En el evangelio, un ángel amonesta a las mujeres que en la madrugada de
pascua buscan a Jesús en el sepulcro: “¿Por qué buscan entre los
muertos al que está vivo?”. Inspirado en esta pregunta el
Obispo de Roma dijo que “buscamos entre los
muertos al que vive cada vez que nos encerramos en el egoísmo o
en la autocomplacencia, cuando nos dejamos seducir por el poder
y las cosas de este mundo, olvidando a Dios y al prójimo, cuando
ponemos nuestra esperanza en vanidades mundanas, en el dinero o
el éxito; cada vez que perdemos la esperanza o no tenemos
fuerzas para rezar, cada vez que nos sentimos solos o
abandonados de los amigos, e incluso de Dios, cada vez que nos
sentimos prisioneros de nuestros pecados”.
En una plaza de san Pedro atiborrada de peregrinos el Obispo de
Roma, se refirió a la “alegría auténtica y profunda, que se basa
en la certeza de que Cristo resucitado ya no muere más, sino que
vive y actúa en la Iglesia y en el mundo”, para afirmar a
continuación que, “sin embargo, no es fácil aceptar la presencia
del resucitado” y que la pregunta que el ángel dirigió a las
mujeres: ¿Por qué buscan entre los muertos al que vive? nos debe
interrogar también a nosotros. “¿Por qué estás buscando allí?
Aquello no te puede dar vida, sí, quizás te de una alegría de un
minuto, de un día, de una semana, de un mes”.
El Vicario de Cristo pidió a los peregrinos y fieles repetirse
esta amonestación del ángel y llevarla a casa para reflexionar
en silencio y responderse: “¿Por qué buscas entre los muertos al
que está vivo, tú que te encierras en ti mismo después de un
fracaso y tú que no tienes mas la fuerza de rezar? ¿Por qué
buscas entre los muertos a aquel que esta vivo, tu que te
sientes solo, abandonado por los amigos y tal vez también por
Dios? ¿Por qué buscas entre los muertos a aquel que está vivo,
tú que has perdido la esperanza y tu que te sientes aprisionado
por tus pecados? ¿Por qué buscas entre los muertos a aquel que
está vivo tu que aspiras a la belleza, a la perfección
espiritual, a la justicia, a la paz?”
Esta advertencia dijo el Sucesor de Pedro “¿Por qué buscas entre
los muertos al que está vivo?”, nos ayuda a salir de nuestros
espacios de tristeza y nos abre a los horizontes de la alegría y
de la esperanza. “Aquella esperanza que remueve las piedras de
los sepulcros y alienta a anunciar la Buena Nueva, capaz de
generar vida nueva para los otros”.
Y concluyó afirmando: “¡Él está vivo, está con nosotros!, ¡No
vayamos por tantos sepulcros que hoy prometen algo y después no
te dan nada!
Jesuita Guillermo Ortiz
Catequesis del Santo Padre traducida al
español
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Esta semana es la semana de la alegría, celebramos la
Resurrección de Jesús. Es una alegría verdadera, profunda,
basada en la certeza de que Cristo resucitado, ya no muere más,
sino que está vivo y activo en la Iglesia y en el mundo. Esta
certeza habita en los corazones de los creyentes desde esa
mañana de Pascua, cuando las mujeres fueron a la tumba de Jesús
y los ángeles les dijeron: ”¿Por qué buscan entre los muertos
al que está vivo? ¿Por qué buscan entre los muertos al que está
vivo?” (Lc 24,5). Estas palabras son como una piedra
millar en la historia; pero también una “piedra de tropiezo”, si
no nos abrimos a la Buena Noticia, ¡si pensamos que un Jesús
muerto molesta menos que un Jesús vivo!
En cambio, ¿cuántas veces en nuestro caminar diario, necesitamos
escuchar que nos digan: ¿Por qué buscan entre los muertos al que
está vivo? ¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? Y
cuántas veces nosotros buscamos la vida entre las cosas muertas,
entre las cosas que no pueden dar vida, entre las cosas que hoy
están y mañana no estarán más. Las cosas que pasan. ¿Por qué
buscan entre los muertos al que está vivo?
Necesitamos escucharlo cuando nos cerramos en cualquier forma de
egoísmo o de autocomplacencia; cuando nos dejamos seducir por
los poderes terrenales y por las cosas de este mundo, olvidando
a Dios y al prójimo; cuando ponemos nuestras esperanzas en las
vanidades mundanas, en el dinero, en el éxito.
