Hermano Jens Petzol, religioso que trabaja por el diálogo interreligioso

«Los cristianos son los mediadores ideales» en Oriente Medio

 

El Hermano Jens Petzold, de origen suizo, llegó a Iraq en octubre de 2011 procedente de Siria. Pertenece a la congregación monástica Al-Khalil, fundada por el jesuita italiano Paolo Dall’Oglio -secuestrado por el ISIL en Siria- para promover la paz y el diálogo interreligioso en países musulmanes. En Sulaymaniya, al este del Kurdistán iraquí, ha restaurado la iglesia de la Virgen María, donde están poniendo en marcha una nueva comunidad.

22/06/14 10:52 AM


(Alfa y Omega/InfoCatólica) Su labor se basa en el convencimiento de que, «los cristianos son los mediadores ideales entre facciones», aunque para ello es necesario que redescubran su vocación como seguidores de Cristo en un país tan castigado

¿Cómo es la situación actual en Sulaymaniya?

Aquí la situación está muy calmada. Por lo que sé, algunas familias cristianas se han refugiado aquí. El número es bastante mayor en Arbil, que está mucho más cerca de Mosul. También Qaraqosh habrá recibido a refugiados cristianos. En total, creo que de momento hay cerca de 500.000 desplazados, al menos es el número que dieron hace unos días. Pero la mayoría está en campos y pueblos en la zona de la llanura de Nínive controlada por los kurdos. Y de momento se les aconseja que se queden ahí.

La Iglesia aquí y en otros lugares está intentando prepararse para recibir parte del impacto. En Sulaymaniya la parroquia ya tiene algo de experiencia, porque hace tres años recibieron a 150 familias de refugiados de Bagdad. Si ocurre lo peor, tendríamos espacio para unas 40 personas, y hay una casa cerca que da la casualidad de que está libre, y donde dos o tres familias pueden vivir una temporada. Pero parece que la mayor parte de los nuevos refugiados será absorbida por las aldeas y pueblos que están bajo protección turca, y por Ankawa (en las afueras de Arbil, en el Kurdistán).

¿La gente de allí tiene miedo, se plantean irse?

Algunos ven que hay futuro viviendo en el Kurdistán. Pero seguro que muchos están intentando conseguir un visado para un país extranjero (occidental).

Si los cristianos abandonan Iraq, ¿hay esperanza de que regresen?

Sólo un pequeño porcentaje regresará. Sin embargo, ellos estarán convencidos sobre su elección de vivir aquí, y serán, junto con los cristianos que se hayan quedado, la base de la Iglesia en Iraq/Kurdistán en el futuro. Tampoco podemos olvidar que hay un gran flujo de trabajadores extranjeros aquí en el Kurdistán, y que un buen porcentaje de ellos son cristianos. Algunos se quedarán.

¿Le quedan fuerzas a los líderes religiosos para animarles a quedarse, y no emigrar? ¿Cómo les ayudan?

Yo les sugiero que consideren sus opciones en profundidad y que no tomen una decisión en caliente. Sin embargo, con frecuencia acuden a la Iglesia, al sacerdote o a la religiosa cuando ya han tomado la decisión y ya han dado pasos casi irrevocables. Como nuestros vecinos, que sólo anunciaron su partida cuando ya tenían los billetes.

El Patriarca caldeo, Louis Raphael Sako, habló hace tres meses sobre la creciente polarización en Oriente Medio, incluso entre facciones musulmanas. Frente a eso, ¿qué ha hecho la Iglesia para promover la paz y el diálogo?

Cuando era obispo de Kirkuk, Sako creó en el obispado un ambiente de hospitalidad donde todos los partidos y grupos religiosos podían encontrarse de manera informal y buscar soluciones prácticas. Ni los atentados detuvieron esto y, también gracias a los esfuerzos del gobernador, Kirkuk ha cambiado muy a mejor en los últimos años. Este trabajo lo ha continuado con su nuevo cargo en Bagdad, y en todo el territorio de la Iglesia caldea. Espero que todas las demás Iglesias se unan a él en este esfuerzo. Como los cristianos son parte, por adopción o por origen, en todos los grupos éticos de Oriente Medio, la Iglesia –como institución y todos los cristianos– son los mediadores ideales entre facciones. Ciertamente, esto exige que la Iglesia institucional y la comunidad cristiana se sienta parte de esta sociedad.

¿Qué labor hace su comunidad en Sulaymaniya y Kirkuk?

Dar pequeños pasos. Todavía somos nuevos aquí, y todavía estamos fundando la comunidad. Pero ahora en concreto, gracias a la iniciativa de uno de nuestros miembros, hay un pequeño grupo de gente que se reúne cada semana para caminar por las montañas. Está formado por kurdos, extranjeros –occidentales y de Extremo Oriente–, árabes que viven aquí y algunos cristianos. También tenemos contacto con otras congregaciones. Y estamos pensando aumentar nuestra capacidad de acoger a huéspedes. Pretendemos que nuestro monasterio y sus proyectos -una biblioteca y un centro de intercambio- se conviertan en un lugar de debate.

Últimamente, la Iglesia ha estado promoviendo algunas peregrinaciones a Ur, e incluso se hablaba de una visita del Papa a Iraq. ¿Qué importancia tendría esto?

