14.06.14

La estola roja de Rafa

A las 11:04 AM, por Jorge
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Rafa hizo su primera comunión con nosotros. Yo era su párroco y siempre he mantenido una excelente relación con toda la familia, tanto que no han sido óbice ni mis cambios de parroquia ni el suyo de domicilio para que continuemos con esa relación de afecto y confianza.

Los que han tenido la paciencia de leer mi libro “De profesión, cura” quizá recuerden uno de los artículos que lleva por título “Rafa se va al seminario”. Pues me es muy grato decir a todos que ese Rafa que se fue al seminario, aquel a quien dimos la primera comunión en la parroquia, esta mañana de sábado, en la catedral de la Almudena de Madrid, va a ser ordenado diácono.

A lo que iba. Como es natural, sus padres, Rafael y Mª Teresa, especialmente la madre, andan a ver cómo ayudan al hijo con un pequeño ajuar. Hablaba yo hace unos días con la madre y me preguntaba ella por camisas de cura, que si mejor de algodón o con mezcla. Ya le dije: habida cuenta lo desastres que solemos ser y que vivimos solos, casi mejor mezcla, que se planchan mejor y se arrugan menos… Me contó que también le han comprado un alba. Pues claro, si es que hay que ver cómo son las madres.

El problema fue la estola de diácono. Porque Rafa, que dice cosas ya de casi cura y con mucha sensatez, dijo lo que tantas veces hemos manifestado todos, que en las parroquias hay de todo y que hasta qué punto merece la pena comprar una estola de diácono que utilizará apenas durante un año hasta ser ordenado sacerdote.

Pero claro, Rafa en su papel de diácono a punto de ordenarse. Los padres, las hermanas, los familiares, empeñados en que cómo no le van a regalar la estola. Al final ha acabado la cosa como tenía que acabar: que vale, que una estola de diácono, que como os parezca.

Eso sí, ha puesto una condición: que sea de color rojo. Me lo contaba emocionada su madre. Pues ya ves, Jorge, que dice que de color rojo porque es el color del martirio, y que ser diácono y luego sacerdote es ofrecer su vida entera a Cristo y a la Iglesia y es estar dispuesto a ser fiel a pesar de las dificultades, las incomprensiones o las luchas a que tenga que enfrentarse, dispuesto a dar la vida por Cristo y por la gente aún en las peores circunstancias. Así que de color rojo.

Hace no mucho alguien me hablaba de las nuevas hornadas de curas que salen hoy del seminario con el típico tópico de que mucho ir de negro pero que si luego flojitos, poco entregados, más de culto que de inserción con la gente. Insisto en que son los típicos tópicos.

Hace unos días charlaba un servidor con un curita que lleva ordenado apenas cinco semanas. Con un entusiasmo que contagiaba ilusiones y renueva tus ganas de ser cura. Un cura recién salidito del horno que se asombraba cada mañana del gozo de ejercer el ministerio. Hoy diácono otro chavalillo que quiere una estola roja para que no se le olvide su ofrenda como oblación diaria en el martirio hasta el martirio definitivo de sangre si fuera necesario.

No me es posible acudir a su ordenación esta mañana. Serias complicaciones familiares y pastorales de última hora me retienen en la parroquia pegado al teléfono. Pero saben que estamos juntos.

Rafa ¿sabes? Yo de mayor quiero tener siempre al lado una estola roja como la tuya. Un abrazo. Te quiero, hermano.