21.02.14

Yo soy Valdeluz

A las 11:04 AM, por Jorge
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En estos últimos días, desde que saltó a toda la prensa la palabra “Valdeluz”, son ya unas cuantas las personas que me preguntan por el asunto, muy posiblemente con la vana pretensión de obtener de mí alguna revelación secreta o al menos palabras de reproche contra lo que ha sido mi vida durante años. Insisto: vana pretensión.

He sido religioso agustino veintitrés años de mi vida. De ellos, nueve como conventual de Valdeluz, profesor de religión y responsable de pastoral en el colegio, y vicario parroquial de Santa María de la Esperanza, la parroquia “del colegio”. Dejé la orden hace casi veinte años. La razón fundamental es que mi vida ha sido siempre la parroquia y se me hacía difícil compatibilizar la vida de comunidad con la misión parroquial. Que nadie pretenda sacar otra conclusión. Quiero a los agustinos y me sigo refiriendo a ellos siempre como “mis frailes”. Más aún, mantengo una excelente amistad con muchos de ellos.

Mis recuerdos de Valdeluz, comunidad y colegio, no pueden ser más entrañables. Tras un paso casi fugaz por el colegio Alfonso XII, puedo decir que mi primer destino académico y pastoral lo encontré en Valdeluz. En Valdeluz encontré una gran comunidad en número, y una gran comunidad en fraternidad, ganas de trabajar y vida religiosa. Imperfecta, claro está, cómo no iba a serlo si yo formaba parte de ella. Pero buena gente, muy buena gente.

Me estrené como profesor de religión, miembro del equipo de pastoral, más tarde sería yo mismo el coordinador del equipo, y vicario parroquial. Recuerdo unos años de enormes ilusiones, muchísimo trabajo y algunas meteduras de pata fruto de la inexperiencia y la buena voluntad. Lo normal. Espléndidos años.

Valdeluz era y es un buen colegio en todos los aspectos. No lo digo yo. Lo dicen sus alumnos y ex alumnos, las familias. Me lo dicen mis cuatro sobrinos que allí estudiaron y que bien podían haber contado al tío “cosas raras”. Tan buen colegio, tan familia, tan de todos, que hoy los mejores amigos de mis sobrinos son siempre los del Valdeluz. Un colegio católico. Colegio con valores. Colegio con espíritu de familia.

La prensa lleva días cebándose con el colegio y con los agustinos. No tengo nada que decir. Si un profesor hizo algo indebido, sea la justicia quien intervenga. Si por parte del colegio hubo errores, a la justicia se sometan. Si algún fraile aislado cometió delito, caiga sobre él el peso de la ley. Pero lo que no puede ser es tratar de vender una historia rocambolesca de un colegio poco menos que convertido en lupanar infantil y unos frailes pasando de todo cuando no echando leña al fuego de la indecencia. Eso no.

Ante los sucesos de estos últimos días hay gente rebuscando en los cubos de basura para ver si encuentra “algo”, lo que sea, con tal de soltar otra bofetada a una benemérita institución que si de algo sabe es de trabajo, dedicación y entrega. Pero nada. No descubren prácticamente nada, y llevan en la tarea ya ocho días.

Quizá por eso algunos me preguntan. Hasta directamente. Tú, Jorge, que dejaste a los agustinos, seguro que viste cosas, seguro que conoces secretos, seguro que… Se han confundido. No soy un ex agustino rebotado y vergonzante. Soy en este momento un sacerdote diocesano que se formó como agustino en el monasterio del Escorial, que reconoce y agradece todo lo recibido, y que quiere a su orden –permitidme que siga hablando de “mi” orden”- sintiéndose un solo corazón y una sola alma con toda ella.

Entiendo que mis compañeros de Valdeluz y el resto de los religiosos de la provincia no quieran decir nada, es mejor. Yo sí puedo y después de dar vueltas he decidido hacerlo.

Yo soy Valdeluz. Ánimo, hermanos. Un fuerte abrazo.