Ya hemos visto en Siria en 2001, y claramente también durante el reciente viaje del Papa a Tierra Santa, que todos, musulmanes y cristianos, lo ven como un símbolo de unidad. Para los cristianos de aquí significaría una prueba clara de que el mundo no los ha olvidado. Para los cristianos del resto del mundo, sería otro recordatorio de lo importante que es el cristianismo para este país: recordemos sólo cuántos textos de la Biblia salieron de esta tierra.

Después de tanto trabajo por mantener la paz y reconstruir el país, ¿cómo miran al futuro después de este último golpe? ¿Podría ser el último golpe para la Iglesia?

Una religiosa iraquí me dijo el domingo que, aquí, a lo largo de la historia, el cristianismo ha recibido muchas veces lo que parecía un golpe mortal. Pero ella no cree que el de ahora sea el final. Por supuesto, todo depende de cómo los cristianos -tanto locales como extranjeros- sean capaces de encontrar su vocación aquí en esta tierra tan castigada.

¿Qué espera la Iglesia del Sínodo caldeo, que empieza en unos días?

Además de muchos problemas prácticos urgentes, seguro que el Sínodo se preguntará sobre la vocación de la Iglesia en Oriente Medio. Algunos de los mejores expertos de la Iglesia en el país han sido elegidos obispos hace poco y participarán, por lo que parece que este Sínodo va a ser muy interesante. Ahora mismo no sé si el Patriarca propondrá algo parecido a un consejo pastoral a nivel de la Iglesia caldea. Sí hizo algo parecido, a nivel diocesano, en Kirkuk y Bagdad.

Una de las cuestiones que estaba en la agenda, es la posible beatificación de los mártires recientes. ¿Qué significaría su beatificación en este momento?

El Patriarca Sako y muchos otros en la Iglesia caldea tienen una relación profunda con el martirio. Los mártires aquí tienen un papel muy importante. Hoy, la existencia de mártires quizá sea fuente de desánimo, pero a otro nivel, su testimonio ha fortalecido a los creyentes a lo largo de la historia. Presentar su pasión, algo que una beatificación conseguiría con mucho más alcance que el simple reconocimiento, puede ayudar a reflexionar sobre el martirio y sus implicaciones no sólo a los cristianos.

También se va a tratar la reforma litúrgica. ¿Por qué?

Este es un antiguo proyecto de la Iglesia caldea, que ahora se ha retomado de forma activa. Cada Iglesia tiene que hacer frente a esto de forma periódica. Por un lado, para preservar lo esencial y adaptar su vida de oración de forma que los creyentes puedan de verdad puedan obtener de ella esperanza, amor y salvación. La liturgia debe ayudar al creyente -sea un laico o un sacerdote- tomar contacto con la esencia misma de la fe. Por tanto, la liturgia debe ser comprensible, presentar los hechos de la fe con fidelidad, y esforzarse por ser bella. Algunos elementos como el lenguaje y los cantos están cambiando como cambia la sociedad. Otros deben ser preservados por su autoridad, porque son testigo de lo que ocurrió. Se trata de una tarea ardua, porque toca la personalidad misma de cada Iglesia.

Entre los puntos clave de la agenda, está la falta de vocaciones al sacerdocio y la vida monástica. Es un problema extendido en toda la Iglesia. Pero, ¿cuáles son las causas en Iraq?

Creo que tiene que ver con la cuestión de la vocación de los cristianos aquí en Oriente Medio. ¿Cómo voy a comprometerme aquí, si no estoy convencido de que Dios me quiere aquí... y yo estoy dispuesto a asumir esta vocación? Argumentos como Somos la población original de aquí, o Ésta es nuestra tierra ya no funcionan, ni para los laicos ni para los religiosos. Lo que hace falta -en todo el mundo- es que cada persona considere en profundidad cuáles son sus deseos más profundos, sus deseos espirituales. Hoy, ya no es el tercer hijo o hija el que tiene que elegir la vida religiosa porque en la sociedad ya no hay espacio para ellos. Hoy, incluso aquí, tenemos muchas opciones para construir nuestra propia vida. Las órdenes religiosas y la Iglesia tienen que hacer que la opción religiosa se convierta en parte de las posibles opciones apetecibles.

En su contexto, ¿por qué es tan urgente fomentar las vocaciones?

Es muy importante que los fieles sientan la necesidad de que desde su propio interior surjan las vocaciones que cubran sus necesidades religiosas. Si el servicio sacerdotal o religioso es ignorado, los jóvenes no se sienten atraídos a este tipo de vida. Como consecuencia, en algún momento a la comunidad le faltan personas competentes para la transmisión de la fe. Se parece mucho a lo que ocurre cuando los ingenieros civiles ya no se consideran necesarios, o incluso son rechazados. Las calles y cañerías empezarán a estropearse.

La falta de vocaciones a la vida religiosa es un signo de que en esta sociedad ya no hay espacio para la religión o la espiritualidad, o que este espacio no es profundo. Las razones pueden ser muchas: una sociedad en shock, pérdida de confianza en Dios, pérdida de confianza en la institución que forma a los consagrados, mala conducta de los consagrados, un desarrollo drástico de la sociedad junto a una pérdida de contacto con el tiempo presente de las instituciones que educan a los consagrados.

¿Qué se está haciendo ya para fomentar las vocaciones?

Sé que en Kirkuk y Ankawa hay comisiones de laicos, religiosos y sacerdotes que están trabajando en la pastoral vocacional.

Por María Martínez López