14.05.14

Ensangrentada cruz

A lo largo de los siglos han acaecido muchas cosas como las que ahora están acaeciendo.

Es bastante verdad que no se puede decir que no estemos avisados por los acontecimientos habidos y, seguramente, por haber.

No es fácil mirar para otro lado cuando los modernos alfanjes hacen el trabajo de los viejos y no parece que nada cambie.

No hay día que a la realidad de lo que pasa no salga algo sobre que bien se ha secuestrado cristianos bien se han asesinado a personas que defiende a cristianos o bien se hayan crucificado cristianos y cosas por el estilo.

Todo esto mueve mucho a pena porque, como cristianos que somos, no podemos pedir a Dios que haga caer fuego sobre aquellos que tan mal comprenden lo que significa ser hijo del Creador. Nosotros tenemos un Maestro que ama y otros tiene quien les dice que tienen que matar. Y, claro, no es lo mismo una cosa que la otra…

En realidad esto pasa porque hay quienes no aplican, claro está, la separación de Dios y del César y quieren que su Dios se imponga al siglo y a quien, en cada lugar, hace de César. Por eso hay tanto empeño en que, por narices y alfanjes, quien no cree como ellos creen que creen pase por el aro a la fuerza y que todos queden sometidos a su escasamente santa voluntad. Y si no se someten ya saben qué les espera.

Es bien cierto, y lo seguirá siendo según están las cosas y los complejos de muchos gobiernos llamados occidentales (de los otros no vale la pena ni hablar) que se seguirán pasando por el forro de sus caprichos las creencias ajenas. Ellos sólo pasan su vida creyendo que sólo ellos son buenos y que los demás somos basura de la que se puede prescindir a no ser que aceptemos la bondad de su religión donde ejercen de matarifes y degolladores modernos.

Y, mientras, a seguir amedrentado pues casi nunca se les piden cuentas por quienes les tenían que pedir cuentas.

Los demás, los que creemos que Dios es bueno y misericordioso nos hemos de limitar a pedir al Creador que tenga compasión de quienes tienen, de la vida ajena, un sentido tan escasamente humano. Y así lo hacemos porque creemos, también eso creemos, que nuestro Padre (que dicen que también es el suyo porque lo es al ser de todos los seres humanos) también es justo.

Y eso, por mucho que quieren evitarlo, no lo van a evitar.

Por eso, pidamos por las almas de todos aquellos hermanos en la fe que ven truncada su existencia y ven violentada una vida donada por Dios por parte de aquellos que no han acabado de entender qué quiere decir que existe el Infierno. Y no me refiero al que ellos procuran difundir en este mundo sino al otro, del que no se sale nunca, nunca, nunca.

Eleuterio Fernández Guzmán