ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 09 de febrero de 2014

LA FRASE DEL DÍA

"No morirá de mala muerte el que oye devotamente y con perseverancia la Santa Misa". San Agustín (354 - 430)

 


El papa Francisco

Las palabras del Papa en el ángelus de este domingo
Texto completo. El Pontí­fice explica que la vocación del cristiano es ser una lámpara encendida para los demás

Santa Sede

Monseñor Pietro Parolí­n: en la Curia con el estilo de Francisco
Entrevista al secretario de Estado vaticano en el diario 'Avvenire'. Nuestro dicasterio se convierta en modelo de renovación para toda la Iglesia

Mirada al mundo

Card. Cipriani: 'El cinismo que se está apoderando de la agenda mundial es inmenso'
Declaraciones del arzobispo de Lima sobre el informe del Comité de las Naciones Unidas para los Derechos del Niño

España: portavoz de los obispos alerta de una 'inquisición laica' al amparo de la ONU
Gil Tamayo sobre el informe de Naciones Unidas: pretende establecer unos dogmas ideológicos como universales para todo el mundo

Espiritualidad

Beato Leopoldo de Alpandeire
«El virtuoso capuchino, santo limosnero, conquistó incontables almas para Cristo haciendo de su misión un campo abonado para que germinase el bien en los corazones afligidos. En todos infundió su excelsa devoción por la Virgen María»


El papa Francisco


Las palabras del Papa en el ángelus de este domingo
Texto completo. El Pontí­fice explica que la vocación del cristiano es ser una lámpara encendida para los demás

Por Redacción

CIUDAD DEL VATICANO, 09 de febrero de 2014 (Zenit.org) - Como cada domingo, el papa Francisco rezó la oración del ángelus desde la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico, ante una multitud que le atendía en la plaza de san Pedro.

Dirigiéndose a los fieles y peregrinos venidos de todo el mundo, que le acogieron con un largo y caluroso aplauso, el Pontífice argentino les dijo:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

En el Evangelio de este domingo, que viene inmediatamente después de las Bienaventuranzas, Jesús dice a sus discípulos: "Vosotros sois la sal de la tierra... Vosotros sois la luz del mundo" (Mt 5, 13-14). Esto nos sorprende un poco, si pensamos en los que tenía delante Jesús cuando decía estas palabras. ¿Quiénes eran aquellos discípulos? Eran pescadores, gente sencilla... Pero Jesús los mira con los ojos de Dios, y su afirmación se entiende precisamente como consecuencia de las Bienaventuranzas. Él quiere decir: si seréis pobres de espíritu, si seréis mansos, si seréis puros de corazón, si se seréis misericordiosos... ¡Vosotros seréis la sal de la tierra y la luz del mundo!

Para comprender mejor estas imágenes, tengamos en cuenta que la ley judía prescribía poner un poco de sal sobre cada oferta presentada a Dios, como un signo de alianza. La luz, entonces, para Israel era el símbolo de la revelación mesiánica que triunfa sobre las tinieblas del paganismo. Los cristianos, el nuevo Israel, reciben, entonces, una misión para con todos los hombres: con la fe y la caridad pueden orientar, consagrar, hacer fecunda la humanidad. Todos los bautizados somos discípulos misioneros y estamos llamados a convertirnos en un Evangelio vivo en el mundo: con una vida santa daremos "sabor" a los diferentes ambientes y los defenderemos de la corrupción, como hace la sal; y llevaremos la luz de Cristo a través del testimonio de una caridad genuina. Pero si los cristianos perdemos sabor y apagamos nuestra presencia de sal y de luz, perdemos la efectividad.

