8.04.14

 

Estoy convencido de que en la parroquia nos falta capacidad de escucha empezando por los curas, que estamos convencidos de tener una especie de don de infalibilidad según el cual nuestras ocurrencias son la expresión actualizada del evangelio y la voluntad de Dios sobre la parroquia. Error. Qué gran error. Primer error.

El segundo es pensarse que escuchar a la gente es hablar con Mari Puri, catequista toda la vida, con Juanito, miembro del consejo parroquial a perpetuidad, con doña Pura, cuarenta años lavando purificadores y corporales y con el señor Pedro, adorador nocturno desde antes de la guerra.

Pero, ay amigo, la gente es mucho más. Son esos cristianos anónimos que domingo a domingo acuden a las misas y disfrutan y penan con las canciones de siempre. Los que traen a los niños a catequesis, los usuarios de Cáritas, el matrimonio que aparece tan solo en la BBC (ya saben, bautizos, bodas y comuniones), los que no pisan la parroquia y también aquellos que nos insultan. Eso es la gente. Los feligreses. Todos los que viven en el territorio parroquial y todos los que se rozan u poquito con el templo. Eso es la gente. ¿Qué piensan?

Porque nos podría suceder que mientras nos creemos que nuestras misas son la maravilla de la liturgia occidental, haya mucha gente que las sufre en silencio. O que creyéndonos convencidos de una catequesis fabulosa, los padres estén hasta las narices. O al revés, que andemos dando vueltas a las misas convencidos de que no sabemos llegar mientras los fieles se sienten la mar de felices en esas misas que nos parecen anodinas. O quien sabe si ufanos con nuestros proyectos de Cáritas resulta que hay urgencias que no vemos o preferimos no ver.

Ayer tuvimos reunión ordinaria del consejo pastoral parroquial. Justo hablábamos si estamos llegando a la gente, si la parroquia responde a las exigencias del evangelio y a las necesidades concretas del barrio, si estamos realmente abiertos a la escucha.

Así que el consejo ha decidido que lo primero es escuchar, y a todos. Y para ellos van, vamos, a elaborar una encuesta para que nuestros feligreses nos hagan llegar su visión de la parroquia, sus necesidades y preocupaciones, también sus deseos y posibilidades de colaborar y comprometerse. La idea es que la encuesta se pueda repartir, completar y valorar al inicio del curso próximo, pero claro, para eso hay que ponerse a trabajar ya.

Lo que quieren es que esa encuesta se reparta en las misas, se buzonee, se deje en la panadería de la esquina, la farmacia y el centro de salud. Luego saldrá lo que salga… y se hará lo que se pueda. Pero me gusta la idea.