ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 08 de marzo de 2014

La frase del día

Los enigmas de Dios son más satisfactorios que las soluciones de los hombres.

Gilbert Keith Chesterton 

 


El papa Francisco

El Papa nombra a los 15 miembros del Consejo de Economí­a
Ofrecerán orientaciones sobre la gestión económica y vigilarán las estructuras y las actividades administrativas y financieras de la Santa Sede

Francisco alienta a los laicos a ser protagonistas de la evangelización
En un mensaje a los participantes en un encuentro promovido por la diócesis de Roma, que ha tenido lugar del 7 al 8 de marzo en la Pontificia Universidad Lateranense

Mensaje del Santo Padre sobre la gestión de los bienes eclesiásticos
Dirigido a los participantes en el Simposio Internacional organizado por la Congregación para los Institutos de vida consagrada y las Sociedades de vida apostólica

Santa Sede

Joseph Ratzinger habla de Juan Pablo II
La entrevista al Papa emérito en el libro "Junto a Juan Pablo II - Los amigos y los colaboradores cuentan" de Wlodzimierz Redzioch

Entrevista

Cardenal Sistach: "Lo más importante en la Iglesia siempre es la conversión"
Entrevista al cardenal Luis Martí­nez Sistach, arzobispo de Barcelona, en Visita Ad Limina en Roma

Espiritualidad

San Juan de Dios
«La locura de amor divino hizo de este santo fundador de la Orden Hospitalaria un manantial de inagotable ternura para los pobres y los enfermos. León XIII lo declaró patrono de los hospitales y de los enfermos»


El papa Francisco


El Papa nombra a los 15 miembros del Consejo de Economí­a
Ofrecerán orientaciones sobre la gestión económica y vigilarán las estructuras y las actividades administrativas y financieras de la Santa Sede

Por Redacción

CIUDAD DEL VATICANO, 08 de marzo de 2014 (Zenit.org) - En el motu proprio “Fidelis dispensator et Prudens”, publicado el pasado 24 de febrero, el papa Francisco instituyó un Consejo de Economía que tiene como función "ofrecer orientaciones sobre la gestión económica y vigilar las estructuras y las actividades administrativas y financieras de los dicasterios de la Curia Romana y de las instituciones de la Santa Sede".

El documento especifica también que este Consejo estará compuesto por 15 miembros, 8 de los cuales serán "elegidos entre los cardenales y los obispos" y los otros 7 "son expertos laicos de varias nacionalidades, con competencias financieras y reconocida profesionalidad".

Según informó la Oficina de Prensa de la Santa Sede en un comunicado, el Santo Padre ha nombrado hoy a los miembros del Consejo de Economía para un quinquenio. 

Los ocho cardenales y obispos son los siguientes:

Reinhard Marx, arzobispo de Munich y Frisinga (coordinador); Juan Luis Cipriani Thorne, arzobispo de Lima; Daniel N. DiNardo, arzobispo de Galveston-Houston; Wilfrid Fox Napier, arzobispo de Durban; Jean-Pierre Ricard, arzobispo de Burdeos; Norberto Rivera Carrera, arzobispo de México; John Tong Hon, obispo de Hong Kong; Agostino Vallini, vicario general de Su Santidad para la diócesis de Roma.

Y los siete expertos:

Joseph F.X. Zahra, Malta (vicecoordinador); Jean-Baptiste de Franssu, Francia; John Kyle, Canadá; Enrique Llano Cueto, España; Jochen Messemer, Alemania; Francesco Vermiglio, Italia; George Yeo, Singapur.

Siguiendo las indicaciones del motu proprio, los miembros designados provienen de diferentes áreas geográficas, un hecho que refleja la universalidad de la Iglesia.

La primera reunión del Consejo está programada para el mes de mayo.

Ver también: El motu proprio del Papa Francisco: 'Fidelis dispensator et prudens' 

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Francisco alienta a los laicos a ser protagonistas de la evangelización
En un mensaje a los participantes en un encuentro promovido por la diócesis de Roma, que ha tenido lugar del 7 al 8 de marzo en la Pontificia Universidad Lateranense

Por Redacción

CIUDAD DEL VATICANO, 08 de marzo de 2014 (Zenit.org) - "Los fieles laicos, en virtud del Bautismo, son protagonistas en la obra de evangelización y promoción humana". Es cuanto ha escrito el papa Francisco en un mensaje a los participantes en el encuentro de responsables de las asociaciones laicales de inspiración cristiana, promovido por la diócesis de Roma sobre el tema “La misión de los laicos cristianos en la ciudad”, que ha tenido lugar del 7 al 8 de marzo en la Pontificia Universidad Lateranense.

