26.03.14

Le hicieron llevar preservativos en las manos atadas


Seis mártires de la guerra civil nacieron un 26 de marzo: un mercedario burgalés -que podría ser patrón de los farmacéuticos en su objeción a vender ciertos productos-, un sacerdote diocesano cordobés, un marista ilerdense y otro gerundense, un lasaliano burgalés y una hija de la Caridad orensana.

“Jamás iré a luchar a favor de los enemigos de mi Dios”

Amancio Marín Mínguez, de 28 años y oriundo de Celada del Camino (Burgos), era sacerdote mercedario, fue asesinado el 26 de julio de 1936 en Binéfar (Huesca) y beatificado en 2013. Según la información publicada por el obispado de Lleida, el padre Bienvenido Lahoz lo califica “de religioso ordinario. No hizo nada especial. Le costó sacar la carrera eclesiástica, no lució como predicador, no tuvo cargos. Sólo fue coadjutor de Estercuel y dió clase a niños.

De cortos alcances para los estudios, pero de gran humildad y entusiasta vocación, nos lo definen quienes lo conocieron. Sencillo, humilde, dócil, espiritual. ¡Oh! Eso es mucho. Mucho, mucho. ¿Se puede afirmar algo más sublime?

Nació el 26 de marzo de 1908 en Celada del Camino, Burgos, de Miguel y María Candelas, siendo bautizado el inmediato 29 y confirmado el 16 de septiembre de 1910.

El 8 de octubre de 1921 ingresó en Lérida de postulante. Pasando a San Ramón, vistió el hábito el 10 de agosto de 1923, a las 9’30, de manos del provincial padre Alberto Barros, en presencia de los padres Ramón Martín y Pablo Planes. Profesó el 16 de febrero de 1925, a las 20 horas, ante los padres Ramón Martín, Pablo Planes y José Inglés. De ahora recuerda el padre Bienvenido Lahoz, cómo tenía gran interés por aprender las ceremonias del oficio divino, que yo enseñaba a los novicios por encargo del padre maestro antes de ser sacerdote.

Luego fue enviado al monasterio de Poyo, Pontevedra, para cursar filosofía y teología. En Poyo emitió los votos solemnes el 10 de junio de 1930. Recibió presbiterado el 7 de junio de 1931 en Tuy, cantando la primera misa en Poyo el inmediato día 11. Y regresó a su provincia de Aragón.

El 9 de agosto de 1932 llegó de conventual a Mallorca, ya había estado del 12 al 29 de enero. El 9 de mayo de 1933 pasó a Lérida permaneciendo hasta el 1 de diciembre. Pues ese día llegó a El Olivar, encargándose de ayudar al párroco de Estercuel, ahí seguía el 9 de mayo de 1934, según el informe provincial. El 19 de agosto de 1935 era trasladado a San Ramón, para el colegio.

Llegó julio de 1936. Hasta el 23 permanecieron todos los religiosos en el monasterio, mas este día, a las 10 de la noche, hubo que abandonar todo y esconderse donde cada uno pudo. El padre Amancio pasó a casa del farmacéutico Juan Canela, con el que tenía una profunda amistad, y que ahora pudo comprobar su gran virtud, su fe, su resignación ante los acontecimientos. Porque corría gran peligro y arriesgaba la vida de sus amparadores, decidió irse a Burgos. Delfín Bonjoch le agenció un pasaporte del comité de San Guim, como dependiente de farmacia, y lo puso en el tren para Lérida advirtiéndole del riesgo de llevar colgados, bajo la camisa, un rosario y medallas, pero no se inmutó, pernoctó en Lérida, y siguió viaje. Denunciado desde Binéfar a los dos o tres días, Delfín sería encarcelado por este servicio al Padre. El día 25, sobre las cuatro de la tarde el padre Amancio bajó del tren en Binéfar y se dirigió a la primera casa que se le ofreció, la de María Culleré preguntando por la familia Gargallo, ella lo hizo entrar en casa, pidió él un vaso de agua, ella le dio leche y le orientó acompañándole un espacio.

