28.01.14

 

Felicidades, monseñor Sebastián, cardenal in pectore de la Santa Iglesia Romana. Acabo de enterarme de que ha colgado sobre su flamante sotana, pronto adornada con el púrpura de su dignidad, la medalla de oro de la decencia y el bien hacer. No podía ser de otra manera.

Hay medallas que uno recibe directamente de alguien que tiene la facultad de concederlas. Otras nos vienen de forma indirecta. Quizá estas últimas tienen más valor porque van prendidas a la hombría de cada cual con los broches de la valentía, el riesgo y el arrojo de quien no tiene miedo a la verdad y dice lo que cree que tiene que decir en conciencia, aún a sabiendas de que muy posiblemente recibirá el linchamiento de los miserables.

Existen cosas que no se perdonan. Si monseñor Sebastián hubiera exigido la disolución de ETA y una petición expresa de perdón de la organización terrorista a las víctimas, clamado contra el aborto, hubiera denunciado la corrupción de partidos y sindicatos, o incluso les hubiera afeado su conducta de seguir viviendo como pachás mientras la gente pasa necesidad, no hubiera sucedido nada. Quizá algún trasero removiéndose en el asiento mientras apela a la edad del opinante. Nada de nada.

Pero monseñor Sebastián habló de homosexualidad, y eso en este país es como mentar a la bicha. Que yo recuerde en España solo se han dado dos casos de reprobar desde una institución política a un obispo: el ayuntamiento de Alcalá de Henares lo hizo con monseñor Reig Pla por una homilía y ahora nada menos que el parlamento navarro con monseñor Sebastián. En los dos casos por lo mismo: por hablar de la homosexualidad apartándose de lo políticamnte correcto.

De entre todos los argumentos ofrecidos en el parlamento navarro destacan, no podía ser de otra manera, los de Bildu, que llega a afirmar, tócate los pies tía Pascuala, que las declaraciones sobre la homosexualidad de monseñor Sebastián «contravienen principios fundamentales de libertad, decencia y modernidad».

Manda güevos –Trillo dixit- que nos venga a hora Bildu a definir lo que son la libertad, la decencia y la modernidad. Bildu. Nada menos que Bildu. Una formación política a la que cualquiera identifica con ETA. Los mismos que jamás condenaron un atentado terrorista hablando de decencia. Los mismos que consiguieron convertir el País Vasco en el territorio del miedo y la sospecha, dando lecciones de lo que es la libertad. Modernidad… por lo visto modernidad es justificar el terrorismo, y ahí tienen las hemerotecas. Pues ya ven, estos individuos, porque no pretenderán que les llame señores, llenándose la boca con decencia, libertad y modernidad.

Lo preocupante, D. Fernando, sería que desde Bildu aplaudieran sus declaraciones como hacen con las de monseñor Uriarte y antes hicieron con las de monseñor Setién. Lo terrible, contar con su beneplácito. Estoy seguro de que para usted, hombre de bien, sería un peso difícilmente soportable.

No voy a entrar en si sus declaraciones hablando de homosexualidad son perfectas o matizables, porque ahora mismo me da exactamente igual. Al acusarle Bildu de ir en contra de los principios fundamentales de libertad, decencia y modernidad, habida cuenta de cómo entienden en la práctica esos conceptos, lo que han hecho es confirmar, delante de la sociedad navarra y española, que es usted un hombre libre, decente y moderno.

Felicidades de nuevo, monseñor.