13.05.14

Un amigo de Lolo - Fortalecidos por el poder de Dios

A las 12:30 AM, por Eleuterio
Categorías : General, Un amigo de Lolo

Presentación

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infringían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

Fortalecidos por el poder de Dios

“Se puede resistir a todas las pruebas cuando nuestro corazón no ha resistido a la infiltración que Dios quiso hacer en nosotros”
Manuel Lozano Garrido, Lolo
Bien venido, amor (712)

Desde el principio de los tiempos (digamos, por ejemplo, desde el tiempo que las Sagradas Escrituras llaman Génesis) el ser humano, creado por Dios a su imagen y semejanza, ha tenido que verse sometido a muchas tentaciones.

Empezó, por ejemplo, con tener que soportar la que le planteó el Maligno cuando vio que, en efecto, aquella creación de Dios era muy buena y se moría de envidia pues su padre, que lo había creado y a quien había despreciado precipitándose en el abismo de la maldad y optando por ella, cumplía lo que decía que haría.

Pues bien, la primera tentación fue aceptar comer del árbol del bien y del mal. Hasta entonces al ser humano, que andaba desnudo sin saber lo que eso significaba, le había importado poco aquel árbol pues todo lo tenía a mano y vivía de lo más feliz.

Pero no fue capaz de recordar que tenía un Padre y que aquel Padre amaba a su creación humana más que a nada. De haberlo recordado jamás habría hecho caso a las asechanzas de aquella serpiente que, como dice el propio Génesis, es animal astuto.

Y le pudo la avaricia y el egoísmo de saber más de lo que debía saber. Y pecó…

Con aquella forma de actuar entraron en el mundo dos cosas terribles: el pecado (como hemos dicho) y la muerte que no es más que la consecuencia del primero.

Y así ha ido caminando, a trompicones y a faltas contra Dios, el ser humano por el mundo que el Creador le dio para que lo dominara. Parece que eso, por muchos siglos que hayan pasado desde que nuestros primeros padres pisaran el Paraíso donde los había puesto el Todopoderoso, no ha cambiado para nada.

Sin embargo, no podemos decir que eso no tenga remedio. En realidad, lo tiene. Depende mucho del significado que le demos a la palabra Padre y que esté unida, ésta, a la palabra Dios. Y, luego, la unamos por un hilo fuerte aunque invisible a la palabra hijo y caigamos en la cuenta de que, en efecto, somos hijos del Creador.

Y es que Dios pone, en nuestro corazón, muchos dones que son nuestros. Si hacemos como que sabemos lo que eso significa y los ponemos en práctica, nada debemos temer. Entonces, ni asechanzas del Maligno ni proposiciones verdaderamente inaceptables de parte del mundo, han de caer en saco que no esté roto sino roto y bien roto pues no aceptaremos ni a unas ni a otras. Nuestro escudo será Dios, como bien dice el Salmo.

¡Vengan, entonces, pruebas a nosotros! Saldremos vencedores como aquellos que saben a qué se enfrentan y que, sobre todo, saben a Quien tienen de su lado.

Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, ruega por nosotros.

Eleuterio Fernández Guzmán