21.04.14

 

Existe un libro del que muchos saben el título pero muy pocos saben de qué va. Se trata de “La insoportable levedad del ser", del checo Milan Kundera. He encontrado en la red esta descripción del mismo:

Trata de un hombre y sus dudas existenciales en torno a la vida en pareja, convertidas en conflictos sexuales y afectivos. Relata escenas de la vida cotidiana trazadas con un profundo sentido trascendental: la inutilidad de la existencia y la necesidad del eterno retorno de Nietzsche por el cual todo lo vivido ha de repetirse eternamente, sólo que al volver lo hace de un modo diferente, ya no fugaz como ocurrió en el principio.

En relación a la presencia de los católicos en la política española, llevamos los casi cuarenta años de democracia en una absoluta inutilidad que se repite constantemente. En estas cuatro décadas hemos visto llegar el divorcio, el aborto, más divorcio (express) y más aborto, “matrimonio” homosexual", ideología de género, ataques a la libertad de los padres en relación a la educación de sus hijos (Educación para la Ciudadanía) y una política económica no especialmente afín a la doctrina social de la Iglesia.

Cuando empezó la Transición, los españoles católicos practicantes eran probablemente mayoría absoluta. O en todo caso, una minoría de mucho peso. En estos momentos apenas llegan al 15% de la población. Pero creo que, igual que hace cuarenta años, el porcentaje de españoles que hoy “hurgan” en su fe para buscar un motivo para emitir el voto difícilmente supera el 5%. Y eso, siendo generoso. Es más, de ese 5%, probablemente más de un 80% vota teniendo en cuenta la teoría del mal menor. Es decir, no votan a favor de unas siglas porque les parezcan lo mejor, o siquiera algo medianamente bueno, sino para evitar que gobiernen los de otras siglas.

Independientemente de si son confesionalmente cristianos o no, los partidos políticos que defienden en sus programas los principios no negociables indicados por Benedicto XVI son absolutamente irrelevantes. Tres de esos partidos se presentan en coalición -Impulso Social- a las próximas elecciones al parlamento europeo. Pero dudo que en este país haya más de medio millón de personas a las que le pregunten qué es eso de Impulso Social y puedan dar una respuesta acertada. Su presencia en los medios de comunicación es prácticamente inexistente, quedando reducida a algún programa de televisión cuya audiencia no supera nunca los doscientos cincuenta mil televidentes. Es bastante probable -por no decir seguro- que hay más españoles que saben de Impulso Social por InfoCatólica que por el resto de medios, generalistas o confesionales, de este país. Y si hablamos del Partido Saín, que desde la izquierda defiende esos principios, podemos decir lo mismo.

La Iglesia en este país, por razones que ya no vienen al caso recordar, renunció a apoyar una opción política genuinamente católica. Se apostó por la presencia de católicos en los partidos que podían llegar al gobierno. Se suponía que los católicos dentro de esos partidos podrían ejercer una influencia benéfica que impediría la llegada de leyes inicuas.

¿Alguno de esos políticos católicos ha podido parar el divorcio, en su versión primera y en la express actual?
No.

¿Alguno de esos políticos católicos ha podido parar la legislación proabortista, lo cual incluye a la que quizás se apruebe en esta legislatura?
No.

¿Alguno de esos políticos católicos ha podido parar la ideología de género y el “matrimonio” homosexual?
No.

Ni siquiera está claro que Educación para la Ciudadanía vaya a desaparecer del panorama educativo de las próximas décadas. Y en cuanto a la política económica, no les digo nada porque ya lo saben todo. A todo ello hay que añadir las tensiones secesionistas de algunas regiones españolas.

La Iglesia en España cuenta todavía con un grupo de comunicación generalista importante. Se trata del Grupo Cope, propiedad de la Conferencia Episcopal Española, con una radio que lucha por ocupar el segundo puesto entre las radios españolas y con una televisión que el día en que logre alcanzar, si es que lo logra, el 2% de share, brindarán por todo lo alto. También existe Radio María, pero su programación es casi exclusivamente religiosa y piadosa.

Se cuentan con los dedos de una mano las veces en que esos medios propiedad de la Iglesia han dado cobertura mediática -no hablo de apoyo- a los partidos minoritarios que defienden los principios no negociables. Y créame ustedes si les digo que la posibilidad de que eso cambie es hoy cercana al cero absoluto. Los obispos, sencilla y llanamente, no están por la labor. Y los poquísimos que sí estarían por la labor no tienen la más mínima posibilidad de convencer al resto.

¿Significa eso que el grupo de comunicación propiedad de la CEE ignora completamente esos principios? No. De vez en cuando sacan editoriales mencionándolos, alguna vez aparece algún tertuliano que los recuerda -aunque esto no lo puedo asegurar- y de viento en viento achuchan al partido de la derecha parlamentaria para que haga algo al respecto. O sea, piden peras al olmo, ya que ese partido hace mucho tiempo que dejó en el baúl de los recuerdos cualquier elemento cristiano en su acción política. Y cuando alguien, como el ministro Gallardón, quiere dar un ligerísimo paso atrás en la cuestión del aborto -aunque también es discutible que sea un paso atrás- lo que emana del partido es una reacción mayoritaria furibunda que pide que se deje todo como está. Y el que no me crea, que busque en las noticias cuántas declaraciones realmente provida se han producido desde las filas de ese partido en el último año y compárenlas con las manifestaciones abortistas de sus dirigentes.