¡Pero que hermosa es esta misión de dar luz al mundo! Pero es una misión que nosotros tenemos. Es hermosa... También es hermoso conservar la luz que hemos recibido de Jesús. Custodiarla, conservarla. El cristiano tendría que ser una persona luminosa, que lleva luz, siempre da luz, una luz que no es suya, sino que es un regalo de Dios, un regalo de Jesús. Y nosotros llevamos esta luz adelante. Si el cristiano apaga esta luz, su vida no tiene sentido. Es un cristiano solo de nombre, que no lleva la luz. Una vida sin sentido. Pero yo quisiera preguntaros ahora: ¿Cómo queréis vivir vosotros? ¿Como una lámpara encendida o como una lámpara apagada? ¿Encendida o apagada? ¿Cómo queréis vivir? Pero no se escucha bien aquí. ¡Lámpara encendida!, ¿eh? Y es precisamente Dios el que nos da esta luz y nosotros se la damos a los demás. ¡Lámpara encendida! Esta es la vocación cristiana.

Al término de estas palabras, el Santo Padre rezó la oración del ángelus. Y al concluir la plegaria, el Papa prosiguió recordando que el próximo martes la Iglesia celebra la Jornada Mundial del Enfermo:

Pasado mañana, 11 de febrero, celebraremos la memoria de la Bienaventurada Virgen de Lourdes, y viviremos la Jornada Mundial del Enfermo. Es la ocasión propicia para poner en el centro de la comunidad a las personas enfermas, orar por ellas y con ellas, estar junto a ellas. El mensaje para este jornada está inspirado en una expresión de san Juan: fe y caridad. También nosotros "debemos dar nuestras vidas por los hermanos" (1 Jn 3, 16).

En particular, podemos imitar la actitud de Jesús hacia los enfermos, enfermos de todo tipo. El Señor cuida de todos, comparte su sufrimiento y abre el corazón a la esperanza.

Pienso también en todos los operadores sanitarios: ¡Qué trabajo precioso hacen! ¡Muchas gracias por vuestro trabajo precioso! Ellos encuentran cada día en los enfermos no sólo unos cuerpos marcados por la fragilidad, sino también unas personas a las que ofrecer atención y respuestas adecuadas.

La dignidad de la persona no se reduce jamás a sus facultades o capacidades, y no es menor cuando la persona es débil, invalida y necesitada de ayuda. También pienso en las familias, donde es normal que cuiden de aquellos que están enfermos. Pero a veces las situaciones pueden ser más pesadas. Muchos me escriben y hoy me gustaría asegurar una oración para todas estas familias, y les digo: ¡No tengáis miedo de la fragilidad! ¡No tengáis miedo de la fragilidad! Ayudaros los unos a los otros con amor y sentiréis la presencia consoladora de Dios.

El comportamiento generoso y cristiano hacia los enfermos es la sal de la tierra y la luz del mundo. Que la Virgen María nos ayude a practicarlo, y obtenga paz y consuelo por todos los que sufren.

El Pontífice también quiso dedicar unas palabras a los Juegos Olímpicos de Invierno:

En estos días tienen lugar en Sochi, Rusia, los Juegos Olímpicos de Invierno. Quisiera hacer llegar mi saludo a los organizadores y a todos los atletas, con la esperanza de que sea una verdadera fiesta del deporte y la amistad.

A continuación, llegó el turno de los saludos que tradicionalmente realiza Francisco:

Saludo a todos los peregrinos presentes hoy, las familias... ¡Todos los peregrinos! ¡Todos! Las familias, los grupos parroquiales, las asociaciones. En particular, saludo a los maestros y estudiantes venidos de Inglaterra; al grupo de teólogas cristianas de diferentes países europeos, que se encuentran en Roma para un Congreso de estudio; a los fieles de las parroquias de Santa María Inmaculada y San Vicente de Paul, en Roma; a los que han venido de Cavallina y Montecarelli, en Mugello; de Lavello y de Alfi; a la Comunidad 'Sollievo' y a la Escuela de San Luca-Bovalino, en Calabria.

