El Santo Padre Francisco volvió a encontrarse con miles de fieles y peregrinos en la Plaza de San Pedro para la audiencia semanal. La catequesis de este miércoles 19 de febrero estuvo centrada en el sacramento de la Reconciliación “auténtico tesoro, que en ocasiones corremos el peligro de olvidar”.

El Obispo de Roma nos recordó que el perdón de los pecados no es fruto de nuestro esfuerzo personal, sino don del Espíritu Santo que nos purifica con la misericordia y la gracia del Padre. “La Confesión, que se realiza de forma personal y privada, no debe hacernos olvidar su carácter eclesial”. “No basta pedir perdón al Señor interiormente; es necesario confesar con humildad los propios pecados ante el sacerdote, que representa a Dios y a la Iglesia”, puntualizó el Papa, quien invitó a todos a acercarse al sacramento de la Penitencia y recibir así el abrazo de la infinita misericordia del Padre, “que está siempre dispuesto a acogernos.”

(RC-RV)

Resumen de su catequesis y saludo del Papa

Queridos hermanos y hermanas:

La catequesis de hoy está centrada en el sacramento de la Reconciliación, con el que el Señor continúa su obra de salvación entre nosotros. Este sacramento brota directamente del Misterio Pascual. Jesús Resucitado se apareció a sus apóstoles y les dijo: «Reciban el Espíritu Santo, a quienes perdonen los pecados, les quedarán perdonados».

Así pues, el perdón de los pecados no es fruto de nuestro esfuerzo personal, sino don del Espíritu Santo que nos purifica con la misericordia y la gracia del Padre. La Confesión, que se realiza de forma personal y privada, no debe hacernos olvidar su carácter eclesial. En la comunidad cristiana es donde se hace presente el Espíritu Santo, que renueva los corazones en el amor de Dios y une a todos los hermanos en un solo corazón, en Jesucristo. Por eso, no basta pedir perdón al Señor interiormente; es necesario confesar con humildad los propios pecados ante el sacerdote, que representa a Dios y a la Iglesia.

El ministerio de la Reconciliación es un auténtico tesoro, que en ocasiones corremos el peligro de olvidar, por pereza o por vergüenza, pero sobre todo por haber perdido el sentido del pecado, que en el fondo es la pérdida del sentido de Dios. Convirtiéndonos a nosotros mismos en única medida y sin tener que dar cuentas a nadie, nos cerramos a Dios y a los hermanos. En cambio, cuando nos dejamos reconciliar por Jesús, encontramos la paz verdadera.

Saludo a los peregrinos de lengua española, en particular a los participantes en el Curso Internacional de Animación Misionera, así como a los grupos provenientes de España, México, Argentina y otros países latinoamericanos. Invito a todos a acercarse al sacramento de la Penitencia y recibir así el abrazo de la infinita misericordia del Padre, que siempre está dispuesto a acogernos. Muchas gracias.