9.04.14

 

Es que la diferencia es abismal. Porque supongamos que un superior religioso llama a dos hermanos y les dice que por obediencia les toca trasladar sus reales a un convento de la otra punta del mundo. Si uno directamente dice que no le da la gana, pues queda fatal. Ahora bien, si la respuesta del otro es que necesitas llevarlo a la oración, discernir con la comunidad, decidir en conciencia y responder desde el diálogo fraterno, y al final dice que nanay, pues otro que dice que no, pero eso sí, quedando como un señor serio y responsable.

Es un ejemplo sin más pero muy ilustrativo de cómo, so disfraz de madurez, bonhomía, responsabilidad e intensa vida común, hemos aprendido a vivir bajo esa viejísima consigna de hacer exactamente lo que me viene en gana.

Antes había religiosos obedientes y díscolos. Ahora fariseos esclavos de la ley y espíritus libres, dialogantes, maduros y responsables. Teníamos teólogos fieles al magisterio, fronterizos y directamente heréticos. Ahora eso se ha cambiado por teólogos temerosos de la creatividad y anquilosados, aperturistas de nuevas formas de pensar, y alternativos desde la creatividad y el diálogo con la mundanidad.

Podemos seguir por esta línea. La cosa está en dar un barniz de pintura agradable capaz de tapar todas las miserias de la casa. No es igual una religiosa observante que una monja atada a las reglas, como es muy distinto una monja incapaz de sujetarse a las normas del convento que una hermana abierta, dialogante, reflexiva y que actúa según su particular conciencia. Amos, que hace lo que le da la gana pero encima con cachondeo.

Siempre que me he encontrado con un espíritu libre y creativo me han acabado tomando el pelo o al menos intentándolo. Libre, comunitario, abierto al espíritu era el cura Pepe, que había superado de tal forma la esclavitud de la norma que decía misa cuando le apetecía y había decidido que lo del confesionario había que superarlo, lo que tenía como consecuencia que celebrar misas y confesar lo acabábamos haciendo los demás, que para eso no habíamos superado la ley. Generoso a más no poder Manolo, también cura, que en su parroquia ni pasaba el cestillo ni aceptaba dinero, aunque luego cobraba cada mes en el arzobispado de lo que aportaban las parroquias de curas peseteros.

Creativa sor Gertrudis, que desde su apertura profética al espíritu entraba, salía, hacía y dejaba de hacer en el convento, en la seguridad del plato de comida y en la seguridad de que siempre habría una monja para el torno y los oficios de la casa.

Creativo, eclesialmente de base y solidario con los pobres, el grupo de Juani, Paco, Manoli, Raquel, Pedro y otros varios que por pura opción por los pobres, solidaridad y sencillez, tienen misa propia con un cura Pepe que en lugar de estar en la parroquia celebrando y confesando como hacen los carcas, celebra su misa para el grupito, ellos solos, una misa de compartir, Jesús con los pobres, pero con capellán particular y en una buena sala con calefacción que pagan los que no han sido capaces de superar aún el peso de la ley antigua.

Ya ven, cuestión de lenguaje. En otro tiempo a este grupo de las Juanis, los Manolos y el cura Pepe les hubieran cantado las cuarenta y puesto de patitas en la calle por cachondos, aprovechados y caraduras. Pero… si son iglesia de base, comprometidos, abiertos, solidarios y creativos… hombre, es que es completamente diferente.

Lo que digo. Al final, al final, siempre te acaban engañando. O al menos lo intentan.