A las 6 de tarde se presentó, en la partida de San Esteban de Litera, ante Manuel Gargallo que estaba trillando, manifestando quién era ante todos los trabajadores, algunos de ellos militantes comunistas. Pareciéndole lugar poco seguro, Manuel le fue a buscar lugar más seguro, el domicilio de una hija, pero entre tanto el padre Amancio se fue, no queriendo causar problemas. A las 7 de la tarde se hospedó en la fonda de la Paz [hotel recientemente demolido para reabrirlo, la foto es del solar], de Salvador Anento, mas apenas se había retirado a su habitación, sin cenar, sobre las nueve, se presentaron elementos enviados por el Comité, aquella noche la pasó en el comité. Desde la tarde lo venían siguiendo.

Al día siguiente trajeron para declarar a toda la familia Gargallo, y lo llevaron al ayuntamiento. El cabecilla de aquellos sicarios, Peña, le propuso cínicamente: Si quieres ir al frente a luchar a nuestro lado, te perdonamos la vida; a lo que respondió prontamente el Fraile: Jamás iré a luchar a favor de los enemigos de mi Dios. Por la tarde organizaron un horrendo escarnio por las calles de Binéfar, con la chusma desatada en denuestos, calumnias, obscenidades, sarcasmos, haciéndole llevar entre las manos atadas a la espalda algunos preservativos. Él caminaba con la cabeza baja, sereno, silencioso. A las 7 de la tarde lo condujeron al cementerio. Pidió y obtuvo cinco minutos para prepararse, hizo la señal de la cruz, se recogió, bendijo a los asesinos que disparaban contra él, mientras gritaba: ¡viva Cristo rey!

El tal Peña manifestó luego: Nunca he visto un hombre con tanta serenidad. Segundos ante de matarlo tuve el gusto de tomarle el pulso y lo tenía normal, como si nada pasara.

Un periódico rojo de Lérida publicó: En Binéfar ha sido apresado el fascista Amancio Marín, habiendo engañado al Comité de San Guim y de Lérida, el cual Amancio ha sido ajusticiado".

Antonio Rodríguez Blanco, sacerdote diocesano de 59 años, cooperador de la comunidad salesiana de Pozoblanco (Córdoba), natural de Pedroche, fue asesinado el 16 de agosto de 1936 en Pozoblanco y beatificado en 2007. Al terminar los estudios medios en el colegio salesiano de Utrera (Sevilla), entró en el Seminario de Córdoba, donde fue ordenado sacerdote en 1901. Ejerció en su pueblo natal (Pedroche), luego fue profesor en el Seminario de Córdoba y, desde 1910, párroco de Pozoblanco. Tras la rendición de la ciudad a la columna del general Miaja, fue arrestado y fusilado mientras oraba por sus perseguidores y les perdonaba.

José Ambrós Dejuán (hermano Víctor Conrado), marista de 38 años, natural de Tragó de Noguera (Lleida), fue uno de los ejecutados en Montcada i Reixac (Barcelona) cuyo rescate se gastó en armas el honorable Tarradellas, y beatificados en 2007, lo mismo que

Fernando Suñer Estrach (hermano Epifanio), de 62 años y natural de Tayalá (Girona).

José Ruiz de la Torre (hermano Cándido Alberto de las Escuelas Cristianas), de 30 años y nacido en Fresno de Rodilla (Burgos), fue asesinado en Vallvidriera (Barcelona) el 3 de noviembre de 1936 y beatificado en 2007. Aunque se le menciona en el artículo del aniversario, hay más datos en el del 9 de febrero.

Carmela (Carmen) Rodríguez Banazal, de 60 años y oriunda de Villa de Cea (Ourense), hija de la Caridad en el asilo de Bétera, fue asesinada en el picadero de Paterna (Valencia) el 9 de diciembre de 1936 y beatificada con sus cinco compañeras y cinco compañeros de matirio (sacerdotes salesianos) en 2013 (ver artículo en el aniversario).

Cinefórum el 27 de marzo con la película Un Dios prohibido.

Más sobre los 1.523 mártires beatificados, en “Holocausto católico“.