12.02.14

 

Un matrimonio de Lugo acudió a una consulta de videntes con 40.000 euros en efectivo y volvieron a casa con un bote vacío. Creían que en el interior estaban sus billetes. Los brujos los convencieron de ello. Y también de que deberían esperar para abrir el tarro o, de lo contrario, la magia se esfumaría… Lo que se esfumó fue el dinero. Así lo cuenta La Voz de Galicia.

De cometer esta estafa están acusados dos brujos que deberían haberse sentado el pasado 10 de febrero en el banquillo de los acusados de un juzgado de Lugo. Sin embargo, el juicio acabó suspendiéndose. Se enfrentan a una petición de tres años de cárcel cada uno por parte del Ministerio Fiscal, que los considera autores de una estafa.

El día de los hechos el matrimonio, que en aquella época -noviembre de 2007- pasaba por algunos apuros, había decidido pedir a dos videntes senegaleses que hicieran magia para poner fin a sus problemas. Contactaron con ellos a través de un anuncio que vieron en un periódico. Los presuntos timadores ofrecían sus servicios como videntes y anunciaban la solución de múltiples cuestiones. Los perjudicados se creyeron la oferta, llamaron y concertaron una cita.

Uno de los brujos les planteó que acudieran a su consulta en un piso en el barrio de A Milagrosa y les pidió que llevasen dinero en abundancia para poder realizar unos rituales. Les dijo que no se preocupasen porque, al final, se lo devolverían.

Cuando la pareja fue a la consulta, uno de los videntes reclamó a la mujer que pasase a su despacho mientras que pidió al marido que se quedase en el recibidor. El brujo hizo una serie de rituales para ganarse la confianza de ella y, seguidamente, le pidió que le entregase el dinero, diciéndole que era necesario para continuar.

Con los billetes en la mano, el vidente comenzó a hacer una serie de rezos sobre ellos y finalmente, supuestamente en colaboración con su colega, consiguió apoderarse de ellos. Seguidamente ambos simularon que introducían los 40.000 euros en un bote que devolvieron precintado a la mujer, a la que pidieron que no lo abriera hasta que pasase un mes. Ella se comprometió y cumplió. Esperó los 30 días, pero cuando finalmente destapó el tarro, resultó que los rezos habían desintegrado los billetes.