6.05.14

La mártir que enseñó catecismo al fundador del Opus Dei


Cinco mártires de la revolución española nacieron un 6 de mayo: el santanderino san Augusto Andrés -uno de los lasalianos de Turón-, un sacerdote trinitario leonés, una hija de la Caridad burgalesa y otra valenciana -esta salvó de la muerte a su hermana embarazada-, más un hijo de la Sagrada Familia barcelonés.

Román Martín Fernández (san Augusto Andrés), natural de Santander y de 24 años, es uno de los nueve mártires de Turón, asesinados el 9 de octubre de 1934, beatificados en 1990 y canonizados en 1999 (ver artículo del 10 de marzo).

Plácido (de Jesús) Camino Fernández, sacerdote de 46 años y nacido en Laguna de Negrillos (León), fue uno de los seis trinitarios asesinados el 27 de julio de 1936 en Alcázar de San Juan (Ciudad Real) y beatificados en 2013 (ver artículo del 13 de abril).

Micaela Hernán Martínez, de 55 años y oriunda de Burgos, era Hija de la Caridad en el asilo de San Eugenio (Valencia), fue asesinada el 19 de agosto de 1936 en Benavites (Valencia) y beatificada en 2013 junto con sus compañeras sor Rosario Ciércoles Gascón, de 62 años, y sor María Luisa Bermúdez Ruiz, de 42. Las tres se trasladaron el 27 de julio de 1936 a Puzol, hospedándose en la casa de la calle de San Pedro n° 11, donde vivía una hermana de sor Concepción Pérez Ibars, otra monja del asilo de San Eugenio. Allí estuvieron muy vigiladas y amenazadas por los miembros del Comité del pueblo. En la casa estaba también refugiado un sacerdote que celebraba la Eucaristía clandestinamente. El 17 de agosto de 1936 fueron apresadas y conducidas al Comité, “no obstante la protesta” de sor Concepción, quien aseguró que dijeron conducirlas (en su declaración no habla de ningún sacerdote) “al Gobierno civil". Las tuvieron toda la noche limpiando las dependencias. El día 18, a las diez de la noche, llegó un auto a la puerta de la casa con hombres armados, que subieron al piso e hicieron bajar a las tres hermanas y se las llevaron. Las martirizaron moral y físicamente, siendo fusiladas, las tres abrazadas, a las cinco de la mañana del día 19, en un huerto de naranjos, en Benavites (Valencia). La documentación sobre este pueblo en la Causa general (legajo 1381, expediente 13), no menciona ningún sacerdote asesinado. Las seis personas a las que se asesinó en agosto de 1936 eran forasteras, y aunque se asegura que los asesinatos los presenció “el presidente del Comité Ramón de Acuña López y otros” (de Acuña se dice en noviembre de 1940 que había “fallecido"). El cura del pueblo constata que el comité le mandó irse del pueblo y que le robaron sus enseres (quemando los libros de registro). Sor Concepción menciona que sólo uno del grupo que se llevó a las monjas era de Puzol. En la documentación de Benavites aparece un comunicado del ayuntamiento de Sagunto sobre los infructuosos intentos de identificar a una partida de asesinos apodados “los catalanes".

Sor Rosario, según recuerda Martín Ibarra en la obra Semblanzas aragonesas de San Josemaría Escrivá de Balaguer (2004), había sido maestra de catecismo y clases de formación en el parvulario de Barbastro, de quien ya cuando ella murió era fundador del Opus Dei, extremo que también explicó en las recientes Jornadas Martiriales de Barbastro la historiadora que investiga las causas de martirio de las vicencianas, Sor Ángeles Infante, HC.

El sacerdote Juan Cuscó Oliver, de 64 años y oriundo de La Granada del Penedès (Barcelona), era religioso hijo de la Sagrada Familia y director del colegio San José de Tremp (Lleida) Barcelona; fue asesinado el 20 de agosto de 1936 en el cementerio de Lleida y beatificado en 2013. Había sido detenido con su compañero de congregación Pedro Sadurní Reventós jjusto cuando estaban a punto de pasar a Francia (ver artículo del 22 de abril) y fueron ejecutados con otros 72 sacerdotes y religiosos (ver artículo del 12 de marzo).

Consiguió salvar de la muerte a su hermana embarazada

Josefa Martínez Pérez, de 38 años y natural de Alberique (Valencia), era Hija de la Caridad en el Hospital Provincial de Valencia, fue asesinada el 15 de octubre de 1936 en el Puente de los Perros de Llosa de Ranes (Valencia) y beatificada en 2013. Ingresó en 1925 en el seminario de las Hijas de la Caridad de Madrid y desde el año siguiente estuvo en el Hospital Provincial de Valencia (comunidad integrada por 100 hermanas), en la sección de niños abandonados de La Inclusa y luego en el pabellón de mujeres infecciosas. Sacó tiempo para estudiar y obtener el título de enfermera. Respecto al futuro, decía: “No hay que tener miedo. Hemos de ser valientes. Hermanas, preparémonos porque a alguna de nosotras nos tocará el martirio”. El 24 de julio de 1936, cuando los revolucionarios las echaron del hospital, dijo a sor Concepción Ayet: “Iré a Alberique, a casa de mis padres, y seré mártir como Juana de Arco”. En Alberique ayudó a su hermana, que esperaba el cuarto hijo, y dio clase a los otros. El 24 de septiembre fusilaron a su cuñado por ser católico y acoger a monjas. Sor Josefa se ofreció por él cuando fueron a detenerlo, argumentando que tenía tres hijos pequeños y estaba esperando el cuarto. Cuando se enteró de que querían poner en una casa particular un hospital de sangre, se presentó como enfermera a los dirigentes del Comité comunista para ayudar, pero no la aceptaron.

El 14 de octubre, un grupo de milicianos llegó para detener a su hermana Natalia (embarazada) y a ella. En prisión, sor Josefa estuvo largas horas en oración y con los brazos en cruz, expresando en voz alta su deseo de que liberaran a su hermana y la sacrificaran a ella. A la una de la madrugada las sacaron de la cárcel con otras personas, las llevaron con las manos atadas a la espalda y metidos todos en un camión. Al subir al camión intercedió de nuevo ante los jefes de los milicianos para que dejaran salir a su hermana Natalia. Se compadecieron y la dejaron salir. Natalia recordó toda su vida que su hermana Josefa le dio un abrazo y le dijo: “Nos veremos en la eternidad”. El camión avanzó por los caminos de las afueras de Alberic hasta que se paró en el “Puente de los Perros” (Pont de los gossos), de Llosa de Ranes. Antes de matarles, se mofaron de ellos y les insultaron y, finalmente, dispararon sobre ellos, dejando a Sor Josefa última. Ella tuvo que resistir mucho pues se cebaron con ella. Murió a las tres de la madrugada del día 15.

Más sobre los 1.523 mártires beatificados, en “Holocausto católico”.