Católicos
Primera biografía autorizada de Rouco Varela

El arzobispo de Madrid repasa los hitos de su vida y reconoce que queda mucho por hacer en la pastoral obrera

Es más una autobiografía, aunque relatada por un periodista, que una biografía en sentido estricto, puesto que es fruto del diálogo amplio y sinceró mantenido por el cardenal arzobispo de Madrid con el periodista especializado en información religiosa José Francisco Serrano. El resultado es un diálogo relatado y autorizado en el que el cardenal, siempre de carácter tímido, descubre cómo vivió las transformaciones de la Iglesia, su relación con los papas, qué tareas le llenaron de alegría y en cuáles ha tenido la sensación de que quedaba mucho por hacer.


 

Con la fluidez de una charla pero con el acervo documental de un reportaje en profundidad, José Francisco Serrano repasa la vida del cardenal arzobispo de Madrid, un personaje que es, sin duda, parte de la historia viva de la Iglesia en España, y lo hace en una biografía en la que se intercala el diálogo con el relato para conformar una completa visión de una figura compleja y, en muchos sentidos, desconocida.

Por ejemplo, pocos sabían hasta ahora que el cardenal es experto en derecho canónico por casualidad, porque él quería dedicarse a la teología dogmática. Muchos creen que a Alemania sólo fue a estudiar, pero la realidad es que allí vivió una larga etapa de trabajo pastoral. Tampoco saben que el recuerdo que guarda del cardenal Bergoglio es el de un arzobispo que quiso ir a recibirlo a los pies de la escalerilla de un avión a pesar de que llegaba en mitad de la madrugada. Y aunque muchos creen que conocía a Ratzinger de su juventud en Alemania, lo cierto es que no entabló amistad con él hasta el año 2000, en una conferencia en Madrid. 

De entre las alegrías en la vida del cardenal no hay muchas sorpresas. Las Jornadas Mundiales de la Juventud, primero en Santiago en 1989, después en Madrid en 2011, han sido para él un regalo del cielo porque mostraron que la Iglesia sigue muy viva. También las visitas de los papas a España. Y, como no, la consolidación de esa Misa de las Familias, ya verdadera tradición navideña.

De entre las tristezas, destaca todo lo que se pudo hacer y no se hizo. Por ejemplo, analiza cómo se gestionó el documento sobre el Clero en la Asamblea Conjunta, que pidió consejo a los profesores de Salamanca, entre los que se encontraba, para después no hacerles caso. Algo parecido pasó con la Conferencia Episcopal y la Comisión de Enseñanza cuando los obispos tuvieron que ocuparse de la configuración de la educación católica en la España democrática.

Donde más le duele no haber llegado es a la pastoral del trabajo. Consciente de los importantes cambios socioeconómicos que ha vivido el país, cree que se podría haber hecho más para dar a conocer el mensaje de la Iglesia. Lo mismo ocurre con los universitarios, a los que no se ha sabido llegar con propuestas concretas. Y se pregunta con tristeza cómo es posible que tantos años de religión en las escuelas hayan tenido como resultado familias alejadas de la Iglesia.

De la Conferencia Episcopal y de la historia reciente de la Iglesia apenas habla más allá de lo que lee compete directa y personalmente. Como apunta el autor, eso sería objeto de otro libro. Y tampoco se adentra el texto en la crítica o el cotilleo sobre los compañeros en el episcopado, no hay juicios sobre los demás, aunque sí sobre uno mismo. Todo lo demás llega a las librerías el 3 de junio.