"Incorporado a la Iglesia, cada miembro del Pueblo de Dios es inseparablemente discípulo y misionero. Es siempre necesario volver a partir de esta raíz común a todos nosotros, hijos de la madre Iglesia", subraya el Santo Padre.

"Como consecuencia de esta pertenencia común a la Iglesia y la participación a su misión - explica - es importante no contraponer entre ellos a las parroquias y las asociaciones eclesiales laicales".

Estas últimas, "en su variedad y dinamismo, son un recurso para la Iglesia, con su proyección en los diversos ambientes y sectores de la vida social; pero es bueno que mantengan un lazo vital con la pastoral orgánica de las diócesis y de las parroquias, para no construirse una lectura parcial del Evangelio y no desarraigarse de la madre Iglesia", observa el Pontífice. 

Por último, y pensando en la misión de los laicos cristianos en la ciudad "en contacto con las complejas problemáticas sociales y políticas", el Papa los invita a "hacer uso habitual del Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, un instrumento completo y precioso". "Con la ayuda de esta ‘brújula’ - concluye - los aliento a trabajar por la inclusión social de los pobres, teniendo siempre para ellos una prioritaria atención religiosa y espiritual". 

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Mensaje del Santo Padre sobre la gestión de los bienes eclesiásticos
Dirigido a los participantes en el Simposio Internacional organizado por la Congregación para los Institutos de vida consagrada y las Sociedades de vida apostólica

Por Redacción

CIUDAD DEL VATICANO, 08 de marzo de 2014 (Zenit.org) - El papa Francisco ha enviado un mensaje a los participantes en el Simposio Internacional sobre "La gestión de los bienes eclesiásticos de los Institutos de vida consagrada y de las Sociedades de vida apostólica al servicio de la humanidad y de la misión de la Iglesia", que está teniendo lugar este fin de semana en la Pontificia Universidad Antonianum de Roma.

El texto ha sido difundido esta mañana por la Oficina de Prensa de la Santa Sede. Por su interés, les ofrecemos el contenido íntegro del mensaje del Santo Padre:

Al venerado hermano cardenal João Braz de Aviz, prefecto de la Congregación para los Institutos de vida consagrada y las Sociedades de vida apostólica

Envío mi cordial saludo a usted y a todos los participantes en el Simposio Internacional sobre "La gestión de los bienes eclesiásticos de los Institutos de vida consagrada y de las Sociedades de vida apostólica al servicio de la humanidad y de la misión de la Iglesia".

Nuestro tiempo se caracteriza por cambios y avances significativos en numerosos campos, con importantes consecuencias para la vida de los hombres. Sin embargo, a pesar de haber reducido la pobreza, los logros alcanzados han ayudado a menudo a construir una economía de la exclusión y de la iniquidad: "Hoy todo entra dentro del juego de la competitividad y de la ley del más fuerte, donde el poderoso se come al más débil" (cfr. Evangelii gaudium, 53). Frente a la precariedad en la que viven la mayor parte de los hombres y mujeres de nuestro tiempo, y también frente a las fragilidades espirituales y morales de tantas personas, en particular los jóvenes, nos sentimos interpelados como comunidad cristiana.

Los Institutos de vida consagrada y las Sociedades de vida apostólica pueden y deben ser sujetos protagonistas y activos al vivir y testimoniar que el principio de gratuidad y la lógica del don encuentran su lugar en la actividad económica. El carisma fundacional de cada Instituto se inscribe plenamente en esta "lógica": en el ser-don, como consagrados, dais vuestra verdadera contribución al desarrollo económico, social y político. La fidelidad al carisma fundacional y al consiguiente patrimonio espiritual, junto a los fines propios de cada Instituto, siguen siendo el primer criterio de evaluación de la administración, gestión y de todas las intervenciones realizadas en los Institutos a cualquier nivel: "La naturaleza del carisma encauza las energías, sostiene la fidelidad y orienta el trabajo apostólico de todos hacia la única misión" (Vita consecrata, 45).

Se debe vigilar atentamente para que los bienes de los Institutos sean administrados con cautela y transparencia, sean tutelados y preservados, combinando la prioritaria dimensión carismático-espiritual a la dimensión económica y la eficiencia, que tiene su propio humus en la tradición administrativa de los Institutos que no tolera desperdicios y está atenta al buen uso de los recursos.

