1.03.14

GRATIS DATE

Escribir de la Fundación GRATIS DATE es algo, además de muy personal muy relacionado con lo bueno que supone reconocer que hay hermanos en la fe que tienen de la misma un sentido que ya quisiéramos otros muchos.

No soy nada original si digo qué es GRATIS DATE porque cualquiera puede verlo en su página web (www.gratisdate.org). Sin embargo no siempre lo obvio puede ser dejado de lado por obvio sino que, por su bondad, hay que hacer explícito y generalizar su conocimiento.

Seguramente, todas las personas que lean estas cuatro letras que estoy juntando ya saben a qué me refiero pero como considero de especial importancia poner las cosas en su sitio y los puntos sobre todas las letras “i” que deben llevarlos, pues me permito decir lo que sigue.

Sin duda alguna GRATIS DATE es un regalo que Dios ha hecho al mundo católico y que, sirviéndose de algunas personas (tienen nombres y apellidos cada una de ellas) han hecho, hacen y, Dios mediante, harán posible que los creyentes en el Todopoderoso que nos consideramos miembros de la Iglesia católica podamos llevarnos a nuestros corazones muchas palabras sin las cuales no seríamos los mismos.

No quiero, tampoco, que se crean muy especiales las citadas personas porque, en su humildad y modestia a lo mejor no les gusta la coba excesiva o el poner el mérito que tienen sobre la mesa. Pero, ¡qué diantre!, un día es un día y ¡a cada uno lo suyo!

Por eso, el que esto escribe agradece mucho a José Rivera (+1991), José María Iraburu, Carmen Bellido y a los matrimonios Jaurrieta-Galdiano y Iraburu-Allegue que decidieran fundar GRATIS DATE como Fundación benéfica, privada, no lucrativa. Lo hicieron el 7 de junio de 1988 y, hasta ahora mismo, julio de 2013 han conseguido publicar una serie de títulos que son muy importantes para la formación del católico.

Como tal fundación, sin ánimo de lucro, difunden las obras de una forma original que consiste, sobre todo, en enviar a Hispanoamérica los ejemplares que, desde aquellas tierras se les piden y hacerlo de forma gratuita. Si, hasta 2011 habían sido 277.698 los ejemplares publicados es fácil pensar que a día de la fecha estén casi cerca de los 300.000. De tales ejemplares, un tanto por ciento muy alto (80% en 2011) eran enviados, como decimos, a Hispanoamérica.

De tal forman hacen efectivo aquel “gratis lo recibisteis, dadlo gratis” (Mt 10,8) y, también, “dad y se os dará” (Lc 6,38) pues, como es de imaginar no son contrarios a las donaciones que se puedan hacer a favor de la Fundación. Además, claro, se venden ejemplares a precios muy, pero que muy, económicos, a quien quiera comprarlos.

Es fácil pensar que la labor evangelizadora de la Fundación GRATIS DATE ha des estar siendo muy grande y que Dios pagará ampliamente la dedicación que desde la misma se hace a favor de tantos hermanos y hermanas en la fe.

Por tanto, esta serie va a estar dedicada a los libros que de la Fundación GD a los que no he hecho referencia en este blog. Esto lo digo porque ya he dedicado dos series a algunos de ellos como son, por ejemplo, al P. José María Iraburu y al P. Julio Alonso Ampuero. Y, como podrán imaginar, no voy a traer aquí el listado completo de los libros porque esto se haría interminable. Es más, es mejor ir descubriéndolos uno a uno, como Dios me dé a entender que debo tratarlos.

Espero, por otra parte, que las personas “afectadas” por mi labor no me guarden gran rencor por lo que sea capaz de hacer…

La Sábana Santa, imagen de Cristo muerto, del P. Raimondo Sorgia, O.P.

La Sábana Santa

No podemos decir que este tema no sea importante, interesante e imprescindible conocer por todo discípulo de Cristo. Conocer, reconocer, a quien ocupó aquella sábana, la Sábana Santa, no es poca cosa sino que nos sirve, además, para reconocer, también, nuestra propia fe en el Resucitado y, en fin, fundamentar lo que somos.

En la Introducción de este libro sobre la Sábana Santa se nos dice, sobre el propio autor, el P. Raimondo Sorgia, O.P., que es

“laureado en teología dogmática, director desde 1987 de la radio católica de Florencia.