Entonces la Palabra de Dios nos dice: ¿Por qué buscan entre los
muertos al que está vivo? ¿Por qué estás buscando allí? Aquello
no te puede dar vida, sí, quizás te de una alegría de un minuto,
de un día, de una semana, de un mes, ¿y luego? ¿Por qué buscan
entre los muertos al que está vivo? Esta frase debe entrar en el
corazón y debemos repetirla. ¡Repitamos juntos tres veces!
¡Hagamos el esfuerzo! Todos: ¿por qué buscan entre los muertos
al que está vivo? ¡Fuerte! ¿Por qué buscan entre los muertos al
que está vivo? ¿Por qué buscan entre los muertos al que está
vivo? Y hoy, cuando volvamos a casa digámoslo en el corazón, el
silencio, pero que nos venga esta pregunta: ¿Por qué yo en la
vida busco entre los muertos al que está vivo? Nos hará bien
hacerlo.
Si escuchamos, podemos abrirnos a Aquel que da la vida, Aquel
que puede dar la verdadera esperanza. En este tiempo pascual,
dejémonos nuevamente tocar por el estupor del encuentro con
Cristo resucitado y vivo, por la belleza y la fecundidad de su
presencia.
No es fácil estar abierto a Jesús. No se da por descontado
aceptar la vida del Resucitado y su presencia entre nosotros. El
Evangelio nos hace ver diversas reacciones: la del apóstol
Tomás, la de María Magdalena y la de los dos discípulos de Emaús:
nos hace bien compararnos con ellos. Tomás pone una condición a
la fe, pide tocar la evidencia, las llagas; María Magdalena
llora, lo ve pero no lo reconoce, se da cuenta de que es Jesús
sólo cuando Él la llama por su nombre; los discípulos de Emaús,
deprimidos y con sentimientos de derrota, llegan al encuentro
con Jesús dejándose acompañar por ese misterioso viandante.
¡Cada uno por diferentes caminos! Buscaban entre los muertos al
que está vivo, y fue el mismo Señor el que corrigió el rumbo. Y
yo, ¿qué hago? ¿Qué rumbo sigo para encontrar a Cristo vivo? Él
estará siempre cerca de nosotros para corregir el rumbo si
nosotros nos hemos equivocado.
¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? (Lc 24,5)
Esta pregunta nos hace superar la tentación de mirar hacia
atrás, a lo que ha sido ayer y nos empuja adelante, hacia el
futuro. Jesús no está en el sepulcro, ha resucitado, Él es el
Viviente, Aquel que siempre renueva su cuerpo que es la Iglesia
y lo hace caminar atrayéndolo hacia Él. “Ayer” es la tumba de
Jesús y la tumba de la Iglesia, el sepulcro de la verdad y de la
justicia; “hoy” es la resurrección perenne hacia la cual nos
empuja el Espíritu Santo, donándonos la plena libertad.
Hoy nos es dirigido también a nosotros este interrogativo. Tú,
¿por qué buscas entre los muertos a aquel que está vivo, tú que
te cierras en ti mismo después de una derrota y tú que no tienes
más fuerza para rezar? ¿Por qué buscas entre los muertos al que
está vivo, tú que te sientes solo, abandonado por los amigos y
quizás también por Dios? ¿Por qué buscas entre los muertos al
que está vivo, tú que has perdido la esperanza y tú que te
sientes prisionero de tus pecados? ¿Por qué buscas entre los
muertos al que está vivo, tú que aspiras a la belleza, a la
perfección espiritual, a la justicia, a la paz?
¡Tenemos necesidad de sentirnos repetir y de recordarnos
mutuamente la advertencia del ángel! Esta advertencia ¿Por qué
buscas entre los muertos al que está vivo?, nos ayuda a salir de
nuestros espacios de tristeza y nos abre a los horizontes de la
alegría y de la esperanza. Aquella esperanza que remueve las
piedras de los sepulcros y alienta a anunciar la Buena Nueva,
capaz de generar vida nueva para los otros. Repitamos esta frase
del ángel para tenerla en el corazón y en la memoria. Y después
cada uno responda en silencio: ¿Por qué buscan entre los muertos
al que está vivo? ¡Repitámosla! ¿Por qué buscan entre los
muertos al que está vivo?
Pero miren, hermanos y hermanas, ¡Él está vivo, está con
nosotros! ¡No vayamos por tantos sepulcros que hoy te prometen
algo, belleza… y luego no te dan nada! ¡Él está vivo! ¡No
busquemos entre los muertos al que está vivo! Gracias.
Traducción del italiano: Cecilia de Malak y María Cecilia
Mutual – RV