Tras la clausura del Concilio Vaticano II, el Siervo de Dios Pablo VI llamaba a "una nueva y auténtica mentalidad cristiana" y a un "nuevo estilo de vida eclesial": "Observamos con atención vigilante como en un periodo como el nuestro, todo absorto en la conquista, la posesión, el disfrute de los bienes económicos, se advierta en la opinión pública dentro y fuera de la Iglesia, el deseo, casi la necesidad, de ver la pobreza del Evangelio y quererla reconocer principalmente allí donde el Evangelio es predicado, está representado" (Audiencia general del 24 de junio de 1970).

He querido recordar tal necesidad en el Mensaje para la Cuaresma de este año. Los Institutos de vida consagrada y las Sociedades de vida apostólica han sido siempre la voz profética y testimonio vivaz de la novedad que es Cristo, de la conformación a Aquél que se ha hecho pobre enriqueciéndonos con su pobreza. Esta pobreza amorosa es la solidaridad, el compartir y la caridad, y se expresa en la sobriedad, en la búsqueda de la justicia y en la alegría de lo esencial, para poner en guardia frente a los ídolos materiales que oscurecen el verdadero sentido de la vida. No sirve una pobreza teórica, sino la pobreza que se aprende al tocar la carne de Cristo pobre, en los humildes, los pobres, los enfermos, los niños. Sed todavía hoy, para la Iglesia y para el mundo, la avanzada de la atención a todos los pobres y todas las miserias, materiales, morales y espirituales, como superación de todo egoísmo en la lógica del Evangelio, que nos enseña a confiar en la Providencia de Dios.

Mientras expreso mi gratitud a la Congregación para los Institutos de vida consagrada y las Sociedades de vida apostólica, que ha promovido y preparado el Simposio, espero que traiga los frutos deseados. Invoco la intercesión de la Bienaventurada Virgen María y os bendigo a todos.

Desde el Vaticano, el 8 de marzo de 2014

Francisco

Traducción del original italiano por Iván de Vargas

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Santa Sede


Joseph Ratzinger habla de Juan Pablo II
La entrevista al Papa emérito en el libro "Junto a Juan Pablo II - Los amigos y los colaboradores cuentan" de Wlodzimierz Redzioch

Por Antonio Gaspari

CIUDAD DEL VATICANO, 08 de marzo de 2014 (Zenit.org) - “Que Juan Pablo II fuera un santo, en los años de colaboración con él me ha parecido cada vez más claro. (…) Se dio con una radicalidad que no puede ser explicada de otro modo. (…) Su compromiso fue incansable, y no solo en los grandes viajes, cuyos programas estaban cargados de encuentros, desde el inicio hasta el final, sino también día tras día, a partir de la misa matutina hasta la noche tarde”. 

A hablar de este modo es Joseph Ratzinger, el papa emérito Benedicto XVI. Lo ha hecho durante una entrevista exclusiva concedida a Wlodzimierz Redzioch y publicada en el libro "Junto a Juan Pablo II - Los amigos y los colaboradores cuentan" (ediciones Ares).

Según ha revelado el Papa emérito: “El primer encuentro consciente que tuve con el cardenal Wojtyla fue en el cónclave en el que fue elegido Juan Pablo I. Durante el Concilio, habíamos colaborado ambos en la Constitución sobre la Iglesia en el mundo contemporáneo, sin embargo fue en secciones diferentes, por lo que no nos habíamos visto”. “Wojtyla, había leído mi Introducción al Cristianismo, que había citado también en los ejercicios espirituales predicados por él a Pablo VI y la Curia, en la Cuaresma de 1976. Por eso era como si interiormente ambos esperásemos encontrarnos”. “Sentí desde el inicio una gran veneración y una simpatía cordial por el metropolitano de Cracovia. En el pre-cónclave de 1978 el cardenal Wojtyla analizó para nosotros de forma asombrosa la naturaleza del marxismo. Pero sobre todo percibí en seguida con fuerza la fascinación humana que de él emanaba y de como rezaba, advertí cuan profundamente estaba unido a Dios”.

Acerca de la relación con Juan Pablo II, Joseph Ratzinger ha explicado: “La colaboración con el Santo Padre estuvo siempre caracterizada por amistad y afecto. Esta se desarrolló sobre todo en dos planos: el oficial y el privado. (…) sobre los problemas teológicos siempre pudimos conversar fructuosamente. (…) era costumbre del Papa invitar a comer a los obispos en visita ad limina, como también a grupos de obispos y sacerdotes de distinta composición, según la circunstancia. (…) El gran número de presentes hacía siempre variada la conversación y de gran alcance. Y quedaba siempre lugar también para el buen humor. El Papa reía con ganas y así esas comidas de trabajo, aún en la seriedad que se imponía, de hecho eran también ocasiones para estar en agradable compañía”.