Traductor de varias lenguas, ha realizado también diversas publicaciones, como el Breviario savoranoliano (1997); y con Andrea Drignini, Savonarola, eretico o santo contestatore? (1998). En torno al mismo Savonarola, está próxima a la publicación su nueva obra I giorni dell’Alberghettino. Y la editorial Pi Emme de Turín publicará este año, también del mismo autor, una Guía turístico-espiritual de España.
Del libro presente sobre la Sábana Santa, Vuoi saperne di più sulla Sindone? (Effatà Editrice, 1993), escribe en Il Tempo el padre Virginio Rotondi, S. J.: ‘Usted, Padre, ha logrado escribir un libro con la distancia de un hombre de ciencia; y sin embargo, la historia que relata se lee como una novela. Tal es el estilo y tanto es el deseo que suscita de leerlo y de volverlo a leer’”

Y esto es más que cierto porque el libro no fue escrito con intención de ciencia imposible de entender sino de acercamiento humilde a Quien estuvo cubierto por una tela de lino después de haber sido maltratado físicamente más de lo que es posible soportar e imaginar.

Traemos, aquí, antes de empezar, el Índice del libro:

Sábana Santa

Nadie lo había imaginado antes.
De Getsemaní al proceso nocturno.
La calle que lleva a la colina.
Morir en una tarde de abril.
El encuentro con la vida.
La prueba que convenció a Juan.
960’8 grados: ¡punto de fusión!
Gracias, monsieur Delage.
El investigador que interrogaba a las plantas.
Investigaciones en torno a la Sábana. -Tejido. -Anatomía. -Sangre. -Monedas. -Imprimación. -Radiación. -Historia. -Polen. -Carbono 14.
Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?

Nos hemos ocupado, especialmente, del punto 11 del mismo, al centrarse en aquello que, al fin y al cabo, pudiera determinar el valor de la Sábana Santa en cuanto a validez de la misma como aquella tela que cubrió al Hijo del hombre después de haber muerto en la Cruz. El resto, junto con este, por supuesto, recomendamos muy encarecidamente, se lea para tener una visión completa de tema tan importante como es el que refiere a la prueba palpable de la Resurrección de Cristo, sin la cual, como diría San Pablo, nuestra fe sería vana (cf. Cor 15, 14).

No es, sin embargo, que sin la existencia de la Sábana Santa, la Resurrección de Cristo no hubiera acaecido sino que, en efecto, demuestra que acaeció y que nuestra fe, por tanto, tiene base firme y no tiene nada de vana. Y, entonces, se deduce, que todo lo demás es cierto: la vida eterna, la salvación eterna, no acumular para este mundo sino para el que ha de venir junto a Dios, etc. Todo eso es cierto y, entonces, necesario en cuanto nos muestra qué hacer.

Y todo eso, todo eso y mucho más que no traemos aquí, se deduce, decimos, de que la Sábana Santa sea prueba de la existencia, de la misma, existencia, de un hombre, el Hombre perfecto y perfecto Dios, que murió como es conocido por todos y que dejó su huella impresa en una tela como bien nos ha revelado la misma. Algo así (valgan las diferencias que existen entre los dos casos) como la tilma de Juan Diego donde quedó impresa la imagen de María, Madre de Jesús y madre nuestra (conocida como de Guadalupe) donde también concurren circunstancias algo más que maravillosas y que demuestran que el poder de Dios es, exactamente, total y absoluto y ante el cual sólo podemos rendirnos como la nada que somos.

En tal apartado, pues, dedicado a las investigaciones en torno a la Sábana, nos dice el autor del libro, que

“ciertamente en estos últimos treinta años muchos estudiosos han seguido dirigiendo sus telescopios hacia la Sábana, con resultados a veces distintos e incluso opuestos, como sucede en astronomía, al profundizar en el conocimiento de los cuerpos celestes objeto de sus estudios.

Frente a quien, convencido por las múltiples pruebas a favor, se declara defensor de la plena autenticidad de la Sábana como lienzo fúnebre que envolvió el cuerpo de Cristo después de su muerte en la cruz, surge de vez en cuando alguien que, sintiéndola como un  cuerpo extraño,  intenta por todos los medios rechazarla, poniéndola entre las más celebres  falsificaciones que se hayan dado en la historia”.

¿Qué se ha analizado, por lo tanto, de la Sábana Santa?

Pues bien, desde que en 1898 el abogado Secondo Pia pidiera permiso para fotografiar la Sábana Santa y fuera el principio de una gran sorpresa (por lo que luego se supo de la misma) mucho se ha hecho con el tejido que cubrió a Cristo. Así, por ejemplo, en cuanto al mismo, es decir, a la tela se trata de una que no era extraña en la época y lugar donde vivió Cristo. En realidad, es lino común.

