Fundador de Mensajeros de la Paz

El gobierno español concede al Padre Ángel la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo

 

El Consejo de Ministros ha aprobado conceder la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo a Ángel García Rodríguez, conocido como el Padre Ángel,. Con estos galardones, el Ejecutivo pretende «premiar y destacar» el mérito de una conducta «socialmente útil y ejemplar en el desempeño de los deberes que impone el ejercicio de cualquier trabajo, profesión o servicio».

13/06/14 5:21 PM


(EP/InfoCatólica) El Padre Ángel (1937, Mieres, Asturias) fundó hace 51 años Mensajeros de la Paz, que atendiende a miles de personas necesitadas en más de 50 países y da trabajo a más de 3.900 personas. Entre otros reconocimientos, ha recibido el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia.

En total, este viernes se han concedido, a propuesta de la ministra de Empleo y Seguridad Social, Fátima Báñez, 15 Medallas de Oro al Mérito en el Trabajo que han recaido, entre otros, en el científico Vicente Calatayud Maldonado, el catedrático Luís Navarro García. el tenista Rafael Nadal o la empresaria Esther Koplowiitz. También han sido galardonados a título póstumo Paco de Lucia y Mercedes Salisachs.

El sacerdote, agradecido

El Padre Angel ha agradecido esta distinción que entiende no cómo el reconocimiento a una persona, sino a toda la «gran familia»” de Mensajeros de la Paz compuesta por miles de voluntarios y profesionales que dan lo mejor de sí mismos a los demás y hacen posible el día a día de nuestros centros y proyectos. Esta medalla es para todos ellos, para algunos que se nos han quedado en el camino y para tantos otros que hoy nos acompañan en este hermoso e importante reto de hacer un mundo mejor para todos.

El Padre Angel ha asegurado que «Mensajeros de la Paz es una gran organización con cifras muy grandes, que ha crecido y se ha diversificado, pero son sólo eso: cifras. En estos 52 años de trabajo quiero decir que ha sido mucho más lo que he recibido que lo que he podido dar, y que aunque ha habido mucho esfuerzo y momentos malos, todo habría valido la pena por la sonrisa de un solo niño, o por la caricia de una persona mayor, cuando se sienten seguros, atendidos y queridos».