Hoy El Mundo ha publicado una encuesta previa a las próximas elecciones europeas. El PP (33,1%) ganaría al PSOE (30,2%), aunque ambos partidos pierden mucho porcentaje respecto a las anteriores. IU (10,4%) y UPyD (7,2) triplicarían sus votos. Coalición por Europa -en la que se agrupan CiU, PNV, CC y CG-, obtendría un 4,2%. L’Esquerra pel Dret a Decidir -secesionistas- alcanzarían el 3.2%. Y por último, Ciutadans puede llegar al 2,3%. Todas esas siglas obtendrían representación en Bruselas. El resto, nada de nada.

En la encuesta del Mundo aparece Vox, el partido de los liberales y nacionalistas españoles desencantados del PP que quiere ocupar en la derecha el lugar que ocupa UPyD en la izquierda laicista, aunque con un porcentaje insuficiente para lograr representación. A Impulso Social, coalición a la que tengo la sana intención de votar, ni se la ve ni se la espera. Tampoco parece que los antisistema de la extrema izquierda puedan lograr los votos suficientes como para lograr un eurodiputado.

Como reacción a la legislación de ingeniería social del PSOE durante los gobiernos de Zapatero, en este país crecieron un grupo de movimientos cívicos que lograron organizar manifestaciones multitudinarias. Entre ellos los hay claramente pro-PP -no tienen interés en ocultarlo- y otros a los que se les acusa de ser también pro-PP pero lo niegan. Los primeros son los “tontos útiles” del actual partido de gobierno y los segundos no parecen tener mucho interés en promocionar una alternativa política capaz de recabar al menos un cuarto de millón de votos de españoles provida y profamilia. En ello influye una pasado de enfrentamiento abierto entre dichos movimientos y alguna de las siglas de la coalición a la que antes he mencionado. No voy a jugar a decir quién creo que tiene toda la razón o más razones que la otra parte. A estas alturas de la película eso ya da lo mismo.

Conclusión. El voto católico en España no es que no exista. Es que no va a existir salvo que ocurra un auténtico milagro. Sí, hay millones de católicos que votan, pero casi daría igual que fueran budistas del sexto día o hinduistas del séptimo chacra. De aquí a los próximos diez años es más fácil que veamos concejales o diputados autonómicos de partidos islamistas que de partidos católicos o filocatólicos.

Todo esto tiene bastante que ver con lo que escribí hace unos días en el post titulado “La Iglesia Católica como elemento decorativo de la Europa apóstata”. Pero en Europa sí hay algunas naciones donde el voto cristiano pinta algo. Por ejemplo, Polonia y Hungría. El catolicismo es hoy políticamente irrelevante en mi patria. Y salvo que el Señor nos quiera deparar una gran sorpresa y los pocos católicos que se toman esto en serio no se harten y se retiren a sus aposentos -craso error-, seguirá siendo irrelevante en las próximas décadas. Ni los obispos están por la labor, ni los sacerdotes están por la labor, ni los religiosos están por la labor, ni la inmensa mayoría de los seglares “comprometidos” -que son los únicos llamados a ser los protagonistas de la acción política- están por la labor. Antes o después, desde esa clase política descristianizada y/o anticristiana, se subirán más peldaños -p.e, la eutanasia- en la escalera de la cultura de la muerte. Y, llegado el momento, querrán acabar, ley en mano, con lo poco de catolicismo que quede en este país. Tiempo al tiempo.

Luis Fernando Pérez Bustamante

PD: El Papa Francisco ha pedido varias veces que los católicos se impliquen en la política:
..\..\..\2013\Noticias201306\Q2\20130611sacroyprofano.htm

Muy bien. Involucrarse en la política es una obligación para un cristiano. Nosotros los cristianos no podemos “jugar a ser Pilato”, lavarnos las manos: no podemos. Debemos involucrarnos en la política, porque la política es una de las formas más altas de la caridad, porque busca el bien común. Y los laicos cristianos deben trabajar en política. Usted me dirá: “¡Pero no es fácil!”. Tampoco ser sacerdote es fácil. No existen cosas fáciles en la vida. No es fácil, la política se ha ensuciado demasiado, pero yo me pregunto: ¿Se ensució, por qué? ¿Porque los cristianos no se involucraron en política con espíritu evangélico? Con una pregunta que te dejo: es fácil decir “la culpa es de aquel”. ¿Pero yo, qué hago? ¡Es un deber! Trabajar por el bien común es un deber del cristiano! Y tantas veces el camino para trabajar es la política. Existen otros caminos: profesor, por ejemplo, es otro camino. Pero la actividad política por el bien común es uno de los caminos. Esto es claro.

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