27.04.14

Muertos con dinamita y rematados con arma blanca


Cuatro mártires de la guerra civil española nacieron un 27 de abril: un carmelita cordobés, un sacerdote redentorista navarro, un claretiano burgalés y un sacerdote dominico palentino.

Cuatro carmelitas mártires entre medio centenar de asesinados

Jaime Carretero Rojas, de 25 años y natural de Villaviciosa (Córdoba), era un carmelita ordenado de menores (diácono según algunas fuentes), uno de los cuatro asesinados el 22 de julio de 1936 y beatificados en 2013. Los carmelitas otros fueron fray José María Mateos Carballido (prior de la comunidad), fray Eliseo María Durán Cintas y fray Ramón Pérez Sousa, de 34, 29 y 33 años de edad respectivamente. Dos hermanos de esa comunidad, fray Romeo Perea (corista) y fray Franco Jiménez, se habían puesto a salvo cuando el prior les advirtió: “Señores, estamos por presentarnos delante del Tribunal de Dios, ¡preparémonos!”. Los cuatro que se quedaron en el convento permanecieron, la noche del 19 al 20 de julio y la siguiente, en oración en la capilla. En la madrugada del 21, cuando el convento fue asaltado, los encontraron allí orando con los brazos en cruz y los llevaron a la cárcel de El Charco, parte del antiguo convento carmelita.

La documentación sobre Montoro en el legajo 1044, expediente 4, de la Causa General, señala los nombres de 43 personas asesinadas “en la cárcel” el 22 de julio, entre ellas el sacerdote Pedro Luque Cano, de 63 años (en cambio falta en la lista el prior de los carmelitas). La explicación del suceso, firmada el 30 de septiembre de 1941 por el alcalde y el secretario del ayuntamiento de Montoro, es que “sobre las 15 horas los dirigentes destacados criminales, tienen noticias de las proximidades de las Tropas Nacionales, procedentes de Córdoba y ante el temor de que la población fuera liberada, se dirigen a la Cárcel donde se hallaban 53 personas detenidas por los mismos, entre ellos un joven de 14 años, personas destacadas todas en la población por su solvencia y honradez, las que fueron vilmente asesinadas con petardos de dinamita y rematados con arma blanca las que con vida quedaron. De ellos en principio se salvaron 8 perforando un tabique a la Iglesia de Nuestra Señora del Carmen que es contigua a la prisión y dos arrojándose por una ventana, falleciendo uno instantáneamente por la mucha elevación y el otro, Sr. Vegas Rojas, providencialmente se salvó fracturándose la pierna izquierda y recogido a las 22 horas siendo conducido al Hospital en calidad de detenido”. Cinco de los fugados habrían sobrevivido a la guerra y la iglesia que usaron para escapar sería saqueada dos días más tarde. Antes de esa matanza, habían sido asesinados dos jornaleros el día 19 por “mineros de Jaén y guardias de Asalto” y un labrador al día siguiente, a manos de “Lucio Domenech y Manuel Colomina”. Como autores de la matanza del día 22 se señala a “mineros de la provincia de Jaén”, más el citado Domenech y otras 12 personas, todas las cuales habían sido ya ejecutadas en el momento de escribirse ese informe, salvo uno, Antonio Castillo Benavides, que estaba en la cárcel en Córdoba.

Miguel Goñi Ariz, de 34 años y oriundo de Imárcoain (Navarra), fue asesinado en Cuenca el 31 de julio de 1936, junto con su compañero sacerdote redentorista Ciriaco Olarte Pérez, también con él beatificado en 2013, como se cuenta en el artículo del 8 de febrero.

Pedro García Bernal, de 25 años y natural de Santa Cruz de Salceda (Burgos), alumno de teología claretiano, fue uno de los 20 religiosos de esa congregación fusilados en Barbastro el 13 de agosto de 1936 y beatificados en 1992 (ver artículo del 30 de marzo).

De misioneros en China, a mártires en el barrio de la China

Pedro Ibañez Alonso, de 44 años y oriundo de Fuentes de Nava (Palencia), fue uno de los dos sacerdotes dominicos asesinados el 27 de agosto de 1936 en el barrio de la China (entonces Vallecas, hoy Entrevías, Madrid) y beatificados en 2007. El otro era José María López Carrillo y Pedro Ibáñez Alonso, también de 44 años. El barrio recibió su nombre de la primera depuradora instalada en Madrid a orillas del Manzanares (hoy frente a la Caja Mágica) en el extremo noroccidental del municipio de Vallecas (hoy en el distrito de Entrevías). López Carrillo profesó en 1911, pasó a Estados Unidos y de allí a Manila, donde se ordenó sacerdote en 1919. Destinado a las misiones de China (Fokién, hoy Fujian) desplegó gran celo apostólico por muchos años (1919-1935) en Hai-San, donde edificó una iglesia y amparó a muchas huérfanas, y en Pingtakieh. Debido a una grave enfermedad, regresó en 1935 al convento de Ocaña. Estaba de paso en Madrid cuando fue asaltado el convento del Rosario, y buscó refugio con el padre Ibáñez, con el que fue detenido. Al tomarle declaración en la comisaría del barrio, dijo que era “misionero de la China”, lo cual fue interpretado como burla por parte de un miliciano que lo empujó al calabozo.

Ibáñez había profesado en Ocaña en 1909, también estudió en Ávila, Nueva Orleáns y Manila, donde se ordenó sacerdote en 1917. Fue misionero en China, en las prefecturas de Hing-Hoa y Kamna, y desde 1922 en Filipinas. Trabajó dos años en la iglesia de Santo Domingo de Manila y 10 más en el colegio seminario de San Jacinto, de Tuguegarao (Norte de Luzón), hasta 1934, en que volvió a España y continuó dedicado a la enseñanza en el colegio de Santa María de Nieva (Segovia). También se hallaba accidentalmente en Madrid cuando fue asaltado el convento del Rosario, buscó refugio en varios lugares hasta que lo descubrieron en la pensión Torio, con el padre López Carrillo, cinco agustinos y dos escolapios. Llevaban una vida ejemplar y todos fueron arrestados el 26 de agosto. Al padre Ibáñez le oyeron confesar que era católico, apostólico, romano y dominico hasta la muerte. Con López Carrillo fue a parar a la checa de Fomento.

Más sobre los 1.523 mártires beatificados, en “Holocausto católico”.