El Santo Padre dedicó un especial recuerdo a las víctimas de los desastres naturales: 

Rezo por todos aquellos que están sufriendo los daños y molestias causados por los desastres naturales, en diferentes países. También aquí, en Roma. Estoy con ellos. La naturaleza nos desafía a ser solidarios y estar atentos a la custodia de la creación, también para prevenir, en la medida de lo posible, las consecuencias más graves.

Y antes de despedirme, pienso en aquella pregunta que he hecho: ¿Lámpara encendida o lámpara apagada? ¿Qué queréis? ¿Encendida o apagada? El cristiano lleva la luz. Es una lámpara encendida. ¡Siempre adelante con la luz de Jesús!

Como de costumbre, el papa Francisco concluyó su intervención diciendo:

"A tutti auguro una buona domenica e buon pranzo. Arrivederci!" (Deseo a todos un buen domingo y una buena comida. ¡Hasta pronto!)

(RED/IV)

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Santa Sede


Monseñor Pietro Parolí­n: en la Curia con el estilo de Francisco
Entrevista al secretario de Estado vaticano en el diario 'Avvenire'. Nuestro dicasterio se convierta en modelo de renovación para toda la Iglesia

Por Redacción

MADRID, 09 de febrero de 2014 (Zenit.org) - "La Secretaría de Estado, al ser el órgano que asiste de cerca al Sumo Pontífice en el ejercicio de su suprema misión, deberá asumir con cordial y total disponibilidad la conversión pastoral propuesta por el papa Francisco; más bien, convertirse, en cierto sentido, en un modelo para toda la Iglesia". Lo dice el secretario de Estado vaticano, Pietro Parolín, en una larga entrevista exclusiva con el diario italiano ‘Avvenire’, firmada por Stefania Falasca, y publicada en la edición de este domingo 9 de febrero.

El órgano de gobierno de la Iglesia, a cuyo vértice ha sido llamado el futuro cardenal de Vicenza por el Santo Padre el pasado 31 de agosto de 2013, según monseñor Parolín debe ser "un instrumento ágil y esbelto, menos burocrático y más eficaz, al servicio de la comunión y de la misión de la Iglesia en el mundo de hoy, que ha cambiado profundamente en comparación con el pasado. Un instrumento al servicio del Papa y de los obispos, de la Iglesia universal y de las Iglesias particulares".

En la entrevista, el secretario de Estado vaticano aborda desde la reforma de la Curia y el IOR a los escenarios de la política internacional. Monseñor Parolín habla también del Vatileaks, explicando que "ha sido una temporada dolorosísima, que deseo y espero de todo corazón se haya terminado definitivamente", una historia que "ha hecho sufrir injustamente al papa Benedicto XVI y con él a muchas otras personas, que ha escandalizado a otras muchas y ha dañado la causa de Cristo. Creo que ante los hechos en cuestión no debemos dejar de preguntarnos sobre nuestra auténtica fidelidad al Evangelio".

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Mirada al mundo


Card. Cipriani: 'El cinismo que se está apoderando de la agenda mundial es inmenso'
Declaraciones del arzobispo de Lima sobre el informe del Comité de las Naciones Unidas para los Derechos del Niño

Por Redacción

MADRID, 09 de febrero de 2014 (Zenit.org) - El cardenal arzobispo de Lima, Juan Luis Cipriani, se refirió este sábado a las observaciones conclusivas del Comité de las Naciones Unidas para los Derechos del Niño referidas a la Santa Sede y afirmó que en los últimos 15 años la Iglesia ha estado respondiendo a estos temas de manera clara.

En el programa 'Diálogo de Fe', el purpurado peruano aseguró que “hemos hecho todo lo que podemos y la Iglesia seguirá haciendo todo lo que puede en defensa de los niños, lo demuestra y lo explica de una manera clara. Pero al frente no tienen un deseo de protección a los niños, creo que prima un deseo de daño a la Iglesia”. “El día que vea que hay una verdadera lucha contra el aborto y una defensa de la mujer gestante, entonces diré: Mira, se está viendo una sinceridad”, añadió.