Pero ha sido la espiritualidad de Juan Pablo II lo que ha impresionado a Ratzinger. 
Benedicto XVI ha escrito: “La espiritualidad del Papa se caracterizaba sobre todo por la intensidad de su oración y por tanto está profundamente arraigada en la celebración de la Santa Eucaristía y hecha junto a toda la Iglesia con la recitación del Brevario.
 (…) Su devoción no podía nunca ser puramente individual, sino que estaba siempre llena de preocupación por la Iglesia y por los hombres. (…) Todos nosotros hemos conocido su gran amor por la Madre de Dios. Donarse por entero a María significó ser, con ella, todo para el Señor”.

Según el Papa emérito, es en este contexto en el que se debe entender la santidad de Juan Pablo II. “Solo a partir de su relación con Dios - ha subrayado Ratzinger - es posible entender también su incansable compromiso pastoral”.

Benedicto XVI ha confesado que, durante la primera visita a Alemania de Wojtyla, “por primera vez tuve una experiencia muy concreta de este enorme compromiso”. “Para su estancia en Munich, - ha narrado - decidió que debía tomarse una pausa más larga a medio día. Durante ese intervalo me llamó a su habitación. Le encontré recitando el Breviario y le dije: "Santo Padre, debe descansar"; y él: "puedo hacerlo en el cielo". Solo quien está lleno profundamente de la urgencia de su misión puede actuar así”.

En conclusión, Benedicto XVI ha escrito: “Mi recuerdo de Juan Pablo II está lleno de gratitud. No podía y no debía intentar imitarlo, pero he intento llevar adelante su herencia y su tarea lo mejor que he podido. Y por eso estoy seguro que todavía hoy su bondad me acompaña y su bondad me protege”.

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Entrevista


Cardenal Sistach: "Lo más importante en la Iglesia siempre es la conversión"
Entrevista al cardenal Luis Martí­nez Sistach, arzobispo de Barcelona, en Visita Ad Limina en Roma

Por Rocío Lancho García

CIUDAD DEL VATICANO, 08 de marzo de 2014 (Zenit.org) - El grupo de obispos de las provincias eclesiásticas de Barcelona y Tarragona ha sido el penúltimo en reunirse con el Santo Padre con motivo de la Visita Ad Limina. El viernes 7 de marzo pudieron compartir con Francisco las situaciones concretas que cada uno de los 9 obispos -más tres obispos auxiliares- vive en su diócesis concreta. Desde el día 28 de febrero y hasta hoy 8 de marzo, los obispos han ido visitando al Santo Padre y los dicasterios de la Santa Sede en grupos por provincias eclesiásticas. ZENIT ha entrevistado al cardenal Luis Martínez Sistach, arzobispo de Barcelona, para profundizar sobre algunos detalles de la Visita Ad Limina, el 'encuentro con el hermano mayor', dice el purpurado. Asimismo habla de algunos temas tratados con el Santo Padre, analiza el último año vivido en la Iglesia y explica las periferias existenciales presentes en España. Por último, afronta también la situación actual de la familia y el trabajo del Consistorio y los Sínodos que abordarán esta realidad.

¿Cómo fue el encuentro de ayer con el Santo Padre?
--Cardenal Sistach: Fue la culminación de esta Visita Ad Limina. Fue un encuentro magnífico, el encuentro con el padre y hermano mayor y a la vez también con un pastor, el de la Iglesia de Roma y la Iglesia universal que además fue durante muchos años pastor de Buenos Aires. Fue un encuentro de mucha cercanía por parte del Papa, autenticidad por nuestra parte. Le expusimos al Santo Padre las realidades de nuestras Iglesias diocesanas, las ilusiones, esperanzas, proyectos, retos, desafíos, fracasos, dificultades... Pusimos todo lo que vivimos y encontramos acogida muy cordial, afectiva y comprensiva que respondía a nuestras preguntas, incidía con sus experiencias, nos iluminaba. Pudimos tratar muchos temas durante la hora y media. Quedamos muy contentos. Es un estilo nuevo, antes esto no se hacía [ndr. antes, en las visitas ad Limina el Santo Padre se reunía de forma individual con cada obispo] y en este estilo que no conocíamos, hemos salido todos los obispos muy contentos.

¿Qué temas pudieron tratar con el Santo Padre?
--Cardenal Sistach: Aunque los temas más concretos que pudimos hablar no salgan porque es un tipo de encuentro reservado, sí puedo afirmar que tratamos muchos temas porque en una Iglesia diocesana, un pastor no puede olvidarse o no ver las realidades de todos los tipos: religiosas, espirituales, económicas, sociales, políticas, institucionales. Hablamos por ejemplo mucho de los sacerdotes, de servirles y estar a su lado.