Sin embargo, en esto mismo hay un gran misterio encerrado pues en la madrugada del 3 al 4 de diciembre de 1532 un incendio asola la fortaleiza de Chambéry donde se encontraba la Sábana Santa. La tragedia parece desencadenarse y resultaría milagroso que se salvara la tan preciada posesión católica.

La Sábana se encontraba depositada en un cofre de plata. La temperatura ambiental empieza a subir con el incendio y llega a los fatídicos 960 grados, momento en el que la plata empieza a convertirse en gotas que caen sobre la Sábana. Pero, gracias a Dios (nunca mejor dicho esto) sólo se producen daños en aquellos centímetros donde caen las gotas, sin dañar nada más.

Sábana Santa

Pero, como era de esperar, muchos aspectos del divino lino han sido objeto de investigación. Así, por ejemplo,

-La Anatomía. El estudio de la misma ha demostrado que la persona que fue cubierta con la Sábana es una que sufrió, no por casualidad, una tortura que duró varias horas y una serie de “tormentos físicos” (p. 51) que sólo quien hubiera sido Jesús los hubiera dejado.

-La Sangre, sobre la cual “trabajando con una mayor variedad de muestras de sangre de las fibras de la tela, el patólogo P. Baima Bollone, utilizando inmunoquímica, confirmó los descubrimientos de Heller y Adler e identificó la sangre como perteneciente al grupo sanguíneo AB, prevalente en los judíos. Es significativo que el análisis del tejido muestra altos niveles de bilirrubina, lo que concuerda con   los golpes y azotes que se muestran en la imagen del Hombre de la Sábana” (p. 53)].

-Las monedas que habían puesto en los párpados del cadáver que han venido a ser como un “sello de autenticidad” (p. 53) del tiempo en el que fue puesta aquella pieza de lino sobre el cuerpo muerto de un hombre. En realidad, “’Todo esto nos lleva a la conclusión de que, efectivamente, sobre los párpados del Hombre de la Sábana Santa estuvieron dos pequeñas monedas coloniales romanas, pertenecientes a la época del imperio de Tiberio, alrededor del 29 d. C.’ (F. Pastore Trossello, Alcune considerazioni sulla questione delle monetine, en Sindon, Turín 1989)” (p. 54).

Pero si hay un aspecto crucial en el tema de la Sábana Santa es saber cómo, precisamente, quedó allí, en la tela de lino común fijada la imagen de un hombre que había sufrido un verdadero calvario.

A este respecto nos dice, el autor del libro, que han habido varias teorías al respecto.

Así, por ejemplo, aquella que dice que es un cuadro. Sin embargo, no es fácil demostrar cómo es posible que existe una exactitud milimétrica de “aquellas tres pequeñas heridas en la frente del Hombre de la Sábana Santa” con relación a “las venas y arterias de las salió la sangre. La ausencia de estas micro-garantías de autenticidad hace que no se pueda sustituir la Sábana de Turín por la Sábana reproducida en Siracusa por el doctor Rodante” (p. 54)

De todas formas, para que se produjera fijar la imagen del hombre que allí se encuentra se tuvo que producir algún tipo de “rayo de luz” (p. 56) que provocara que eso se produjese.

A tal respecto, trae el P. Raimondo Sorgia, O.P., autor de este libro, lo que, en su día y en su libro “La Sábana Santa, dos mil años después” escribió el P. Jorge Loring. Y es lo siguiente:

 

“Esto fue un descubrimiento de los doctores en ciencias físicas de la NASA americana Jackson y Jumper. Ellos opinan que la imagen se produjo por una radiación. Cuando expusieron su descubrimiento en el Congreso científico internacional sobre la Sábana Santa, en Turín, siempre que hablaban de esta radiación añadían: ‘radiación instantánea’. Yo le pregunté a Jackson el porqué, y él me contestó: ‘Porque los hilos no están carbonizados, sino superficialmente chamuscados, y por la penetración de la quemadura podemos medir la fracción de segundo que duró la radiación’. Esta radiación se produjo en el momento de la resurrección. No hay explicación más aclaratoria. Ningún cadáver de la Historia ha dejado su imagen grabada a fuego en el lienzo que lo cubre. Si yo envuelvo un cadáver en una sábana, dejará manchas de sangre, si tenía; de sudor, si tenía; de excrementos quizás. Pero es cierto que ningún cadáver de la Historia graba su imagen a fuego en el lienzo que lo cubre. Cristo grabó su imagen porque resucitó: no hay otra explicación”.

No encontraron, aquellos investigadores, dadas las características de la imprimación del cuerpo en la Sábana, más explicación que la dada: eso sólo pudo hacerlo quien resucitara.