Cabe resaltar que hace pocos días el Observador permanente de la Santa Sede antes las Naciones Unidas en Ginebra, el arzobispo Silvano Tomasi, comentó sobre las observaciones conclusivas del Comité: “La primera reacción es de sorpresa, porque el aspecto negativo del documento que han presentado da la impresión de que estaba ya preparado antes de la reunión del Comité con la delegación de la Santa Sede, que dio en detalle respuestas precisas sobre varios puntos que no han sido reportadas en este documento final, o al menos no parece que se hayan tomado en seria consideración”.

Asimismo, el portavoz de la Santa Sede, padre Federico Lombardi, afirmó que el informe de la ONU ha sido inspirado por organizaciones no gubernamentales con prejuicios negativos hacia el Vaticano y sus posiciones: “La manera con que ha sido presentado, las objeciones y la insistencia sobre varios casos en particular dejan pensar que se ha dado mucha atención a la visión de organizaciones no gubernamentales, a priori hostiles contra la Iglesia Católica, la Santa Sede y sus posiciones”.

De esta manera, el cardenal Cipriani comentó que la ONU debe repasar la agenda que tiene y también defender el derecho de los no nacidos.

“Señores, ustedes en su plan de acción promueven el aborto, que es el asesinato del más débil, el que está en el vientre de su madre. Usted, como institución, en su programa de educación y promoción de la mujer tiene el asesinar a los niños con 20 excusas, me gustaría que me explique. El cinismo que se está apoderando de la agenda mundial es inmenso”, refirió.

“Queda claro que es una lucha ideológica. Las Naciones Unidas dice: No me interesa el mensaje de la fe, no me interesa tu perdón ni tu visión de las cosas, me interesa la mía. Yo creo en el aborto, creo que la mujer es dueña de su cuerpo y puede hacer lo que quiere, incluso matar a la criatura”, prosiguió.

El arzobispo de Lima reiteró también que la Iglesia ha desarrollado un protocolo muy claro de cómo actuar cuando hay algún abuso contra un menor.

Y concluyó señalando que “no pretendo atacar a las Naciones Unidas pero sí despertar a nuestros fieles católicos: No nos dejemos engañar fácilmente por unos ataques bajos. Luchemos para que la vida se respete desde el primer instante, que las madres gestantes sean protegidas y que los niños siempre tengan la protección de la sociedad”. “La Iglesia siempre estará del lado de los más débiles y los más desprotegidos, como lo ha estado siempre”, insistió.

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España: portavoz de los obispos alerta de una 'inquisición laica' al amparo de la ONU
Gil Tamayo sobre el informe de Naciones Unidas: pretende establecer unos dogmas ideológicos como universales para todo el mundo

Por Iván de Vargas

MADRID, 09 de febrero de 2014 (Zenit.org) - El portavoz de la Conferencia Episcopal Española (CEE), el sacerdote y periodista José María Gil Tamayo, ha advertido hoy de la aparición de una "inquisición laica" con unos dogmas "ideológicos" establecidos al amparo de Naciones Unidas como "universales para todo el mundo". "No se puede, de paso que se hace un informe, hacer un proceso a la religión católica", ha subrayado.

En una entrevista concedida a la agencia Efe, el secretario general de los obispos se ha referido al reciente informe de la ONU que critica el tratamiento que ha hecho la Iglesia sobre los casos de pederastia y su posición en otros temas como el aborto y la homosexualidad.

Respecto a la pederastia en la Iglesia, Gil Tamayo ha considerado que en España supone un problema "minoritario" porque "apenas hay unos cuantos casos" aunque ha destacado que "sólo uno ya es enormemente trágico y dramático".

Asimismo, ha afirmado que "hay que tener una disponibilidad absoluta hacia la justicia, pero sobre todo estar de parte de las víctimas. También hay que ir en la prevención en la formación de los nuevos sacerdotes".

