28.02.14

Pecado contra el Espíritu Santo

Para quien, como el que esto escribe, la teología no deja de ser una ciencia difícil de entender al carecer de los estudios al efecto, hay cosas que, a lo mejor no entiende por tal circunstancia o, simplemente, porque no hay quien las entienda. Si, además, tales cosas salen de boca de un pastor, más aún de un cardenal, en fin…

Bueno, pues esto va de lo siguiente.

Como todos sabemos, desde que el Papa Francisco es el Papa Francisco se han desatado (señal de que estaban atadas y así deberían seguir estando) las ilusiones espirituales y teológicas de muchos. Han visto como una luz ha aparecido en el mundo (porque creen que piensa como ellos) y, a partir de ahora, todo será coser y cantar para sus expectativas teológicas.

Pues bien, como es sabido en Roma hay una reunión muy importante de pastores de todo el mundo llegados a la capital italiana. Trátase la citada reunión de un tema importante como es la familia y todo lo que, con ella, tiene que ver.

Y, claro, como era de esperar, quien más y quien menos tiene algo que decir. Mucho más si entre los que más tienen que decir se encuentra el cardenal Kasper que, además, fue el encargado de abrir la tan reunión. Y, según se ha podido leer, al Santo Padre le ha gustado mucho la intervención del cardenal alemán.

Bueno.

Antes de seguir, tengo que decir que es posible que la cuestión de la comunión de los católicos divorciados vueltos a casar pueda cambiar según algunas circunstancias u otras circunstancias. Esto puede ser así porque puede ser así y, sobre todo, porque todo se puede justificar de una forma o de otra. Ahí no voy a entrar, primero, porque no soy quien tenga que decir eso y, segundo, porque para eso ya están quienes saben más.

Pero sí hay algo sobre lo dicho por el cardenal Kasper que mueve a preocupación. En concreto, dos cosas.

Antes de la celebración de tal reunión, el citado cardenal dijo esto que sigue:


“Todo pecado puede ser absuelto, todo pecado puede ser perdonado. También el divorcio. Ése es el punto de partida".

Pues bien, en esto dicho hay que puntualizar lo siguiente:

1. una gran duda

2. una gran preocupación

Como duda, resulta difícil entender si lo que ha querido decir el cardenal Kasper en cuanto a que “todo” pecado puede ser absuelto afecta también al que recaiga sobre el Espíritu Santo. Esto lo digo porque, como cualquiera, aún sin luces teológicas, sabe es que tal pecado, tal pecado, no se perdona. Lo dijo Jesús y así lo recoge el Catecismo de la Iglesia católica, en concreto aquí:


1864 “Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres pero la blasfemia contra el Espíritu Santo no será perdonada” (Mc 3, 29; cf Mt 12, 32; Lc 12, 10). No hay límites a la misericordia de Dios, pero quien se niega deliberadamente a acoger la misericordia de Dios mediante el arrepentimiento rechaza el perdón de sus pecados y la salvación ofrecida por el Espíritu Santo (cfDeV 46). Semejante endurecimiento puede conducir a la condenación final y a la perdición eterna.

Unidos por Dios

No digo yo que el divorcio no pueda ser perdonado pero no está nada bien, sobre todo para los sencillos en la fe, que un pastor importante vaya diciendo que “todo pecado se puede perdonar. Todo pecado, no; todo pecado no. Y no me negarán ustedes que quien se ha casado después de divorciarse, sabiendo que tal no es voluntad de Dios, no muestra una actitud de poco arrepentimiento. Vamos, de arrepentimiento espiritual nada de nada.

¿Es eso, o no, pecado contra el Espíritu Santo?

¿Y qué pasa con tal pecado?

Pues eso, que no se perdona…

Pero, en cuanto al segundo punto arriba apuntado, es decir, la gran preocupación que nos produce a los sencillos en la fe que un pastor como el cardenal Kasper diga que tal perdón, el del pecado del divorciado pueda ser perdonado, es “el punto de partida” nos aboca a creer, a estar más que seguros, que habrá propuestas “revolucionarias” o involucionistas en materia de fe que, seguramente, serán propuestas por los “primaveristas” que son aquellos que creen que ahora, ahora mismo, ha llegado a la Iglesia católica una primavera con la elección de quien fuera arzobispo de Buenos Aires como sucesor de Benedicto XVI.

De todas formas, que alguno recuerde aquello de que

“lo que ha unido Dios…”

Es sencillo, hasta los indoctos lo entendemos.

Eleuterio Fernández Guzmán