-¿Qué ha supuesto para ti ordenarte Diácono?

-Es complicado expresarlo con palabras. Con la ordenación de Diácono me configuro con Cristo Siervo. En el momento de la imposición de manos por parte del Obispo tu vida cambia, hay un cambio de actitud ante la fe, ante la vocación, ante la llamada para ejercer un ministerio. Uno espera este momento con mucha expectación. Es difícil asimilar lo que el Señor te tiene preparado en esta vocación. Durante la celebración de mi ordenación me sequé por dentro con lágrimas. Es más grande de lo que esperas. A partir de ahora espero poder ejercer mi ministerio de servicio al Obispo y al presbiterio, desde la humildad y el amor.

-¿Cómo ha sido el proceso de tu vocación?

-Ha sido una historia de amor entre Dios y yo que ha durado 30 años. Desde los 8 años, he vivido este proceso con muchos altos y bajos. El Señor ha puesto momentos y personas claves que me han ayudado a dar una respuesta a Dios. Muchas veces, a lo largo de estos años, “me he hecho el sueco”, porque no quería escuchar lo que Dios pedía de mi, pero lo cierto, es que el Señor nunca se ha cansado de seguir llamándome.

Estos últimos meses he tenido la oportunidad de vivir en la Casa Sacerdotal. Ha sido una suerte poder beber la sabiduría y la experiencia de muchos sacerdotes que llevan ya 50 o 60 años de vocación sacerdotal. Y a pesar de todos estos años, te das cuenta de que pueden ir fallando las fuerzas, los reflejos… pero lo que no ha muerto en estos sacerdotes es ese amor del ministerio recibido.

-¿Cómo ha vivido tu familia y tu entorno tu ordenación de diácono?

-Mi familia lo ha vivido con muchísima ilusión. El día de mi ordenación, mi madre Amparo junto con un amigo ministro, Benjamín, me impuso la estola, fue un momento muy emotivo. Mis compañeros seminaristas lo han vivido con mucha alegría, mis formadores y directores espirituales con mucha confianza y cercanía.

-El camino recorrido, ¿ha sido difícil?

-El camino recorrido ha sido interesante, no difícil, pero sí exigente. Me he dado cuenta de que el Señor no elige a los capacitados, sino que capacita a los elegidos.

(Natalia Aguado León – Iglesia en Palencia)