12.02.14

 

El Partido Popular demostró ayer que tiene control sobre sus diputados. Cabía la posibilidad de que unos cuantos decidieran demostrar su condición proabortista radical -que la tienen- apoyando la proposición no de ley del PSOE que pedía al gobierno la retirada del anteproyecto de reforma de la ley del aborto. Finalmente, aunque determinadas fuentes sostienen que 4 diputados populares podrían haberse abstenido o votado en contra -no hay manera de saberlo-, se ha impuesto la disciplina de partido. La insigne Celia Villalobos, vicepresidenta del Congreso y abierta defensora del “derecho” a matar a los seres humanos antes de nacer, dijo que no tenía intención de apoyar la propuesta del PSOE porque eso sería traicionar a su partido. Es decir, está antes su fidelidad a las siglas que su conciencia, por muy corrompida que la tenga.

¿Creen ustedes que eso significa que dentro del PP hay unión en relación a esta reforma? De ninguna de las maneras. El diario El País publicó ayer una información en la que indicaba que decenas ayuntamientos han sacado adelante mociones contra la reforma con el apoyo del PP. Dichas mociones no valen para nada, pero demuestran dónde está cada quién. De hecho, son conocidas las protestas contra la reforma realizadas por presidentes autonómicos y dirigentes destacados del Partido Popular. No ha habido ninguna ley en la historia de la democracia en España que haya recibido tanta oposición y rechazo por parte de los miembros del partido que la presenta. Decir que el PP es provida es como asegurar que Madame de Pompadour era pura y casta.

Los titulares de la prensa de papel de hoy en España son elocuentes. El País titula: “El PP impone disciplina de voto en el aborto ante las fisuras internas“. El ABC: “El PP vota unido en defensa de la vida” (no es broma, les aseguro que eso han titulado). La Razón: “Lección de unidad del PP ante la ley del aborto“. El Mundo sitúa la noticia en un lugar menor de la portada. La Vanguardia: “El PP aguanta el envite del PSOE por el aborto“. Y El Periódico: “El PP se retrata con la ley de Gallardón“.

Como ven ustedes, hay práctica unanimidad en señalar que lo importante de ayer era saber si el partido que sostiene al gobierno se mantenía unido en el Parlamento a pesar de su evidente desunión fuera del mismo. Lo del ABC, presentado al PP como defensor de la vida, siendo que estamos ante una ley que, de aprobarse, seguirá permitiendo decenas de miles de abortos en España, es una prueba más de que la cultura de la muerte ha calado bien hondo en los medios de comunicación conservadores de este país. El derecho a la vida no se defiende pisoteándolo con una ley de supuestos y de plazos. Pero eso le importa bien poco al establishment político-mediático de esta democracia liberal abortista, que cuenta con la complicidad de millones de católicos que viven más preocupados del estado de sus cuentas bancarias que de las leyes amorales e inicuas que están conformando esta sociedad paganizada de principios del tercer milenio.

No quiero acabar este artículo sin felicitar al ministro Gallardón. No tanto porque siga adelante su reforma -la considero un engaño que dejará las cosas igual-, sino porque ayer tuvo la feliz idea de devolverle a la izquierda la acusación de estar apoyado por la extrema derecha francesa. Efectivamente, a pesar de que el fundador del Frente Nacional francés, Jean-Marie Le Pen, había mostrado su conformidad con la reforma del aborto, su hija, actual dirigente máxima de ese partido ultraderechista, la ha criticado. En realidad, ser provida o proabortista tiene poco que ver con ser de izquierdas o de derechas. Ahí tienen ustedes al presidente ecuatoriano, de izquierdas, plantando cara a sus camaradas que quieren llevar el aborto a su país. La defensa del derecho a la vida es una cuestión de decencia moral, de humanidad. O sea, de aquello que carecen los que creen que una mujer puede decidir matar al hijo que crece en su seno. Son escoria.

Luis Fernando Pérez Bustamante