derecha oficial” española (véase el Partido Popular) se le ocurrió decir que los españoles católicos deberían votar “a partidos políticos fieles a la doctrina social de la Iglesia en su totalidad, como por ejemplo Comunión Tradicionalista Carlista, Alternativa española, Tercio Católico de Acción Política y Falange Española de las Jons”.

¡Acabáramos! Mira que tratar de mover la silla de los apoltronados señores políticos de esta nación hasta ahora llamada España y querer que se vote a alguien a quienes los mismos quieren dejar fuera del “sistema”. ¡Hasta aquí podríamos llegar!

No extraña, para nada, que pasen cosas como éstas: ni que don Fernando Sebastián diga lo que dice ni que los sociatas hagan lo que hacen. A cada cual le corresponde hacer según es.

Ahora bien, que nadie vaya a creerse que esto no tiene consecuencias en la vida eterna. Como diría el P. Jorge Loring, aquellos que no creen en el infierno ya se enterarán cuando mueran. Será tarde pero ya se enterarán.

Eleuterio Fernández Guzmán