Decía que el Santo Padre habla también desde su experiencia de pastor en Buenos Aires, ¿de qué forma les ayuda esto a ustedes?
--Cardenal Sistach: El hecho de ser pastor de una Iglesia diocesana siempre te hace muy realista porque están las ilusiones, y una cosa es lo que debería ser y otra lo que puede ser en un momento determinado. Los padres saben qué tienen que hacer con los hijos, pero a veces no lo pueden hacer porque sería contraproducente, entonces lo harán mañana. El gobierno pastoral también es el arte del posible porque la pastoral toca a las personas, las comunidades, las parroquias; no son robots, son personas e instituciones que tienen sus reacciones. Lo más importante en la Iglesia siempre es la conversión, tiene que haber derecho y normativas, pero lo más importante siempre es la conversión.

Hace unos días el Santo Padre recibió a la Congregación para los Obispos y les habló sobre cómo debe ser un obispo, ¿que destacaría de este discurso ?
--Cardenal Sistach: Toca muchos temas y te puede venir pensar pero 'Santo Padre, ¿entonces quién puede ser obispo?' (risas). Es un poco lo que pasó en las Congregaciones previas al Cónclave, los cardenales hablábamos sobre cómo debía ser el nuevo Papa y pedíamos tantas cosas que también se podía pensar '¿y quién puede ser Papa?'... Somos limitados. Por eso está muy bien lo que ha dicho el Papa, porque aunque el 100% se da en el cielo hemos de intentar acercarnos al 100 y si no llegamos, pues al 90 y por eso hay que intentarlo y tener las ideas claras. Lo que sí se pretende de un obispo es buscar los candidatos mejores y los que se acerquen más.

En estos días también han tenido ocasión de reunirse con los distintos dicasterios de la Curia, ¿cómo han sido estos encuentros?
--Cardenal Sistach: La acogida, la disponibilidad, la atención y el interés al escuchar me ha impresionado muy positivamente. La Curia está al servicio del Papa en su misión en la Iglesia universal y por tanto toca todas las diócesis del mundo. Los obispos que estamos en las diócesis, a veces tenemos problemas o dificultades y conviene mucho que los dicasterios nos acojan, comprendan, ayuden y acompañen. Y esto se ha dado en este espíritu positivo de la Curia y lo hemos agradecido. Y así hemos participado en proponer cuestiones, solicitar alguna ayuda y realmente han sido acogidas y algunas ya han recibido respuesta, en el sentido de que han sido iluminadas. Fórmulas mágicas no tenemos, pero sí que hay principios que pueden ayudar en la práctica pastoral.

La Visita Ad Limina puede suponer una ocasión de pararse y ver el trabajo que se ha hecho hasta ahora y mirar al futuro, ¿qué valoración puede hacer al respecto?
--Cardenal Sistach: La visita tiene un trabajo previo, y no fácil de hacer, que es una relación de los años transcurridos desde la última Visita Ad Limina, en este caso han sido nueve. Hay que presentar un documento a la Santa Sede sobre cómo está el estado pastoral de la diócesis con muchas preguntas y cuestiones: hay que estudiar las delegaciones, parroquias, instituciones docentes... Esta ya ha sido una reflexión, el 'dónde estamos', que ayuda a programar el futuro. Esta revisión viene también dada por los planes pastorales. Nosotros, por ejemplo, lo tenemos del 2011 al 2015 con tres objetivos prioritarios. El primero  - totalmente en la línea de papa Francisco y la nueva evangelización - es dar a conocer a Jesús a quienes no lo conocen; algo que nos toca a todos los bautizados. El segundo es ver qué ofrecemos a los que se acercan, cómo los acogemos, cómo les acompañamos; es decir la pastoral de la iniciación cristiana. El tercer objetivo es la solidaridad como expresión de la fe cristiana. Con el problema de la crisis económica y la gente que está sufriendo por la carestía y los recortes, nos ha parecido continuar con este objetivo que ya llevábamos de antes. Un tema relacionado con el capítulo cuatro de la Evangelii Gaudium [ndr. exhortación apostólica del papa Francisco], la dimensión social de la evangelización.

