17.05.14

Respuesta a Alejandro Bermúdez: Cómo sí hacer apologética

A las 3:44 PM, por José Miguel Arráiz
Categorías : General

Apologética

 

Aunque mi último post lo había titulado: “Dios si castiga: conclusiones” he decido cambiarle el nombre y titularle: “Dios si castiga: primeras conclusiones” . La razón es obvia, y es que de aquí en adelante voy a seguir profundizando en el tema, principalmente para analizar la serie de podcast que Alejandro Bermúdez está publicando para responder a mis argumentos.

El podcast que analizaré ahora se titula “Como no hacer apologética” y puede escucharlo completo aquí:

 

Podcast: Como no hacer apologética – Alejandro Bermúdez

 

Nota: El lector puede ver que no tengo inconveniente alguno que se escuchen completas las argumentaciones de Alejandro. Lamento que la audiencia de Alejandro no pueda hacer lo mismo, ya que Alejandro no les indica donde puede leer las mías.

 

Entrando ahora a analizar su primera entrega, lo primero que se puede notar es que Alejandro no lo dedica a argumentar sobre el tema en cuestión, sino a hacer una introducción en la que analiza el método que yo he utilizado a lo largo de mis intervenciones. Pues bien, en esta ocasión voy a dedicar yo este, para precisamente fundamentar el método apologético que he venido utilizando.

 

Citas versus Razón teológica

 

No es casualidad que Alejandro empiece por aquí, ya que uno de los puntos fuertes de mi argumentación es precisamente que yo puedo fundamentarla con un centenar y seguramente muchos más textos de la Biblia, la Iglesia primitiva, los santos y padres de la Iglesia, el Magisterio, los Papas, manuales de teología, libros de espiritualidad e incluso hasta las revelaciones privadas aprobadas por la Iglesia, mientras que Alejandro no ha podido encontrar ni un solo texto magisterial que afirme lo que sostiene, ósea, que Dios no castiga. Y como no ha podido encontrarlo quita credibilidad a esta metodología de manera de eliminar una de mis cartas más fuertes, utilizando algunos recursos falaces que para algunos de los lectores que no tienen experiencia en debates pueden pasarles desapercibidos. Pues bien aquí vamos:

Es importante argumentar en base a la Biblia y al Magisterio de la Iglesia

Argumentar citando la Biblia y el Magisterio de la Iglesia no es un método incorrecto. Puede comprobarlo al investigar la forma en que han debatido los santos y padres de la Iglesia a lo largo de la historia cristiana. Algunos han citado tan profusamente la Sagrada Escritura, que se dice que si hubiésemos extraviado la Biblia entera, solamente con las citas presentes en sus escritos, podríamos recuperarla. Además también es importante citar al Magisterio que es el intérprete auténtico de la Revelación. Lamentablemente, y esto hay que reconocerlo, una gran parte del pueblo católico carece de los conocimientos bíblicos para argumentar de esa manera, y cuando se suele encontrar con un protestante con buen conocimiento bíblico que cita la Biblia de manera fluida, se siente apabullado y es hasta natural que cree cierta antipatía por quienes argumentan de esa manera.

 

El problema de los protestantes no es que argumenten utilizando la Biblia, sino que lo hagan rechazando la Sagrada Tradición y además el Magisterio, que es quien tiene la última palabra en la recta interpretación de la Revelación. Es cierto que por esta causa los protestantes terminan por hacer un mal uso de la citas bíblicas, pero también es cierto que el mal uso de ellas no descalifica de por sí su buen uso. Asociar una con la otra no es sino caer en el error que se conoce como la falacia de la falsa analogía. En este tipo de falacia se apoya una conclusión sobre la base de una similitud que parece evidente dejando de lado diferencias importantes, ocultándose el hecho de que esa comparación es incorrecta desde un punto de vista lógico.

 

A este respecto, cuando al dialogar con un amigo protestante él me llega argumentando con la Biblia, yo no rechazo sus textos con la excusa de que él está citando, sino que recurro a la misma Biblia que él ya acepta como palabra de Dios para mostrarle cómo ese texto interpretado en su contexto y en armonía con la totalidad de la Revelación se debe interpretar de otra manera.
 

Es importante también la razón teológica

 

Y es aquí donde Alejandro tiene razón y es importante también razonar teológicamente, pero sin caer en el error de la dialéctica de los contrarios, en donde se enfrentan extremos aparentemente contrapuestos, para optar por uno, rechazando el otro. No es el et-et, sino el aut-aut. No se trata pues de sólo citar sin razonar, pero tampoco de razonar prescindiendo de citar adecuadamente cuando sea necesario.

