8.05.14

La mártir que llevaba comida al que la mandó ejecutar


Cinco mártires de la guerra civil española nacieron un 8 de mayo: un lasaliano burgalés y otro palentino, un capuchino leonés, un operario diocesano de Toledo y una laica valenciana, viuda y madre de tres hijos fallecidos.

Miguel Solas del Val (hermano Anselmo Pablo de las Escuelas Cristianas), de 46 años y natural de Briviesca (Burgos), fue asesinado el 30 de julio de 1936 en la madrileña Casa de Campo, y beatificado en 2013. Es uno de los mártires del grupo llamado de la Editorial Bruño (ver artículo del 21 de enero).

Miguel Francisco González-Díez González-Núñez (padre Andrés de Palazuelo), de 53 años y oriundo de Palazuelo de Torío (León), fue asesinado en la madrileña Pradera de San Isidro el 31 de julio de 1936 y beatificado en 2013. Fue el primer mártir de su orden en la guerra. En 1923 había escrito un estudio sobre los “sucesos de Limpias” (supuestas apariciones) y en 1931 unos apuntes para la historia de los capuchinos de Castilla.

Miguel Amaro Rodríguez, sacerdote operario diocesano de 53 años y natural de El Romeral (Toledo), fue asesinado en Toledo el 2 de agosto de 1936 y beatificado en 2013. No se han publicado datos biográficos.

Isidro Muñoz Antolín (hermano Ladislao Luis de las Escuelas Cristianas), de 20 años y natural de Arconada (Palencia), fue asesinado en Valdepeñas (Ciudad Real) y beatificado en 2007 (ver artículo del 24 de enero).

La viuda que mendigaba para dar a otros más pobres

Társila Córdoba Belda, de 75 años y oriunda de Sollana (Valencia), fue asesinada el 17 de octubre de 1936 en Algemesí (Valencia) y beatificada en 2001. Casó en 1884 con Vicente Girona Gozalbo, labrador, que murió en 1922 tras largos años de enfermedad mental, por lo que ella tenía que hacer las labores de labranza. También murieron tres de sus hijos relativamente jóvenes. Socorría a los pobres a través de las Conferencias de San Vicente de Paúl, llegando en ocasiones a dar las sábanas de su casa y dormir sin ellas y mendigando limosnas por las casas, para entregárselas a los más necesitados. Llevaba comida a los pobres, e incluso se la llevó a la mujer del jefe del comité que más tarde ordenaría su ejecución. Era de misa diaria, del Apostolado de la Oración y cofrade de Nuestra Señora del Rosario. El 22 de julio de 1936, cuando fue destruido eltemplo parroquial, se la vio llorar en diversas ocasiones, prueba de lo mucho que amaba a su parroquia. El comité de Sollana ordenó su detención el 10 de octubre y la tuvo en el convento de Mercedarios convertido en prisión hasta el día 16. Dio ejemplo de resignación y al ser trasladada junto con otros 27 detenidos a las tapias del cementerio de Algemesí les exhortó a confiar en Dios, que les recompensaría en la vida eterna.

Como puede verse en la imagen, la documentación de la Causa general (legajo 1370, expediente 1, folio 8) fecha el 10 de octubre el asesinato de 25 personas, entre las que se cuenta Társila Córdoba, asegurando que en él “tomaron parte milicianos desconocidos, seguramente de Sollana, pueblo natal de los asesinados, y los vecinos de esta localidad José Puchades Ferrer y José Torres Ripoll", fugados, más Teodoro Gimeno Sanchis, Joaquín Castany Miravalls y Ramón Tortosa Mahiques, detenidos.

Más sobre los 1.523 mártires beatificados, en “Holocausto católico”.