En esa misma línea, el portavoz del episcopado ha lamentado que la ONU haya eludido los cambios que se han introducido en la Iglesia. "Benedicto XVI ha dado unos pasos importantísimos, valientes, de tolerancia cero, y eso se ha destacado muy poco en el informe de Naciones Unidas, que ha obviado la tarea que desarrolla la Iglesia con cambios en su legislación y la asunción de acuerdos y convenciones internacionales", ha recordado.

También ha indicado que, para la Santa Sede, una sola sospecha es suficiente para retirar del sacerdocio a la persona sobre la que recaiga la duda. "Justicia, sí; reparación, sí; prevención, sí, pero ideologización de las cuestiones, no, porque entonces se falta al principio de la libertad religiosa", ha enfatizado.

Sobre el aborto y el mal llamado matrimonio homosexual, Gil Tamayo ha asegurado que "la Iglesia no va a silenciar su voz y será respetuosa con otras voces". 

Por último, el secretario de la CEE ha calificado de "puntualización seria" e "inusual" el comunicado de la Nunciatura Apostólica en España ante la frase del abad de Montserrat, Josep María Soler, de que un eventual estado catalán sería reconocido por el Vaticano. "Yo no tengo más elementos que lo que dice la literalidad del texto", ha concluido el sacerdote y periodista.

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Espiritualidad


Beato Leopoldo de Alpandeire
«El virtuoso capuchino, santo limosnero, conquistó incontables almas para Cristo haciendo de su misión un campo abonado para que germinase el bien en los corazones afligidos. En todos infundió su excelsa devoción por la Virgen María»

Por Isabel Orellana Vilches

MADRID, 09 de febrero de 2014 (Zenit.org) -  ¡Cuántos integrantes de la vida santa han alcanzado la gloria sin notoriedad alguna! Incontables. En un mundo, como el nuestro, abocado al éxito, fama y oropeles de diverso calado, la existencia de personas como este beato no viene sino a corroborar la futilidad de los títulos humanos. Éstos fenecen casi a la par que lo hace cada uno, salvo contadas excepciones, en las que existe una cierta perdurabilidad de la trayectoria de alguien concreto por razones históricas, literarias, etc. En cambio, la perennidad en la memoria de todos de quienes tuvieron como único objeto de su vida a Dios es inextinguible. La sencillez y la humildad, su existir en la sombra, por así decir, en estos casos se tornan en una luminaria que no se apaga nunca. Es resultado de algo tan simple, y a la par tan poco valorado, como sobrenaturalizar la misión que cada uno haya recibido, por modesta que sea, y acogerla gozosamente creyendo que es enviada por Dios, una aceptación, como es sabido, que presupone un completo desasimiento.

Leopoldo de Alpandeire Sánchez Márquez (su nombre de pila era Francisco Tomás), nació el 24 de junio de 1864 en Alpandeire, Málaga, España. Era el primogénito de cuatro hermanos. Sus padres trabajaban en el campo, labores en las que él se empleó en cuanto tuvo edad para ello. A esta ocupación dedicó treinta y cinco años de su vida, dejando un reguero de caridad en las personas que halló a su paso. Alimento, escasas pertenencias y dinero, el poco que tenía, salían de su zurrón y bolsillos a costa de mermarlo a su familia y a sí mismo, con tal de asistir a cualquiera que consideraba más pobre que él. Compasión, generosidad, penitencia y misericordia, junto con su amor a la Eucaristía y admirable devoción mariana, fueron algunas de sus muchas virtudes. Adolecía de formación, pero tenía la sabiduría adquirida con su oración, que es lo que cuenta, y su gran corazón era incomparable con cualquier enseñanza académica.

