Será una de las paradas del viaje a Tierra Santa más peliagudas

8.000 agentes israelíes vigilarán durante la visita del Papa a Jerusalén

 

Más de 8. 000 agentes de la policía y otras fuerzas de seguridad israelíes vigilarán intentarán que la próxima visita del papa a Jerusalén, entre los días 25 y 26 de mayo, se desarrolle sin incidentes, informó hoy la Policía israelí. «El dispositivo incluirá a más de 8. 000 agentes, guardas de fronteras y cuerpos especiales», indicó hoy a Efe el portavoz de la Policía, Miki Rosenfeld.

23/05/14 8:59 AM


(EFE/InfoCatólica) Precisó que el dispositivo incluirá la observación desde helicópteros y labores de inteligencia en un centro especial situado en la ciudadela antigua, donde más de 320 cámaras vigilarán los movimientos del séquito papal. La Policía israelí también escoltará al pontífice en diferentes zonas, incluido el Santo Sepulcro, el Muro de las Lamentaciones o la Explanada de las Mezquitas.

«Contamos asimismo con unidades de apoyo en caso de que se produzcan incidentes, aunque no tenemos información específica de posible amenazas», subrayó el portavoz policial. El inspector policial Johnny Kassabri, oficial de enlace para las comunidades cristianas de Merjav David, organismo encargado de garantizar el orden en torno a la ciudad vieja de Jerusalén, recalcó que el operativo es el más importante de los últimos años. Explicó que sólo es equiparable a eventos como la celebración del Sábado de Gloria en el Santo Sepulcro durante la Semana Santa, ceremonia a la que asisten miles de peregrinos.

La visita de Francisco a la ciudad santa, que se iniciará en la tarde del domingo y se prolongará durante la jornada del lunes, será una de las paradas del viaje a Tierra Santa más peliagudas en el aspecto de la seguridad, a raíz de los recientes ataques y amenazas contra propiedades y clero cristiano por extremistas judíos. La Policía israelí entregó ayer varias órdenes de alejamiento a radicales judíos miembros de la derecha ultra-nacionalista con el objeto de impedir acciones provocativas durante la estancia del obispo de Roma en Jerusalén.

Las órdenes fueron emitidas aparentemente en respuesta a la campaña lanzada por activistas de extrema derecha para impedir que se desarrollen actos litúrgicos cristianos en la sala del Cenáculo, situada en el segundo piso de un complejo del Monte Sión, donde los judíos veneran en su subsuelo un cenotafio donde se cree está enterrado el rey David. En la sala del Cenáculo, el papa tiene previsto presidir una homilía el próximo lunes, el segundo acto litúrgico en importancia que oficie en Jerusalén después del que tendrá lugar el domingo en el Santo Sepulcro, y ya ha despertado las sospechas de los sectores más radicales que lo consideran un acto de idolatría, perseguido por la ley judía.

La visita del papa ha avivado el debate en torno a la negociación que mantiene el Vaticano con el Estado de Israel desde hace dos décadas sobre el Cenáculo. El Custodio de Tierra Santa, padre Pierbattista Pizzaballa, subrayó esta semana que la visita del papa no está relacionada en modo alguno con la posibilidad de llegar a un acuerdo en torno al Cenáculo. Precisó que el actual pontífice celebrará una eucaristía en el Cenáculo tal y como lo hizo Juan Pablo II durante su visita jubilar en el año 2000.

Ante los rumores difundidos por rabinos ultranacionalistas, insistió en que la Iglesia Católica «no reclama soberanía, autoridad o propiedad sobre el lugar santo, sino el derecho a rezar allí como cualquier otro credo». De acuerdo a fuentes de la Iglesia así como diplomáticas israelíes consultadas por Efe, la negociación sobre el Cenáculo versa actualmente en ampliar en horas y en días los actos litúrgicos en el lugar donde se cree Jesús celebró la última cena.

En la actualidad, los frailes franciscanos, que obtuvieron la custodia del lugar en 1343 gracias a dos bulas papales, celebran eucaristía únicamente en Jueves Santo y Pentecostés. El lugar se convirtió en mezquita en 1524 y quedó en manos de la familia musulmana hasta el siglo pasado. En 1948, con la creación del Estado de Israel, el área quedó bajo administración del nuevo Estado, que expropió la propiedad a la familia Dajani y mantiene una suerte de «status quo» que regula las actividades en el lugar e impide celebraciones litúrgicas cristianas más allá de las dos fechas señaladas.