Este último año ha sido importante para la historia de la Iglesia, con la renuncia de Benedicto XVI y la elección de Francisco, ¿qué valoración hace usted de lo vivido en los últimos doce meses?
--Cardenal Sistach: Han sido providenciales. Ya lo eran en su momento, con la decisión de renunciar de Benedicto XVI tomada con absoluta libertad y conciencia que no podía realizar su ministerio adecuadamente y bien, adverbios que él emplea. Lo hizo por el bien de la Iglesia y porque quería servir a la Iglesia y servir adecuadamente. Esta es la coherencia total que pone de relieve el amor a la Iglesia, y una actitud de servicio a la Iglesia, no servirse de la Iglesia. Pero también indica mucha humildad por su parte. Fue providencial porque hicimos el Cónclave y el Espíritu Santo nos asistió a los cardenales mientras la Iglesia oraba. La fumata blanca fue estupenda, y ya el Papa nos sorprendió con el nombre pero fue el inicio de las sorpresas. Ya lo conocíamos pero cada vez nos sorprende más. Y nos sorprende - en el buen sentido de la palabra - tanto a creyentes como no creyentes. Por tanto, creo que todo ha sido providencial. Ahora tenemos a este Papa que está haciendo mucho bien a la Iglesia, y tenemos que rezar mucho por él para que Dios le dé mucha salud y encuentre colaboración en todos los miembros de la Iglesia para que pueda llevar a termino su plan de renovación de la Iglesia. Él lo ha dicho muy claro en la exhortación apostólica, que es como un documento programático de su servicio a la Iglesia. Pero, pide que sea para toda la Iglesia donde la clave es la reforma para que la Iglesia se acerque más a los hombres y mujeres. El criterio para esta reforma es la misión, la dimensión misionera y evangelizadora. 

¿Cómo siente que ha sido la acogida del papa Francisco por parte de la gente?
--Cardenal Sistach: La acogida por parte de creyentes y no creyentes es muchísima. Hay  simpatía e interés por el Papa y por la Iglesia, se ve la Iglesia con otros ojos. También se ve el acercamiento a Dios, a la Iglesia, a los sacramentos. Hay como una primavera que dará frutos. Le hemos agradecido al Santo Padre que lo haya hecho posible, él lo hace porque Dios le ha dado este carisma y este don y lo pone al servicio de la Iglesia. No es una operación de marketing. Él es auténtico y quizá es lo que a la gente le llama más, la autenticidad, la coherencia y la normalidad.

El Santo Padre habla mucho de ir a las periferias, geográficas y existenciales, ¿cuáles cree que son las periferias de España?
--Cardenal Sistach: Tenemos muchas periferias. Está la de los hombres y mujeres que están lejos de Dios que es muy importante porque el hombre no solo vive de pan sino de la Palabra de Dios. Otra sería la carestía económica, la pobreza, la marginación. También está la violencia, de género u otros tipos, la prostitución, la sexualidad exacerbada. Son periferias donde hay falta de libertad, esclavitudes que degradan a la persona humana. Existe también la periferia de la soledad, tantas personas que viven juntas pero viven separadas o sin comunicación. Y es que existen periferias espirituales, económicas, sociales... Hay muchas pobrezas. Ahora vivimos también la periferia de tantos hermanos nuestros de África - que están cerca de España y de Europa, pero que Europa no le da mucho la cara sino que incluso a veces da la espalda -  y dejan sus países porque no hay trabajo y tienen que venir en pateras o saltando vayas para poder conseguir algo, como si Europa fuera la tierra prometida.

¿Han podido ver que el Santo Padre es conocedor de estas periferias de España? --Cardenal Sistach: El Papa conoce la realidad española, porque siendo de Argentina, tenemos lazos, vinculaciones y una cultura muy común. Hay muchos argentinos casados con españoles que tienen sus raíces aquí. Por otra parte, cuando los obispos hablamos con el Papa de nuestras diócesis hablamos de todo, no solo a nivel espiritual. Porque la diócesis es todo, porque la gente vive su vida y la vida toca todos los aspectos: social, económico, político, cultural. Y esto forma parte de la vida de las personas y de la Iglesia que vive en el mundo y tiene que dirigir su misión en un lugar concreto.

¿Pudieron ver ayer si el Papa conoce la situación política concreta de Cataluña?
--Cardenal Sistach: Por delicadeza y respeto al Santo Padre no voy concretar por el clima de reserva de este tipo de encuentros. Pero realmente al hablar de nuestra realidad, hablamos de todas las realidades. Entender que el hombre y la mujer no es solo algo espiritual, ni algo solamente corporal, sino que es un todo.

En estos meses hemos podido comprobar que la familia es otra gran preocupación. Se celebró ya el Consistorio extraordinario y ahora la Iglesia se prepara para los Sínodos, ¿cómo se está trabajando sobre este asunto?

