17.07.14

Desde mi fe

Título: ”Desde mi fe”
Autor: Mari Carmen Hurtado Chamorro
Editorial: Lulu
Páginas: 159
Precio aprox.: 4′5 € en papel; 2 € eBook (pdf)
ISBN : 5800104087755
Año edición: 2014
Lo puedes adquirir en Lulu en papel y en eBook (pdf)

Desde mi fe. Poesía católica, de Mari Carmen Hurtado Chamorro.

Quién soy yo

Dios en su mano mi nombre ha grabado
cuando el mundo aún no existía
desde toda la eternidad
he sido pensado, creado y amado.
Yo, en este mundo finito
en que soy una nada en un Todo.
el todo infinito,
que todo lo puede, lo llena y transciende
es mi Padre
pensó en mi y me creó por amor.
Su huella y su imagen me es regalada
herencia de Vida que no tiene fin
en su mente infinita a mi me tenía
y a mi mente finita viene la pregunta
¿quien soy yo?
Peregrina que nunca va sola
que anhela la paz en su corazón
en silencio compañero del alma
deseo que hables para poderte escuchar.
Tu eres eterno misterio,
siento tu presencia y no te puedo ver
tras este misterio que es insondable,
errante en la vida, camino en la fe.
Arranca este velo, descubre el misterio
que quiero escucharte y tu Rostro ver
e igual que María deseo decirte
según tu Palabra en mi hágase.
Si Tu me has creado y me has dado vida
si eres mi Padre y Tu eres Dios
si soy tu heredera y soy tu imagen
ya sé lo que soy
yo soy hija tuya, soy hija de Dios
y todo hombre mi hermano
de cualquier raza o nación.

El título de este poema dice mucho acerca de la persona que ha escrito este libro de poesía católica.

Creer en Dios es un buen punto de partida para una vida. Así, cuando se tiene la certeza de haber sido creado por Aquel que es Todopoderoso, es posible ver lo que nos acontece con un punto de vista más apropiado y acertado.

Pero, además, sentirse hija de Dios es lo mismo que sostener que es hermana de todo aquel que ha sido Creado por el Padre. Y creados lo hemos sido cada uno de los seres humanos y a su imagen y semejanza.

Por eso, el libro que ahora presentamos se arraiga en la fe de quien lo ha escrito pues desde ella han salido las páginas que lo componen. Y lo han hecho con un acercamiento profundo al corazón de quien se sabe hija, porque lo es, de Dios.

Así, tanto las Bienaventuranzas como aquello que se refiere a las Sagradas Escrituras o los poemas que, siendo católicos, no se encuadran en ninguno de estos dos apartados, se centran en expresar el sentir de quien sabe que merece la pena ser cristiana y, así, describir cómo se siente un corazón que eso sabe y no olvida.

Por eso, cuando nos dice

El Sermón de la montaña
es la clave a encontrar
el sentido de la vida
para hallar felicidad

está centrando a la perfección lo que significa ser hijo de Dios y, sobre todo, lo que ha de ser, para quien así se llame, discípulo de Cristo que, en aquel monte donde proclamó qué era lo importante para nosotros, supo que muchos sí iban a seguirlo de verdad.

O cuando escribe en “Dios creó al mundo” que

Cuando Dios creó al mundo
con tan grande perfección
al hombre doto de vida
y le dio el don mejor:
la libertad y voluntad
para poder escoger
entre lo bueno y lo malo
entre el odiar y el querer

concreta más que bien lo que supone reconocer que tenemos libertad, sí, para escoger lo que queramos pero que nos conviene hacerlo con aquello que Dios quiere para nosotros.

También tenemos ejemplos de comprensión de lo que supone, para un discípulo de Cristo, la Cruz sobre la que murió nuestro hermano y Padre Dios hecho hombre. Lo dice en el poema de título “La Cruz”. Y es esto, mirando a Cristo en ella colgado:

Mirándolo he pensado:
inclinaste tu cabeza
para levantar la mía,
tienes los ojos cerrados
para que los míos vean,
extendidos están tus brazos
abiertos de par en par
dándole cobijo a todos
nadie fuera ha de quedar;
clavadas tienes las manos
dejando libres las mías
para tenderlas a otros
haciendo las tuyas mías.

Ciertamente, esta colección de poemas católicos, nos pueden, muy bien, servir, para recordarnos lo que somos y para que no olvidemos, por tanto, que para ser hijo de Dios basta, a lo mejor, con saberlo.

Eleuterio Fernández Guzmán