8.06.14

Pasaremos nuestro cielo haciendo bien en la tierra


Cuatro mártires de la guerra civil española nacieron un 8 de junio: un claretiano leonés y otro ilerdense, un sacerdote diocesano tarraconense y un marista navarro.

Tomás Cordero Cordero, de 26 años y natural de Robledino de Valduerna (León), fue uno de los 14 estudiantes claretianos asesinados en Fernán Caballero (Ciudad Real) el 28 de julio de 1936 y beatificado en 2013.

Miguel Masip González, alumno de teología claretiano de 23 años y oriundo de Llardecans (Lleida), fue uno de los 20 asesinados el 15 de agosto de 1936 -se despidió firmando un mensaje a su congregación con el mensaje “por Dios luchar hasta morir”- y beatificados en 1992. También dejó este mensaje: “Ya que no podemos ejercer el sagrado ministerio en la tierra, trabajando por la conversión de los pecadores, haremos como Santa Teresita del Niño Jesús, pasaremos nuestro cielo haciendo bien en la tierra. Bajaremos muchas veces a la tierra".

Estanislau Sans Hortoneda, de 49 años y natural de Maspujols (Tarragona), fue asesinado en Montbrió del Camp (Tarragona) el 23 de agosto de 1936 y beatificado en 2013. Era sacerdote desde 1912. Al estallar la guerra era regente de Clarà (Tarragona). El comité de Torredembarra le ofreció llevarlo a donde quisiera, a condición de no llevar objetos religiosos. No aceptó la condición y marchó a escondidas a su casa de Maspujols. Todas las mañanas, salvo los días de fiesta, salía de casa pobremente vestido, con un saco al cuello en el que llevaba el breviario y comida. Otras veces ayudaba en el campo a su sobrino. Un día, oyó unos disparos y al poco encontró los cadáveres de unos asesinados por llevar objetos religiosos. A pesar de ello, solía decir: “No quiero quitarme de encima el breviario, el escapulario, ni el rosario. Si me matan, alabado sea Dios. Mis últimas palabras serán: ¡Viva Cristo Rey!”. El domingo 23 de agosto, al terminar de rezar el rosario y otras devociones particulares, se presentaron en su casa cuatro hombres armados diciendo: “Según nos han informado, aquí hay un cura escondido”. Mosén Estanislau les dijo: “Aquí no hay ningún cura escondido”, remarcando la última palabra. Dos o tres veces repitieron la pregunta y la respuesta fue la misma. Al final dijeron:
Nos han dicho que aquí está escondido el cura Estanislau Sans.

Cura escondido no hay ninguno. En cambio, el cura Estanislau Sans está ante vosotros, sin ningún interés por esconder su estado.

¡Pues, síguenos!

¿Dónde?

¡Tira adelante!

Al menos dejadme arreglar algo.

¡Que salgas fuera!

Sólo pudo despedirse de sus familiares con la mano y desde lejos. Le pasearon por el pueblo como un malhechor con dos milicianos delante y dos detrás. Como era día festivo, mucha gente lo vio pasar, sin decir nada por miedo. Respondían con lágrimas a la despedida que él es hacía con la mano. Llegaron al lugar donde tenían el coche, insistiendo él en saber dónde lo llevaban. Lo hicieron subir a empujones y lo llevaron hacia Reus, pasando por Riudoms y Montbrió, donde fue asesinado de varios tiros en la cabeza.

Cuatro maristas mártires, dos de ellos beatos

Maximiano Dronda Leoz (hermano Alipio José), marista de 20 años natural de Ustárroz (Navarra), fue asesinado en Barcelona el 8 de septiembre de 1936 y beatificado en 2013, junto con Máximo Aranda Modrego (hermano Justo Pastor), de 29 años. Ambos eran de la comunidad de Vic. Dronda estaba allí desde el 15 de julio, procedente de Les Avellanes, esperando a embarcarse para Argentina. Aranda estaba desde 1934, atendiendo el juniorado. Tras pasar encerrado bajo vigilancia de milicianos, como los demás, del 27 al 29, el 30 de julio le concedieron un salvoconducto, y fue a alojarse en casa de su hermana Angelita, juntamente con el hermano Emigdio Paniagua. Sin embargo, esto no le impedía ir a la Casa de Caridad en la que estaban alojados los juniores. Se presentó al director de esa casa como profesor de música y le dejaron entrar. Pero como el hermano Justo Pastor no estaba inscrito en ningún sindicato, el director de la Casa de Caridad no le dejó entrar muchas veces, y por último el hermano provincial pidió a los hermanos Alipio y Justo que fueran a Barcelona. Allí se alojaron en una pensión con dos maristas ancianos. Los cuatro fueron detenidos durante la cena del 7 de septiembre y ejecutados al día siguiente.

Más sobre los 1.523 mártires de la guerra civil española, en “Holocausto católico”.