5.02.14

El clamor de un condenado a muerte

A las 11:46 PM, por Andrés Beltramo
Categorías : Papa Francisco

Del Vatican Insider

“Si habré rezado por ese cordobecito”. Pocas palabras llenas de misericordia las que dedicó hoy el Papa a Lidia Guerrero. Francisco se refería al hijo de esa señora, Víctor Saldaño, condenado a muerte en Estados Unidos y preso –sin ejecución- desde 1996. La madre llegó hasta la Plaza de San Pedro para pedir una intermediación del pontífice que subsane una historia de injusticia y errores legales.

No obstante la lluvia Jorge Mario Bergoglio saludó a Lidia, al finalizar la audiencia general de los miércoles en la cual participaron más de 13 mil personas. Con ella asistieron al encuentro los abogados Juan Carlos Vega y Esteban Llamosas, acompañados por Andrea Poretti de la Comunidad de San Egidio, movimiento empeñado a nivel internacional en la lucha contra la pena capital.

“Como madre pedí la intercesión de él ante el gobierno de Estados Unidos solicitando la clemencia, que le perdonen la pena de muerte (a Víctor). Lo hice verbalmente y lo haré por escrito. Admiro la humildad, la sencillez con la cual él se comunica con todos. El Papa asintió con la cabeza y me dijo: ‘¡si habré rezado por ese cordobecito!’. Se interesó mucho con el tema de la pena de muerte”, contó Guerrero al Vatican Insider.

De hecho cuando el líder católico supo que detrás de este reclamo estaba San Egidio exclamó: “Sigan adelante con este trabajo”.

El caso de Saldaño tiene trazos de increíble. Arrestado en el estado de Texas en 1996, fue condenado a muerte seis meses después. Pero en el año 2000 la Suprema Corte de los Estados Unidos anuló la sentencia tras considerar que estaba viciada por discriminación racial.

Desde su primera condena el compatriota del Papa, originario de la provincia argentina de Córdoba, se encuentra en el corredor de la muerte. Día tras día espera una ejecución que no llega. Su abogado, Vega, asegura tener las pruebas con las cuales demostrar la incapacidad psicológica a la cual ha sido sometido tras permanecer por tanto tiempo en esa condición.

El fallo de la Suprema Corte obligó a reponer el primer juicio y este se realizó en 2004, con una nueva sentencia a muerte. “Estamos seguros que en el segundo proceso se juzgó a un loco”, asiente Vega refiriéndose al impacto mental de tantos años en el corredor de la muerte.

Desde 1998 el caso es analizado –también- por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, con una denuncia de Saldaño contra los Estados Unidos. Actualmente se encuentra en fase de “solución amistosa”, pero las partes no han llegado a un acuerdo aún.

Los abogados buscan resultados pronto. Esperan lograr que su asistido sea trasladado a una cárcel común. Pero una y otra vez parecen chocar contra un muro de goma, en un estado (Texas) con un largo historial de ejecuciones.

Su petición al Papa parece su última alternativa. Aunque la Cancillería argentina no quiso apoyar una solicitud a la Corte Interamericana para que declare a Estados Unidos responsable de los errores judiciales, la embajada de ese país ante la Santa Sede gestionó el saludo con Francisco. Ahora Lidia y los demás esperan que la audiencia de Bergoglio con el presidente Barack Obama, previsto para el 27 de marzo, cambie las cosas.

Por lo pronto Guerrero se conmueve hasta las lágrimas cuando habla de su hijo en la cárcel, al cual no ve desde hace más de dos años. “Está totalmente dopado, anulado psicológica y físicamente”, lamentó.

“La Suprema Corte de Estados Unidos dijo textualmente: debe tener un nuevo juicio o quedar libre. Él ya tuvo otro juicio el cual padece de errores legales gravísimos. Entre otras cosas no me dejaron declarar a mí cuando yo había sido invitada especialmente por el juez porque era muy importante y no me dejaron declarar para que no dijeses que está loco”, reclamó la madre.

“Pido que se cumpla la segunda opción. Para mí debe quedar libre, es esa opción y no hay otra. Estados Unidos reconoce constitucionalmente su obligación de liberar a los prisioneros cuando ellos aceptan que cometieron errores. Después de tantos años de tortura considero que sería justo que a mi hijo se le concediese la libertad”, apuntó.