25.02.14

Memos con balcones a la calle

A las 11:39 AM, por Jorge
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Dentro de los católicos, como en cualquier colectivo, hay de todo, como debe ser. Un católico malo, un sacerdote malo, un religioso malo, es un peligro. Un católico bobo, un religioso bobo, un sacerdote cantamañanas acaban, si Dios no lo remedia, en un tsunami de proporciones inimaginables.

Dentro del colectivo de religiosos, religiosas y curas del común abunda el espécimen, sobre todo porque nos han enseñado a ser buenos pero hubo gente que faltó a la clase donde se explicaba el arte de colocar el listón en el sitio ese justo donde acaba la bondad y comienza el hacer el canelo.

¿Ejemplos? Podría poner muchos. El de esas monjitas que para cuatro tareas de la huerta se compraron un todoterreno super caro porque el comercial, muy católico y amigo de las hermanas, les aconsejó que fuera bueno, que siempre es mejor… y ahora las reverendas recogen las lechugas y los cuatro tomates en un bólido que ya lo quisieran para el París Dakar.

O el de ese buen cura párroco al que aconsejaron poner los cuatro duros ahorrados para retejar la iglesia en un negocio seguro que había montado D. Venerando, un señor tan bueno, que cada vez que iba a ver al reverendo primero pedía entrar en la iglesia a rezar un poco. El negocio era un timo y ahora el pobre cura no sabe si en lugar de retejar va a tener que colocar una lona.

Mema la hermana sor Gertrudis a la que propusieron que una señora experta en todo hablara a sus niñas de quince años sobre afectividad, amor y desarrollo en la adolescencia. Una señora con tres títulos y cuatro masters “en el extranjero”… que resultó ser una forofa de la ideología de género y apologeta del nosotras parimos y nosotras decidimos…

Simples los padres gundisalvos que anunciaron a bombo y platillo una extraordinaria conferencia impartida por un señor muy renombrado al que incluso invitaron a comer con toda la comunidad y que mira por donde, luego se enteraron, era anticlerical, experto en denostar a las comunidades religiosas, a la suya especialmente, y que como era lógico aprovechó esa comida en la que los reverendos quisieron agasajarle para contar con pregón y tambores lo bien que vivían aquellos hermanos.

No me meto con nadie porque goles todos hemos recibido. Cosas parecidas a lo de sor Gertrudis le han ocurrido a un servidor.

Lo que sí digo es que en ocasiones somos simples, bobos, bobos solemnes, bobos con estandarte, bobos con balcones a la calle, bobos de Coria, Cáceres, Almendralejo, Padrón y Casteldefells. Que muchos de nosotros, educados para la bondad y viviendo entre gente buena, al final somos más simples que el mecanismo del asa de un cubo y nos las dan no con queso –si al menos fuera queso- sino con caca de vaca y encima nos dicen que es Beluga.

Ojito. Prudencia. Cuidadín. El del coche que se lo venda a su padre. A D. Venerando le preste dinero su abuela. La experta esa de sor Gertrudis que se vaya a instruir al colectivo “descocadas for ever”. Y en cuanto al conferenciante chachi guay… a otro perro con ese hueso, que aquí te descuidas, te ponen verde, te llaman de todo y encima pones micrófono, mesa, mantel y un sobre para gastos.

Nos educaron para buenos y se pasaron… Ahora toca espabilar.