--Cardenal Sistach: Ciertamente el Papa está preocupado por la familia, como lo estamos todos. La familia, que es la célula de la sociedad, es absolutamente necesaria para el bien de las personas, de la sociedad y de la Iglesia. La familia es apreciada por todos porque es un lugar donde las personas son queridas no por lo que valen sino por lo que son.
Concretamente en el Consistorio se trató de la familia pero fácilmente se polariza en el tema de los divorciados casados de nuevo y su participación en los sacramentos. Es una problemática importante pero es que previamente a esto hay otra cosa: ¿cómo formamos a los jóvenes? Hemos de procurar matrimonios que sean una íntima comunión de vida y amor, que duren para siempre. Por eso es importante procurar que no haya separaciones y se amen para que los hijos encuentren un nido, un clima adecuado para su formación.
La Iglesia tiene que aparecer como madre y como maestra, manifestar su misericordia a todos. Y también a nuestros hermanos que por circunstancias de la vida se han divorciado y luego se han vuelto a casar por lo civil o viven con otra persona y quieren participar en la eucaristía, educar a sus hijos en la fe cristiana, pero viene el problema de los sacramentos de la confesión y la comunión. Todo esto hay que tratarlo en el Sínodo, no como lo más importante, pero sí es importante. Y para el Sínodo de este año, el Santo Padre desea mucho que se vayan tratando estos temas y con la ayuda del Espíritu Santo se pueda hacer lo que se pueda hacer, porque la Iglesia no lo puede todo, porque la Palabra de Dios nos condiciona en el buen sentido de la palabra.
Por deseo del Santo Padre hay tres basílicas en el mundo que estamos rezando por todas las familias y por el trabajo de estos dos Sínodos. La de Nazaret, la de Loreto y la Sagrada Familia de Barcelona. Concretamente en la Sagrada Familia ya celebramos una misa el día de la familia, ahora en marzo hacemos la fiesta de San José, y vendrá el secretario del Sínodo de los obispos, el cardenal Baldisseri. Por otro lado hemos preparado paneles hablando de la familia, también hemos editado la carta de las familias con un logotipo diseñado por Gaudí que es una JMJ (Jesús, María y José). En este sentido estamos haciendo muchas cosas para pedir por las familias del mundo y el trabajo del Sínodo.

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Espiritualidad


San Juan de Dios
«La locura de amor divino hizo de este santo fundador de la Orden Hospitalaria un manantial de inagotable ternura para los pobres y los enfermos. León XIII lo declaró patrono de los hospitales y de los enfermos»

Por Isabel Orellana Vilches

MADRID, 08 de marzo de 2014 (Zenit.org) - Juan Ciudad Duarte nació en 1495 en Montemor-o-Novo, Évora, Portugal. Pero la ciudad de Granada fue la cruz de este imponente hombre de Dios, tal como le advirtió el Niño Jesús que ocurriría, mostrándole una granada entreabierta con una cruz en el centro. Allí es amado y venerado desde hace siglos por su admirable caridad y misericordia con los pobres y los enfermos. Es conocido como «el santo». Como le sucedió a otros fundadores, no se le hubiera ocurrido imaginar que sería el artífice de una Orden religiosa. El arduo camino hacia ese momento estuvo sembrado de episodios diversos, a veces casi rocambolescos, ya que fue un precoz aventurero. Se fue de casa a los 8 años y se hizo pastor en Oropesa, Toledo. Luchó en la compañía del conde de esta villa al servicio del emperador Carlos V, defendiendo la plaza de Fuenterrabía atacada por el rey Francisco I de Francia. Y ganada la batalla, al no poder custodiar un depósito militar no fue ahorcado de milagro.

Vuelto a Oropesa se libró de un matrimonio deseado por su amo para su hija, pero no por él. Partió a proteger la ciudad de Viena amenazada por los turcos, y luego comenzó un periplo como viajero incansable. Pasó por Flandes y regresó a España por mar. Penetró por La Coruña, visitó Santiago de Compostela y después se dirigió a la casa paterna. Al llegar supo que sus padres habían muerto. Viajó a Sevilla, viviendo un tiempo en Ceuta y Gibraltar. En estos lugares trabajó como leñador, peón de albañil y librero. En 1538 yendo a Gaucín, Málaga, se le apareció el Niño Jesús. Entonces le vaticinó: «Granada será tu cruz». De inmediato se afincó en la ciudad de la Alhambra y mantuvo el oficio de librero. Distribuía textos y estampas religiosas en la tienda que regentaba al lado de la conocida Puerta Elvira. En medio de tantos vaivenes, se sentía movido por la piedad y la caridad con intensidad creciente.