A la bella localidad de Ronda llegaron los capuchinos para celebrar la beatificación de fray Diego José de Cádiz. Y el recogimiento y la fuerza con la que hablaban de Dios fue todo un descubrimiento para él: «Yo quiero ser un fraile como éstos», se dijo. Le costó la admisión cuatro años de espera por diversos contratiempos humanos ajenos a su voluntad; mientras, perseveraba en su empeño. En medio, ante las dudas por la falta de respuesta, incluso pensó en el matrimonio, pero siempre sin desistir de su vocación que no ocultó a la joven. Finalmente, en 1899 un sacerdote al que confió la situación que le impedía convertirse en religioso intervino en el asunto, solventándolo. El 16 de noviembre de ese año ingresó en Sevilla. Allí le dieron el nombre de Leopoldo, reconociendo después que esa elección «le había caído como un jarro de agua fría». Este comentario era una nimiedad porque desde el primer instante, labrando la huerta, como se le encomendó, llevó una vida edificante, y así lo constataron sus hermanos de comunidad que vieron en él un fraile humilde, obediente, discreto, fiel a la regla, lleno de fervor.

Fue hortelano sucesivamente en Antequera y Granada, último destino. En éste se le confiaron las misiones de sacristán y limosnero. Inclinado a la contemplación, tomó la labor de pedir limosna como signo de la voluntad divina. Y con esta disponibilidad salió a la calle en la que fue dejando el poso de su admirable virtud. Su convicción: «Dios da para todos», sintetiza su quehacer apostólico y el espíritu orante con el que sobrenaturalizó esta misión ejercida durante medio siglo, incluso en situaciones de grave intolerancia. En incontables ocasiones, el precio de una modesta limosna fue el insulto, el desaire, la violencia verbal y física. Comprensivo y paciente le decía a su compañero de camino: «Hermano, vamos pidiendo y tenemos que recibir de buen grado todo lo que nos den; lo bueno y lo malo». Si algún obrero lo tildaba de holgazán y le instaba a trabajar en lugar de pedir, respondía aplicándose en el tajo con tanta destreza que dejaba a todos atónitos. Era el momento de recordar que un fraile no era un vago, hablándoles a continuación del amor de Dios que se extiende sobre todos. Las gentes que ya lo conocían y estimaban, tras haber sido apedreado le libraron de la muerte.

Este prudente limosnero solo aceptaba las dádivas que consideraba justas, las que no menoscababan las posibilidades del donante. Siempre entregaba a otros parte de su limosna, como hacía en conventos de religiosas, y no rivalizaba con los pobres, a los que dejaba la vía abierta para mendigar si se cruzaba con ellos. En el ejercicio de su misión logró convertir a muchos, medió por los débiles, evitó injusticias. Contrarrestaba las blasfemias prorrumpiendo en alabanzas. Era especialmente querido por los niños que salían a su encuentro llamándole «Fray Nipordo». Muchos buscaban sus palabras de consuelo y él rezaba con profunda devoción tres avemarías, que atemperaban las preocupaciones de los que acudían a él, seguros de que la divina Providencia les ayudaría gracias a la bondad del religioso. Al juicio sobre debilidades de un hermano, replicaba con admirable piedad: «Es santo a su manera». Y si alguien protestaba, recordaba: «Para ganar el cielo hay que tragar mucha saliva».

Como la prensa local se hizo eco de sus bodas de oro, con peculiar gracejo manifestó a uno de los hermanos: «¡Qué jaqueca, hermano, nos hacemos religiosos para servir a Dios en la oscuridad y, ya ve, nos sacan hasta en los papeles!». Acogió de buen grado todas las contrariedades de la vida y los padecimientos que fueron llegando. A los 89 años mientras mendigaba se fracturó el fémur. Impedido para salir, pudo dedicarse por entero a la contemplación, recóndito anhelo que había pervivido en su corazón. Murió el 9 de febrero de 1956 dejando consternada a la ciudad que siempre vio en él a un santo. Fue beatificado el 12 de septiembre de 2010.

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