 

Y si se revisan detalladamente mis intervenciones, podrá comprobar que no es cierto que yo me haya limitado a citar textos sin reflexionar y razonar sobre ellos, y por eso reitero que estoy dispuesto con todo gusto a seguir haciéndolo a medida que avance en estas intervenciones. Pondré un ejemplo que todavía ha de estar fresco en la mente de las personas que han seguido este debate: Si recuerdan bien mi primera intervención, yo comencé citando a Benedicto XVI en un texto donde él afirmó con palabras textuales, que debido a que en el mundo ha habido cristianos incoherentes, Dios ha tenido que recurrir con frecuencia al castigo[1]. Alejandro respondió señalando que esa y otras citas estaban fuera de contexto porque allí el Papa se refería al Dios del Antiguo Testamento, que según su propia opinión si se había revelado como “castigador”. A esto yo me dispuse a razonar sobre el texto y le demostré que era su razonamiento teológico el que estaba equivocado, porque se hacía obvio que el Papa no se refería allí a personas del Antiguo Testamento, ya que estaba hablando de “cristianos” y de los “pueblos que habían recibido el anuncio del evangelio". Pregunto: ¿Quién ha sido allí quien aplicó la razón teológica a esos textos del Papa?

 

Muchos ejemplos más el lector podrá encontrar si repasa las intervenciones.

 

Cómo si no se debe citar

 

Pero lo que sí es un método incorrecto de citar, y lo digo con todo respeto y fraternalmente, es el que utiliza Alejandro, tanto en sus primeras intervenciones como en las siguientes, en donde parafraseando atribuye y coloca en la boca de los Papas palabras textuales que nunca dijeron.

 

Pondré sólo dos ejemplos y dejaré el lector la tarea de encontrar más porque es básicamente el método de Alejandro utiliza. En su segundo podcast Alejandro sostuvo: “como dice el Papa Juan Pablo II, en Dives in misericordia, es decir, en Rico en misericordia, los pasajes en los cuales Dios castiga e incluso pone a prueba, no son comprensibles a la luz del Nuevo Testamento, eso es lo que dice, no son comprensibles.”. Un lector que no haya leído el documento, y seguramente será el caso de la mayoría ya que es bastante largo y excede las cincuenta páginas, no notará que realmente eso allí no lo “dice” el Papa, sino que es la “interpretación” personal de Alejandro. En su momento le indiqué que eso no sólo eso no es lo que dice allí el Papa, sino que en todo el documento ni siquiera aparece la palabra “castigo” ni una sola vez, ni para afirmar positivamente que Dios castigue, ni para negarlo. Con esto no quiero decir que me niegue de plano a aceptar que la idea pueda estar implícita en alguna parte, pero sí requiero que primero cite textualmente, y luego de allí proceda a interpretar y razonar, y no como ha hecho, a citar luego de haber “razonado” dejándonos con unas citas parafraseadas y adulteradas.

 

Un evento similar ocurrió ya no en su podcast sino en la propia página de Facebook de Alejandro, donde publicó un Ángelus del Papa Juan Pablo II donde supuestamente decía que Dios no castigaba. Como este era un documento más corto muchos de sus lectores si se animaron a leerlo y expresaron su perplejidad al no encontrar por ninguna parte lo que le atribuía Alejandro. Luego de esto comenzaron a pedirle que les explicara en qué parte Juan Pablo II decía eso. Entre algunos de esos comentarios decían:

 

Julio: “¿En qué parte del mensaje lo dice? No lo encuentro por ninguna parte.”

 

Claudia: “Julio, yo tengo el mismo estupor que vos. Dónde dice semejante cosa? Hacen decir al Santo Padre cosas que no ha dicho. Es terrible.”

 

Raúl: “Alejandro perdona en que parte dice que Dios no castiga??”

 

Sulding: “….Y en este Ángelus yo no veo que haga referencia al castigo.”

 

(Esta conversación se encuentra actualmente publicada en el facebook de Alejandro, por lo que el lector que desee puede leerla completa y en su contexto)

 

A esto Alejandro respondió a uno de ellos: “Si no la ves, entonces no tienes de qué dudar. Quédate con la posición de Arráiz. El que no lo ve no va a entender.” .

 

Pregunto yo: ¿A esto se llama aplicar la “razón teológica”? Y si revisan las respuestas que ha dado Alejandro en el twitter a objeciones similares verá que básicamente ha respondido de la misma manera. Por eso le reitero a Alejandro: con todo gusto estoy dispuesto a ir texto por texto, documento por documento y analizar el contexto de cada uno. Pero lo que no puedo aceptar como un argumento válido, es que afirme gratuitamente que el Papa dijo algo en un documento, y no pretenda demostrarlo utilizando la misma razón teológica que él reconoce como tan necesaria.

 

Qué no es razón teológica

 

Y aquí llegamos a otro punto muy importante, pues si bien es importante razonar teológicamente, eso no quiere decir que todo razonamiento teológico sea acertado. En el caso de los razonamientos de Alejandro sucede precisamente eso pues toda su argumentación sigue cayendo en el error de la dialéctica de los contrarios, al ver como excluyentes la misericordia divina y su justicia, de allí que seguramente en sus propias entregas, citará textos como la Dives in misericordia o el Catecismo de la Iglesia, que ponen de relieve el amor de Dios, y tratara de dar a entender que como por naturaleza Dios es pura misericordia, entonces eso de alguna manera demuestra que no castiga, y eso, aunque ya se explicado no pocas veces, que la misericordia de Dios no excluye su justicia ni viceversa. Pero como decía el Papa Benedicto XVI en su libro Luz del Mundo, esto es parte de la particular ofuscación del pensamiento que ha perdido la conciencia de que el castigo puede ser un acto de amor.

