12.06.14

Crucifijos en el Hospital de Castellón

Mónica Oltra, portavoz de la formación ultraizquierdista Compromis, sin saberlo, nos ha dado una catequesis a todos. Pide la retirada del Hospital de Castellón del «cuerpo semidesnudo, famélico y lleno de heridas clavado en una cruz», le repugna que sea lo primero que vea un enfermo al abrir los ojos (y supongo que, como podéis ver en la fotografía, «distraiga» de mirar la tele).

Es hermoso. San Pablo lo describió perfectamente «escándalo para los judíos, necedad para los gentiles» (1 Cor 1,23). Hay motivos de sobra de tipo jurídico, racional, cultural para defender la presencia pública de símbolos religiosos y, para los iuspositivistas, también sentencias. Pero lo cortés no quita lo valiente: gracias Mónica. Gracias por sacarnos de la vulgaridad, porque tu descripción del Crucificado la terminó Santa Teresa:

«[…] muéveme el verte
clavado en una Cruz y escarnecido,
muéveme ver tu cuerpo tan herido,
muévenme tus afrentas y tu muerte.

Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera,
que aunque no hubiera Cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera Infierno, te temiera.»

(soneto tradicionalmente atribuido a la santa, aunque sin autoría cierta).

Perdonad que repita una vez más a Chesterton «vulgar es el que pasa junto a lo sublime y no se da cuenta», y la diputada de izquierda nos ha sacudido. Sin quererlo, para muchos, hoy mirar el crucifijo de la mesa de trabajo, mesilla de noche, cuarto de la casa, iglesia, … no será lo mismo: actos de amor, de adoración, de reparación. Simplemente hacer la acostumbrada señal de la cruz, en la que se reconoce al cristiano, retomará parte de su significado original. Gracias, Mónica, por ayudarme a no ser vulgar. Al menos, a mí.

Y quizá os sugiera un pequeño examen de conciencia: ¿tenemos al menos un crucifijo? El Papa Francisco decía en Semana Santa: «nos hará bien mirar el crucifijo esta semana, tomarlo en mano, besar tantas veces las llagas y decirle: ¡gracias Jesús, gracias, lo hiciste por mí!». Ni pintado.