19.02.14

 

Como dos buenos trileros del “arte” de la política, Mariano Rajoy y Alfredo Pérez Rubalcaba se han enfrascado hoy en un debate sobre la anunciada reforma de la ley del aborto. Los argumentos de ambos apuntan a una realidad evidente. Ni a don Mariano ni a don Alberto les importa un pimiento el derecho a la vida del no nacido. Uno la niega con supuestos. El otro, con plazos.

Rubalcaba insiste en la teoría de que lo que el PP busca es atraer los votos de la extrema derecha. Si por eso entiende los votos de la gente provida en España, en mi opinión está muy equivocado. Creo sinceramente que son escasísimas las personas que en este país cambiarían su voto por el tema del aborto. Hablar de un cuarto de millón me parecería exagerado. La gran mayoría de los provida españoles como mucho asumiría la teoría del mal menor a la hora de votar. Y ese mal menor les lleva a dar su voto al PP, tanto si aprueba la reforma como si no. Siempre habría quien justificaría dicho voto bajo la premisa de que con el PSOE llegará también la eutanasia, cosa que no parece factible con los populares.

El que ha estado “excelso” es don Mariano. La pregunta que le ha hecho al líder de los socialistas no tiene desperdicio: “¿Por qué esa ley que hicieron ustedes fue buena en 1985 y ahora que la hacemos nosotros es mala?“. No le falta algo de razón. El PSOE se rasga la vestiduras porque se va a aprobar una ley que es muy parecida a la que ellos aprobaron. Pero si vamos a hablar de coherencia, ¿en qué lugar queda el actual partido que sustenta al gobierno? Resulta que el padre de don Alberto Ruiz-Gallardón, actual Ministro de Justicia, fue el responsable del recurso ante el Tribunal Constitucional contra la ley de 1985. Efectivamente, don José María Ruiz-Gallardón recibió ese encargo de parte de la dirección de Alianza Popular -actual Partido Popular-. Por tanto, si alguien ha cambiado de verdad de postura sobre el tema del aborto no son los socialistas, sino los señores del PP. Cosa que ya sabíamos al ver como en los años en que el señor Aznar estuvo en el poder, no solo no tocó una coma de la ley del 85 sino que además se permitió el “lujo” de aprobar la primera píldora abortiva en España.

Eso me lleva a decir que cuando se habla de consenso respecto a la ley del 85 se falta a la verdad, a menos que se diga que es un consenso sobrevenido. Algo parecido, dicho sea de paso, a lo que ha ocurrido con el matrimonio homosexual, que fue recurrido por el PP ante el TC y tras la sentencia lo han mantenido tal cual.

Es más, con la primera ley abortista llegamos a la cifra de cien mil abortos al año en este país. Para que se hagan ustedes una idea de cómo es un feto con 22 semanas de vida, hagan clic en estos dos enlaces:
Foto de feto
Semana 22 de embarazo: el feto ríe, llora y frunce el ceño dentro del útero

¿En serio alguien cree que un verdadero provida puede aceptar un consenso que lleve a semejante salvajada? A mí se me ponen los pelos de punta cuando veo a determinados miembros destacados del mundo provida en España que aplauden con entusiasmo el regreso a semejante escenario. Y más de punta se me ponen cuando me doy cuenta que, además, es mentira que la reforma de Gallardón deje las cosas como estaban con la ley del 85. Las deja bastante peor.

Es mentira

Estimados lectores, es falso que la ley de Gallardón sea un regreso a la ley de 1985:

1- Con la ley del 85, una mujer recibía reproche penal si abortaba después de la semana 22. Con la reforma, si aborta un día antes de dar a luz se puede ir a su casa sin que la ocurra nada, lo cual implica en la práctica que las mujeres pueden abortar libremente durante todo su embarazo. El “problema", si acaso, lo tiene el personal sanitario que practique dicho asesinato.

2- Con la ley del 85 no se podía abortar después de la semana 22 salvo riesgo vital para la vida de la madre. Con la actual, hay otro caso en el que se puede abortar después de esa fecha. Cito del texto oficial:

… la intervención debe efectuarse dentro de las veintidós primeras semanas de gestación. Podrá realizarse después de ese plazo, si las anomalías incompatibles con la vida del feto no se hubieran detectado o podido detectar, con un diagnóstico certero, antes de ese plazo, o cuando exista riesgo vital para la mujer que no sea posible evitar, dentro de lo clínicamente exigible, mediante la protección de la vida del concebido a través de la inducción del parto.

Quienes consideran positivo que la reforma elimine el supuesto de taras físicas o psíquicas del feto como motivo para abortar, se olvidan de que basta con que la madre diga que esas taras le causan un grave quebranto a su salud psicológica como para que la permitan deshacerse de su hijo. Así que lo que en teoría es un avance, en la práctica queda anulado por ese gran coladero del riesgo psicológico.

3- En la ley de 1985 no se decía nada acerca de que el Estado debía hacerse cargo de la prestación sanitaria para practicar abortos. Cito de la reforma:

Artículo 8 bis. Cartera común básica de servicios asistenciales del Sistema Nacional de Salud.
La prestación sanitaria de la interrupción voluntaria del embarazo en los supuestos despenalizados y con los requisitos establecidos en el Código Penal estará incluida en la cartera común básica de servicios asistenciales del Sistema Nacional de Salud

Es decir, por ley, y no por una disposición de rango menor, las operaciones de abortos serán financiadas con los impuestos de todos los españoles. En eso no hay cambio respecto a la legislación vigente. Que se diga que el aborto no es un derecho de la mujer, cuando sí tiene el derecho a que el estado se lo financie, es un engaño en el que solo pueden caer aquellos que quieran ser engañados.

Conclusión. La reforma del PP deja las cosas peor a como estaban con la ley de 1985 e incluso peor que la actual en algunos aspectos, como es la ausencia de reproche penal para las mujeres que abortan y la clarificación del supuesto -coladero- de salud mental de la semana 14 a la 22, que con la ley Aído no estaba especificado y ahora lo está.

Lo que más me llama la atención con toda esta polémica no es tanto el hecho de que el PP haya pasado de ser un partido que se oponía al aborto a convertirse en un elemento más de la cultura de la muerte en el que conviven proabortidas moderados (viven felices con la ley del 85) y proabortistas radicales (se oponen a la actual reforma). No, lo que realmente me asusta es, como he mencionado antes, que amplios sectores del mundo provida hayan pasado de oponerse a la ley del 85 a celebrar la reforma de Gallardón. Sí, algunos dicen que lo ideal sería una ley de aborto cero, pero lo consideran una utopía irrealizable en estos momentos. Si no existiera ninguna opción política que planteara de verdad la penalización de todo aborto, quizás se comprendería semejante maridaje con el Partido Popular. Pero hete aquí que sí existen opciones políticas provida. Tanto en la derecha (el 28 de febrero se presentará oficialmente la coalición AES-CTC-PFyV) como en la izquierda (Partido Saín). Allá cada cual con su conciencia.

Luis Fernando Pérez Bustamante