 

Por qué también es importante clarificar que se entiende por castigo

 

Alejandro también se queja de que yo he recurrido al diccionario de la Real Academia Española para clarificar el significado de la palabra “castigo” y lo ha entendido como una manera de cercarle y no permitirle capacidad de maniobra. La razón de haberlo hecho es que como seres humanos que somos no nos comunicamos por medio de las lenguas arcanas ni el pensamiento puro, sino que nos atenemos al lenguaje humano y tenemos que clarificar el significado de las palabras. Si yo digo que “Dios castiga” o él dice que “Dios no castiga” lo primero es aclarar que entiende cada uno por ello.

 

El problema es que a estas alturas Alejandro no lo ha explicado, lo único que ha dicho de manera muy general es que él entiende que el castigo crea una justicia conmutativa y asume que por eso Dios no puede castigar. Parte así de un presupuesto falso, porque si bien el castigo es la imposición de una pena a quien ha cometido una falta, no necesariamente se sigue que esta pena tenga que ser “conmutativa”. La justicia conmutativa, que es la que regula el recto orden entre un individuo y otro individuo, no se puede aplicar en sentido estricto a Dios, porque entre Creador y criatura no puede haber igualdad de relaciones. La criatura, a causa de su absoluta dependencia del Creador, no puede obligarle por si misma mediante una prestación suya a que Dios le corresponda con otra. Pero en el caso de Dios no se habla de que cuando castigue aplique una justicia conmutativa, sino una justicia distributiva, ya que él al proceder como juez equitativo corresponde recompensar el bien (justicia remunerativa) y castigar el mal (justicia distributiva).

 

Pongamos más ejemplos tomados del Nuevo Testamento para comprender mejor cómo entender el castigo temporal como un acto de justicia correctiva y vindicativa. Cuando el ángel Gabriel se aparece a Zacarías para anunciarle que su anciana esposa quedaría en cinta de Juan el Bautista, él duda de sus palabras y le responde: “¿Qué garantía me das de eso? Pues yo soy anciano y mi mujer de edad avanzada” (Lucas 1,19), a lo que él ángel le responde: “Yo soy Gabriel, que sirvo a Dios en su presencia: me ha enviado a hablarte, a darte esta Buena Noticia. Pero mira, quedarás mudo y sin poder hablar hasta que eso se cumpla, por no haber creído mis palabras que se cumplirán a su debido tiempo.” (Lucas 1,19-20).

Analicemos este acontecimiento y apliquemos el razonamiento teológico como exige Alejandro: Zacarías comete una falta (duda del mensajero de Dios), y por medio del ángel Dios le impone una pena temporal (quedará mudo durante un tiempo). Este suceso del evangelio ejemplifica bien cómo el castigo temporal no necesariamente puede ser la consecuencia natural de una acción cometida (como lo sería la pena ontológica de un borracho que sufre cirrosis por beber alcohol en exceso). También ejemplifica bien como pude tener carácter correctivo y vindicativo a la vez. Obsérvese que efectivamente se trata de un castigo, porque se impone una pena a una falta. ¿Es también una corrección? Sí, nadie ha negado que el castigo temporal tenga un carácter medicinal, lo que negamos es que toda corrección sea un castigo. Y esto la Biblia lo dice bien claro y usa la palabra castigo de la misma forma en que lo hemos venido haciendo: El Señor nos castiga como a hijos con el fin de que no seamos condenados junto con este mundo(1 Corintios 11,32) Porque el Señor al que ama, le castiga; y a cualquiera que recibe por hijo suyo, le azota y le prueba con adversidades.” (Hebreos 12,5). Por supuesto, para explicar esto la solución no es cambiarle el significado a la palabra castigo, para empecinarse en negar que Dios castigue.

Alejandro a estos textos y otros bien explícitos donde se dice que Dios castiga, alega que en ellos lo que se puede probar es que hay “alguna relación” entre Dios y el castigo, no más. Yo invito a revisar todos los textos suministrados, y comprobar específicamente que relación hay precisamente entre Dios y el castigo, mientras nos preparamos para seguir profundizando en esto más adelante.
 

Con esto finalizo de momento para no alargarlo mucho, en mis próximos post me dedicaré a analizar las siguientes respuestas de Alejandro. Dios les bendiga.

Entregas anteriores a esta serie:

¿Dios castiga o no castiga?

Respuesta a Alejandro Bermúdez: Dios sí castiga.

Dios sí castiga: primeras conclusiones

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NOTAS

[1] Refresco la cita del Papa Benedicto XVI: “Si contemplamos la historia, nos vemos obligados a constatar a menudo la frialdad y la rebelión de cristianos incoherentes. Como consecuencia de esto, Dios, aun sin faltar jamás a su promesa de salvación, ha tenido que recurrir con frecuencia al castigo.”
(Homilía de S.S. Benedicto XVI, Inauguración de la XII Asamblea Ordinaria del Sínodo de Obispos, 5 de Octubre del 2008 )