3.06.14

Un amigo de Lolo – Por esto somos hijos de Dios

A las 12:48 AM, por Eleuterio
Categorías : General, Un amigo de Lolo

Presentación

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infringían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

Por esto somos hijos de Dios

“Nacimiento: ‘hijo’; bautismo ‘hijo de Dios’ ”
Manuel Lozano Garrido, Lolo
Bien venido, amor (1008)

Hay realidades espirituales que, a lo mejor, las tenemos por puestas, por conocidas, pero a las que no damos la importancia que tienen en nuestra vida de seres humanos tocados, especialmente, por la mano de Dios. Y es que determinadas cosas son lo que son porque lo son y no según nosotros creemos que son.

El ser humano nace porque es voluntad de Dios que nazca. Aunque haya muchas personas que no tengan conciencia de una tal realidad, el caso es que Quien todo lo creó y mantiene, también nos crea y mantiene a cada uno de nosotros. Y es que no saber que eso es así o por, sabiéndolo, no creer en tal verdad, no supone que la dicha verdad no lo sea. Dios no crea y, por lo tanto, tenemos, lo que se llama, filiación divina.

Todos, pues, somos hijos de Dios. Y tal sentido de las cosas debemos conocerlo porque es cierto y verdad. Y no ver la realidad de tal forma supondría tener por bueno y benéfico para nuestra existencia qu

e unos somos creados por el Todopoderoso y otros por….. ¿por quién?

No debe haber duda alguna al respecto de nuestra naturaleza creada por Quien puede crear. Y sólo quien todo lo puede es capaz de crear una vida humana pues, que se sepa, el ser humano no ha hecho posible la creación de otro ser humano por mucho que quiere emular a Dios y tratar de hacer lo que es imposible que pueda.

Pero podemos dar (debemos) dar un paso más y no quedarnos en lo que, siendo muy importante (crucial) para nosotros, no nos completa como seres humanos.

El caso es que, además de haber sido creados por Dios (que nos explique alguien como ha podido ser de otra forma) podemos ser, además, hijos suyos.

Alguien puede argumentar que, siendo creador por el Creador todos somos hijos suyos. Y eso es cierto y, a la vez, no lo es, según se mire.

En efector, por ser creados por Dios todos somos hijos suyos pero sólo quien adquiere la condición, consciente, de ser hijo de Dios, puede considerarse (a sí mismo) hijo de Dios.

No es, esto, ningún galimatías ni nada por estilo sino algo que centra, de verdad, lo que somos. En realidad todo es bastante sencillo.

Quiso Dios que un pueblo fuera elegido de entre los que entonces existía para ser su pueblo. Luego, tal pueblo, traicionó al Creador y fue sustituido por otro: el que constituyó el formado por los discípulos de Cristo.

Así, somos hijos de Dios (con lo que eso significa de cara a la vida eterna, por ejemplo) cuando somos bautizados momento en el que no sólo (que no es poco) se nos infunde el Espíritu Santo y pasamos a formar parte de la Iglesia católica sino que podemos ser llamados “hijos de Dios” en sentido estricto. Incluso podemos decir que lo somos por dos veces, con doble garantía de filiación divina: por haber nacido y por haber sido bautizados.

Se podría decir que esto no quiere decir mucho. Sin embargo, quiere decir tanto como que de aquellos por los que Cristo murió (por todos) sólo se salvarán aquellos que crean en Él y hayan sido bautizados (dijo aquello de “el que se convierta y crea en el Evangelio se salvará”)

Y no se trata, esto, de ningún tipo de superioridad espiritual ni nada por estilo pues lo que es de Dios no es que sea más por querer vencer en tal estado de cosas sino porque es más por ser de Dios. Luego, nosotros, al ser bautizados, pasamos a formar parte de los elegidos por el Creador para un tal menester.

Y es que está más que bien nacer y venir al mundo pero aún está mejor ser hijos de Dios siendo conscientes de que lo somos.

Eleuterio Fernández Guzmán