El 20 de enero de 1539 vivió su conversión. San Juan de Ávila pronunciaba un sermón en la ermita de los mártires. Hizo tal retrato de la virtud frente a la fealdad del pecado que dejó a Juan Ciudad conmocionado. Con gran aflicción y ansias de penitencia suplicaba postrado en el suelo: «Misericordia, Señor, misericordia». Dio sus libros a las llamas, se desprendió de sus escasos bienes, y se lanzó a las calles, descalzo, para confesar públicamente sus pecados sin prestar atención a las voces de la gente que le insultaba clamando: «¡Al loco, al loco…!».

El Maestro Ávila le ayudó a contener esa divina locura conduciéndole a una efectiva labor de caridad. Pero antes, pasó por un infierno. Dos personas de buena fe, creyendo hacerle un bien, le condujeron al manicomio, sito en un espacio del Hospital Real de Granada. Este hecho, que por fuerza debía haber sido traumático, a él le abrió las puertas a la misión para la que fue elegido. Por experiencia supo del casi inhumano tratamiento que se aplicaba en la época a esta clase de enfermos, y salió de allí dispuesto a remediar tanto sufrimiento. «Jesucristo me traiga a tiempo y me dé gracia para que yo tenga un hospital, donde pueda recoger a los pobres desamparados y faltos de juicio, y servirles como yo deseo».

Peregrinó a Guadalupe para pedir la ayuda de la Virgen, de acuerdo con Juan de Ávila, con el que previamente se entrevistó en Montilla y luego en Baeza. En Guadalupe se le apareció la Virgen y puso en sus brazos al Niño Jesús. Entregándole unos pañales, le encomendó: «Juan, vísteme al Niño para que aprendas a vestir a los pobres». Conmovido por la visión, se formó en lo preciso para afrontar su obra y comenzó su acción en Granada, por indicación del padre Ávila que le alentó en su quehacer. A finales de 1539 un pequeño hospital abierto en la calle de Lucena pronto se llenó con pobres desamparados cuyo único patrimonio era el sufrimiento que llevaban tatuado en sus frentes: huérfanos, vagabundos, prostitutas, ancianos, viudas, locos, enfermos diversos, etc. Los curaba, consolaba, aseaba y proporcionaba comida. Sin arredrarse, pedía para ellos por las calles con una espuerta y dos marmitas pendidas de su cuello: «Hermanos, haced bien para vosotros mismos».

Las noches eran testigos de su mendicidad: «¿quién se hace bien a sí mismo dando a los pobres de Cristo?», decía. Le abrieron las puertas y le proporcionaron la ayuda requerida, porque las gentes se conmovían ante la potente presencia de aquel hombre menudo del que brotaba la aureola del amor divino. A orillas del río Darro, en el cautivador entorno de la Alhambra, iba cargado con sus fatigas y también con sus añoranzas por lo divino. El arzobispo Ramírez de Fuenleal le impuso el hábito y le dio el nombre de Juan de Dios. Espiritualmente sufrió las asechanzas del maligno.

En 1549 se declaró un pavoroso incendio en el hospital, y no dudó en salvar a sus enfermos penetrando en el centro, aunque le aconsejaron que no expusiera su vida. Sus hombros fueron la tabla de salvación de todos ellos. Milagrosamente, porque lo vieron moverse envuelto en llamas, no sufrió daño alguno. Numerosas mujeres descarriadas a quienes leía la Pasión de Cristo se convirtieron y cambiaron de vida. Uno de sus éxitos apostólicos fue haber logrado reconciliar a Antón Martín con Pedro de Velasco, asesino de su hermano. Y es que la caridad de Juan era desbordante. A primeros de febrero de 1550 supo que el río Genil arrastraba madera en gran cantidad y la precisaba para sus enfermos. Estando en la rivera, vio a una persona que se ahogaba. Se hallaba muy débil, pero se lanzó al río y la rescató. No obstante, tamaño esfuerzo le costó la vida debido a un agotamiento del que no pudo reponerse.

Este excelso samaritano, penitente y caritativo, murió con fama de santidad el 8 de marzo de 1550 en la casa de los Pisa donde, a petición del arzobispo, le habían acogido esperando que se recuperase. Se había hincado de rodillas abrazado a su crucifijo. Urbano VIII lo beatificó el 21 de septiembre de 1630. Inocencio XII lo canonizó el 15 de agosto de 1691. Y León XIII lo declaró patrono de los hospitales y de los enfermos.

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