-Polen.

Al respecto de los restos que de polen pudieran estudiarse con el fin de reconocer que la Sábana Santa es auténtica y no una falsificación, dice el P. Raimondo Sorgia, O. P. que

“J. Kilmon, en loc. Cit. (se refiere a www.historian.net/shroud. htm) ateniéndose a las investigaciones aludidas, asegura que la Sábana contiene polen de 58 especies de plantas, 17 europeas y la mayoría indígenas, algunas exclusivamente, de las zonas del Mar Muerto y Turquía”.

Pero, si hay algo que ha procurado e intentado fijar una fecha histórica de “producción” de la Sábana Santa es el método llamado del Carbono 14.

No es poco cierto que en diversos análisis que con el mismo se ha sometido a la Sábana Santa se ha querido hacer hincapié en que, en realidad, el tal lino no es de cuando se creía que era sino de una fecha entre 1260 y 1390.

Todo, entonces, sería falso y, en realidad, nada de la fe puesta en la Sábana Santa, tendría sentido.

Sin embargo, no todo es oro aunque reluzca tanto como la deslumbrante técnica del Carbono 14, pues existen factores que pueden alterar la cantidad de Carbono 14 que contenga aquello que se pretenda estudiar.

Así, por ejemplo,

“he aquí un cierto número de casos en los que se ha demostrado que el resultado de la datación con C-14 era erróneo: una antigua momia encontrada en 1984 dio sucesivamente tres fechas distintas: 300, 100 y 400 años  d.C.;  cáscaras de caracoles vivos resultaban tener una antigüedad de 26.000 años; a la momia conocida como de Manchester se le atribuyó una edad anterior a las vendas de 800-1.000 años; una foca marina, recién muerta resultó muerta en 1700; la piel de un mamut de hace unos 26.000 años, resultó fechada por el  C-14 con solo 5.600 años; algunas hojas de árbol arrancadas en el momento, resultaron tener al menos 400 años, mientras que un mantel de unos cincuenta años se consideró como hecho a mano hace 350 años.”

Pero, como dice el autor del libro (perplejo porque la ciencia dijera que su fe no estaba bien fundamentada cuanto todo hacía ver lo contrario)

“’ahora bien, ¿los laboratorios habrán descontado la cantidad de carbono que la Sábana ha debido ir absorbiendo indudablemente a lo largo de los 19 siglos transcurridos, carbono procedente de las velas, de la respiración de los fieles…?’

Por otra parte, la  elección como método de análisis del método del acelerador en lugar del método del cálculo proporcional pareció enseguida a muchos expertos el menos indicado para muestras pequeñas como las analizadas de la Sábana, porque en cada uno de los pasos de este método existe la posibilidad de que se añada carbono a la muestra, alterando consiguientemente su datación. Habría que esperar, pues, a que la ciencia perfeccione el método del carbono radioactivo y sobre todo encuentre el modo de aislar el carbono correspondiente a la edad de la Sábana del añadido a ella posteriormente”.

Abunda, en la verdad de las cosas, J-B Rinaudo, a la sazón investigador en medicina nuclear del laboratoio de Biofísica de la Facultad de Medicina de Montpelier que

“ha aportado su experiencia para formular una hipótesis que explicaría al mismo tiempo cómo se formó la imagen monocroma que nadie ha logrado hasta hoy explicar ni reproducir,  y por qué ante el carbono 14 la tela fue rejuvenecida en 13 siglos. En resumen, él parte de suponer que se produjo en el cuerpo muerto del crucificado una irradiación de energía desconocida, con un número igual de neutrones y de protones. La irradiación de los protones produciría una quemadura superficial, oscureciendo la tela por oxidación de la celulosa, mientras que los neutrones enriquecerían la tela en carbono 14 y la rejuvenecerían. Realizados los experimentos correspondientes en un acelerador de partículas del Centro de Estudios Nucleares de Grenoble y en el reactor de la Central de Energía Atómica de Soclay, la hipótesis del doctor Rinaudo se ha verificado exactamente.

Fundamentados en tantas pruebas científicas coincidentes, podemos, pues, considerar ciertamente la Sábana Santa como una reliquia, como un icono de Cristo, como un puente ideal y al mismo tiempo real entre nuestra época y la de Jesús. Debemos atender a la expresión salida de sus labios: ‘Si no queréis creerme mí, creed al menos a mis obras’ (Jn 10, 38)”.

Y es que creemos, por eso mismo, por esta gran obra en poder de Dios.

Eleuterio Fernández Guzmán