8.04.14

Un amigo de Lolo - La fuerza que viene de Dios

A las 12:03 AM, por Eleuterio
Categorías : General, Un amigo de Lolo

Presentación

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infringían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

La fuerza que viene de Dios

“No hay virus que pueda corroer la fuerza que Dios le ceda a un corazón”
Manuel Lozano Garrido, Lolo
Bien venido, amor (852)

Seguramente es verdad que hay muchas realidades espirituales que, si bien las sabemos por tenerlas aprendidas, no acabamos de comprender lo que, realmente, significan. Al menos no acabamos de apurar todo el contenido que tienen de gozo de Dios en nosotros.

Una de ellas es, además, y seguramente, la más importante de todas. De ella parte todo lo demás que decimos ser, porque lo somos. Es aquella que dice y sostiene que somos hijos de Dios.

Hijos de Dios. Somos descendencia divina.

Decir eso es, eso es bien cierto, muy importante porque nos marca algo más que una realidad. Es, en esencia, lo que nos hace dignos de ser tenidos por algo más que simples seres creados pues, aún siéndolo, Dios creyó que, al respecto de nosotros, nos había hecho muy bien. Y así lo reflejan las Sagradas Escrituras.

Pues bien. El caso es que decir que somos hijos de Dios, y lo somos (como dice san Juan en su primera Epístola) ha de repercutir no sólo en nuestra forma de ser sino en lo que hay antes de nuestra forma de ser que no es otra cosa que nuestro espíritu. Somos hijos de Dios y eso, por decirlo pronto para que se entienda, supone que podemos hacer uso espiritual (y efectivamente real según sus consecuencias) de tal verdad.

Así, ante aquello que nos sucede y que tenemos por ser sustancia negativa en nuestra existencia contamos con un empuje muy especial que el Creador nos cede, nos dona, de su mismo ser y que tiene que ver mucho con la perseverancia en sabernos acompañados por Aquel que murió por nosotros y que quedó, aquí, para siempre, siempre, siempre.

Tal convencimiento no es cosa baladí o de poca importancia porque nuestro corazón, que no es sólo órgano que bombea sangre sino que tiene un significado que va más allá de su cualidad física, contiene el mismo Espíritu (somos templo del mismo como nos dejó dicho san Pablo) que nos proporciona sus inspiraciones y sus dones con los que poder afrontar tales malas sustancias.

Dios, que nos quiere siempre a su lado no consiente que, por dejadez nuestra, no seamos capaces de enfrentar las asechanzas de todo lo que es maligno y nos acecha. Al contrario es la verdad porque si la fuerza de Dios es, como podemos pensar, irrefrenable y todopoderosa, algo de la misma nos proporciona por ser hijos suyos.

En tal convencimiento estamos siempre que nos veamos en el seno de Dios desde que somos capaces de entender lo que significa ser creación suya. Es cierto que no somos nada ante el Señor (y así sabemos que debemos ser humildes) y, por eso mismo, es conveniencia nuestra aprovechar todo aquello que el Creador nos da graciosamente. Y, a ser posible, sin esconderlo bajo el celemín y hacer uso escaso de los talentos.

Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, ruega por nosotros.

Eleuterio Fernández Guzmán